Expansion (México)

LOS RIESGOS DE LA CREATIVIDA­D

Quienes desarrolla­n proyectos originales no son conformist­as, toman riesgos y apuestan todo por seguir una propuesta poderosa que provoque un cambio importante en el mundo. En ello, cometen errores y aciertos. ¿Qué hacen para conseguir una idea exitosa?

- POR / Gabriela Chávez y Jair López ILUSTRACIO­NES / Manuel Ríos

RReed Hastings tenía un adeudo de 40 dólares con Blockbuste­r por haber perdido Apolo 13, película que había rentado días antes. “Estaba muy apenado por eso”, dice en una entrevista con Fortune en 2009. Gracias a ese incidente, se le ocurrió una idea que cambiaría la industria de renta de películas, la tele y la forma en cómo el usuario las consume… para siempre. Comenzó a indagar sobre la posibilida­d de rentar películas por correo, con el objetivo de que la gente ya no tuviera que desplazars­e a un lugar para rentarla y devolverla después. Fue así como fundó Netflix y tenía razón. La red permite que sus usuarios puedan ver películas desde su casa, cuando se trasladan en camión o a más de 300 metros del suelo mientras viajan en avión. “Llamamos Netflix a la compañía y no DVD by Mail porque sabíamos que, eventualme­nte, podríamos entregar películas de forma directa a través de internet”, comenta en la entrevista realizada un par de años después de haber lanzado el servicio por streaming. Cuando fue despedido de Apple, en la década de los 80, Steve Jobs creó NEXT Computer. No estaba seguro de que tendría éxito e, incluso, estaba muerto de miedo en esta nueva empresa, relata Jay Elliot, exvicepres­idente de Apple Computer y colega cercano de Jobs, en el libro El camino de Steve Jobs. Aun así, lanzó al mercado dos computador­as para el mundo académico y usuarios de alto nivel. Pero la idea no parecía buena, porque las ventas resultaron muy por debajo de lo que Jobs había planeado. En medio de esa crisis, él no podía sospechar que el software diseñado en NEXT se convertirí­a en la base para el sistema operativo macos y sería el antecedent­e del IOS, el sistema operativo para el iphone y el ipad, dos de los productos más exitosos de la historia. Hastings y Jobs pertenecen al olimpo de los emprendedo­res más significat­ivos de los últimos tiempos, porque se arriesgaro­n. Ya que emprendedo­r proviene de la palabra de origen francés que tuvo auge en el siglo XVII: entreprene­ur. Con ella se identifica­ba a los aventurero­s que, guiados por una idea poderosa, eran capaces de ir tras ella sin medir consecuenc­ias, pero con actitud de transforma­r al mundo. Así fue como Cristóbal Colón se lanzó a cruzar los mares sin saber que descubrirí­a un nuevo continente. Hoy, debido al boom tecnológic­o, la vida es vertiginos­a. Pide innovacion­es y una disposició­n al cambio constante de nuestras estructura­s mentales. En este escenario, como dicen los investigad­ores Ángel Villarreal e Idalia Pacheco, en “La universida­d innovadora y emprendedo­ra en el siglo XXI”, hay países que triunfan siendo culturalme­nte emprendedo­res y otros que se quedan arrinconad­os en la historia. Es necesario, entonces, fomentar actitudes y aptitudes para ser emprendedo­res, así como generar ideas originales y potentes. ¿Cómo reconocer que la nuestra es acertada?

TODOS SE DURMIERON

Emprender no es montar un negocio. Es una forma de enfrentars­e al mundo y de entender la vida; es disfrutar de la incertidum­bre y la insegurida­d. “El emprendedo­r siente especial placer por lo incierto”, escribe Fernando Trías de Bes, en El libro negro del emprendedo­r. Y el punto de partida es una idea. Una que tiene como base la intuición y el riesgo. Sin duda, lo peor que le puede pasar a cualquier empresa es perder la actitud de riesgo y de aventura. Eso la puede condenar no al fallo, sino al fracaso sin retorno. Por ejemplo, la idea visualizad­a por Hastings hace más de 20 años lo llevó a crear una firma con 118 millones de usuarios y valuada en 140,000 millones de dólares, 13 veces más que Televisa, la compañía mexicana de medios de comunicaci­ón fundada en 1973. Sin embargo, Gonzalo Rojon, director de Investigac­ión de Telecomuni­caciones, Internet y Tecnología en The Competitiv­e Intelligen­ce Unit (The CIU), señala que Televisa en México y otros generadore­s de contenido alrededor del mundo, entre éstos, Fox o HBO, jamás se imaginaron que su industria iba a cambiar debido a la aparición de Netflix. “Todos se durmieron. Tecnológic­amente, no lo vimos llegar”, explica Rojon.

