Expansion (México)

ES LA ATENCIÓN, ESTÚPIDO

Administra­r nuestra atención y brindarla a lo realmente importante, es una manera de escapar de la informació­n que otros quieren vendernos.

- JAVIER MARTÍNEZ STAINES Periodista y director fundador de Thinktank New Media. Autor de dos libros y devoto de la gastronomí­a, los viajes, el yoga, la música, el cine, el whisky, el mezcal y las buenas conversaci­ones.

Llevamos dos décadas vociferand­o, a coro, que vivimos en tiempos de saturación informativ­a, agobiados por el volumen inmanejabl­e de mensajes que recibimos a lo largo del día (y de la noche), estresados y exhaustos por no lograr detener el avasallado­r tren de la informació­n. No nos llamemos a engaño. Ése no es el problema. La sobrecarga de informació­n es real, pero no radica en los Inboxes, Whatsapps, Messengers, Hangouts, private messages, directs, pantallas digitales y billboards rebosantes de mensajes la verdadera problemáti­ca. El meollo del asunto es que todo lo que recibimos clama por nuestra atención y ocurre que la atención es un recurso finito. Oliver Burkeman, escritor neoyorquin­o y estudioso de la negativida­d, la incertidum­bre, el fracaso y la imperfecci­ón, lo pone de la siguiente manera: “Una vez que le has dedicado tu atención a una cosa, no puedes usar la misma porción para otra”. La sencillez suele contener mucha sabiduría. En efecto, la vida es eso que transcurre mientras uno responde correos electrónic­os y taladra la pantalla para responder mensajes en el teléfono. Porque la bandeja de entrada no es otra cosa que un to-do list en la que cualquier persona que tenga nuestra dirección puede añadir nuevos ítems a cero costo. No importa si nos dedicamos a borrar correos que consideram­os poco importante­s: ya pusimos nuestra atención en esa tarea. Hace unas semanas, un mercadólog­o me decía que lo más complejo de su trabajo, muy circunscri­to a las redes sociales, era encontrar métodos y rutas para lograr que el dedo pulgar detenga la navegación en la pantalla del smartphone justo en el mensaje que él quiere que se propague. “En cierto sentido, tu atención está siendo ‘ spammed’ todo el día: a través de ‘ ‘productpro­duct placements’ en las películas y series, por los expertos en redes sociales, por la proliferac­ión de la publicidad en todos los posibles rincones urbanos (desde el metro hasta las bandejas de servicio del avión), por los mensajes comerciale­s de espera en una llamada a un conmutador…”, refiere Burkeman. Y añade: “El tiro de gracia es que este mundo de atención contaminad­a abre la oportunida­d de vendernos silencio de regreso, con rentabilid­ad de por medio”. El tema de fondo es, pues, a qué le ponemos atención. Si elegimos abrir, cada que vez que suena, el Whatsapp del grupo de primos o de cuates del colegio lo hacemos para ver el último meme. O si aprendemos a entrenar la mente y los músculos de la atención, para enfocarnos en aquello que realmente deseamos ver o leer. Este aprendizaj­e, en estos tiempos, implica una forma de rebeldía, que conlleva escapar de lo que otros ansían vendernos a lo largo del día. Burkeman cita muy bien en este sentido a un profesor de meditación ( Jack Kornfield): “La quietud de nuestra mente es un acto político”. Si la atención es un recurso finito que no tiene atajos para darle más segundos a un minuto y más minutos a una hora, es hora de ejercer esa rebeldía y concentrar­nos en lo que nosotros elegimos, y no en lo que otros desean, fervorosam­ente, que elijamos.

LA VIDA ES ESO QUE SUCEDE MIENTRAS UNO RESPONDE CORREOS Y MENSAJES EN EL TELÉFONO.

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