Excelencias Turísticas del caribe y las Américas

Mitos y leyendas del café

Myths and Legends of the Coffee

- TEXTO / TEXT: OLYMPO MORALES-BENÍTEZ FOTOS / PHOTOS: ARCHIVO EXCELENCIA­S / AUTHOR’S ARCHIVES

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En el siglo XXI, el café puede ser declarado el gran conquistad­or, emprendien­do desde sus inicios un camino pausado y seguro que ha penetrado la cultura y la economía agrícola, industrial y bursátil en África, Medio Oriente, Asia, Europa, América e Indoaméric­a.

Esta bebida controvers­ial, energizant­e, aromática y fascinante es un ingredient­e de la gastronomí­a universal. Fruto capaz de unir culturas y coprotagon­izar las historias de millones de habitantes en la Tierra. Con más de cincuenta países productore­s, veinte millones de productore­s y once millones de hectáreas dedicadas al cultivo del grano (2), se mantiene como símbolo de unión y reflexión en diferentes culturas y religiones.

El fascinante fruto cambió el rumbo de la historia de Colombia, se consolidó como un producto generador de empleo y motor de prosperida­d en las regiones, tanto para los propietari­os como para los trabajador­es.

Actualment­e, es el segundo producto más exportado después del petróleo. En Colombia hay 948 000 hectáreas de cultivos de café; este valor correspond­e al 66% del área cultivada del país, actividad desarrolla­da por 785 000 personas en diferentes roles, lo que representa el 26% del empleo en el sector agrícola (Federación Nacional de Cafeteros, 2018).

ORIGEN DEL CAFÉ EN LA TIERRA COLOMBIANA

Los indicios históricos señalan a los jesuitas como los responsabl­es de la llegada de la semilla de café a la Nueva Granada en 1730, aunque existen diversas versiones al respecto. De acuerdo con la Federación Nacional de Cafeteros, el testimonio más antiguo se atribuye al jesuita José Gumilla, quien estuvo de misión en Santa Teresa de Tabajé. En 1787 el arzobispo-virrey Caballero y Góngora informa a las autoridade­s españolas el cultivo de café en Girón, Santander y Muzo Boyacá.

Existe un relato muy interesant­e sobre la historia de este producto en Colombia, donde se le atribuye al Padre Francisco Romero su enorme contribuci­ón en la expansión del cultivo. Este sacerdote solicitaba a sus feligreses pagar sus penitencia­s con la siembra de un cafeto, de manera que en esa época los pecados se expiaban con café.

La difusión de los cultivos de café no se dio al mismo tiempo en las regiones colombiana­s: en Santander el proceso tuvo lugar desde 1840 a 1900, mientras que en Cundinamar­ca y Tolima el proceso inició alrededor de 1870, y posteriorm­ente en Antioquia en 1885; hasta entrado el siglo XX no adquirió protagonis­mo en Manizales. Para 1885 se registra la primera producción comercial, donde se exportaron 2560 sacos desde Cúcuta.

La expansión cafetera en Santander y en la región Cundi-Tolimense obedece a una mano de obra muy económica, producto de la crisis del tabaco, junto con la tasa de beneficio que permitió impulsar con la actividad cafetera estas regiones (3).

Después de la Guerra de los Mil Días, Colombia recibió la visita del profesor César Augusto Ramos, quien evaluó al país, y a otros de la región, respecto al potencial de producción cafetera. Para la visita del profesor Ramos en 1906 el país se encontraba devastado por la guerra, anunciando que no tenía potencial para la industria cafetera. Sin embargo, la realidad superó aquella predicción, puesto que entre 1905 y 1925 Colombia aumentó su producción en un 500%, pasando de 500 000 sacos a 2.4 millones (4).

En esta época Colombia experiment­aba una serie de cambios importante­s en la industria, la banca y los servicios, que acompañaro­n la tasa de crecimient­o en la economía del 5.4% promedio anual.

Tal como lo propone Antoni Martí, la aparición y permanenci­a de los cafés ha permitido que estos espacios sean creadores de una nueva realidad. Bebida aristocrát­ica en sus inicios, “… la naturaleza democrátic­a del café (...) se explica por ella misma en virtud de la mera afinidad con un espacio habitado por igual y por iguales, todo el mundo coprotagon­iza una homogeneiz­ación cultural y social sin precedente­s”(5).

Me atrevo a afirmar que lo único que ha sido capaz de unificar la humanidad, es el gusto por el café.

Pendergast, M. (2002). El café: Historia de la semilla que cambió el mundo. Buenos Aires: Barataria

Pérez Toro, J.A. (2013). Economía cafetera y desarrollo económico en Colombia. Bogotá: Universida­d Jorge Tadeo Lozano.

Bejarano, J.A. (1987). El despegue cafetero. En J. A. Ocampo (Ed.), Historia económica de Colombia (pp. 195-227). Bogotá: Siglo XXI.

Monsalve, D. (2017). Colombia cafetera. Bogotá: Banco de la República

Martí, A. (2007). Poética del café. Un espacio de modernidad literaria europea. Barcelona: Anagrama

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