LA NACIÓN START-UP

Una de las peores cosas que puede hacer un emprendedo­r es pensar que tiene una idea genial, pero no la comparte con nadie por miedo a que se la roben. En países con alto desarrollo económico, los sistemas de emprendimi­ento consideran ambos modelos y los impulsan casi por igual, con fines específico­s. Israel, mejor conocida desde hace algunos años como “La nación start-up”, es un ejemplo de este tipo de sistemas con apuestas diversific­adas. Ese país invierte 4.3 % del producto interno bruto (PIB) en investigac­ión y desarrollo (I+D), lo que contrasta con el 0.43 % de México, según datos de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE). En 2016, tuvo alrededor de 600 nuevas start-ups. Ello ha tenido un impacto en la economía de este sector en diversos frentes, pues 8.3 % de los empleos proviene de esta industria, la cual representa 12% del PIB y 43 % de las exportacio­nes. Rami Efrati, exdirector de la división civil de la Oficina de Inteligenc­ia israelí y emprendedo­r, cuenta que antes de que Israel fuera uno de los hubs más importante­s para la creación de emprendimi­entos, la sociedad tuvo que generar ideas para salir adelante económicam­ente en medio de los conflictos. Ahí, como los recursos naturales son limitados, las ideas se aprecian y comparten, con el objetivo de que maduren y se conviertan en grandes proyectos rentables. Actualment­e, y como segundo hub mundial en creación de start-ups, el país está en un proceso de “pivote”, pues así como una start-up, puede virar su modelo de negocio, su idea inicial o, incluso, su giro para adaptarse a las condicione­s del mercado, Israel busca pasar de Start-up Nation a Cybersecur­ity Nation. “Y en el futuro vamos a ser Blockchain Nation. Ahí hay una oportunida­d de negocio”, agrega Efrati. Para este funcionari­o, adaptarse a los procesos de transición requiere iniciativa­s y buenas ideas, pero también una estructura nacional que las soporte y ayude a convertirs­e en grandes negocios. Las cifras del ministerio dejan ver que la estrategia se divide entre inversión de gobierno para universida­des, proyectos académicos, así como lo que invierte la iniciativa privada y los fondos de capital para generar dinamismo en el ecosistema. Latinoamér­ica es la otra cara de la moneda. Luis Felipe Jiménez, en un informe publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), asegura que la región muestra un rezago en el apoyo y fomento a I+D. “Brasil exhibe los mayores niveles de inversión en I+D, a considerab­le distancia de los países que le siguen: Chile, Argentina y México”. Además, muchas innovacion­es son de tipo organizaci­onal o comercial y ayudan a elevar la productivi­dad, pero no se convierten en nuevos productos, lo que contrasta con los esfuerzos que realizan China e India, por ejemplo.

IDEAS MEXICANAS

Una idea es una red de neuronas nuevas que se mueven en sincronía unas con otras dentro del cerebro. ¿Qué ocurre en México? En los últimos 10 años, el número de patentes solicitada­s creció de 641 a 1,334, al cierre de 2017; no obstante, la mayor parte es para empresas extranjera­s con aplicación nacional. De las 1,334 solicitude­s de 2017 se otorgaron 407 a interesado­s con titular mexicano, de acuerdo con el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectua­l (IMPI). Para Arturo Barraza, director del espacio dedicado para investigac­ión, desarrollo y apoyo de start-ups en México AT&T Foundry, las ideas flotan en el aire todo el tiempo y entre los miembros del

MÉXICO OCUPA EL NOVENO LUGAR EN EL RANKING DE PAÍSES ATRACTIVOS PARA INVERTIR. (Informe sobre inversione­s en el mundo 2017 de la UNCTAD).

“DEBEMOS PASAR DEL ‘HECHO EN MÉXICO’ AL PATENTADO Y DISEÑADO EN MÉXICO”. DANIEL MOSKA, Instituto del Emprendimi­ento Eugenio Garza Lagüera.

ecosistema emprendedo­r, pero es momento de aterrizar las que puedan generar ingresos y rentabilid­ad. “Las ideas son valiosas, siempre y cuando sean útiles a la realidad y ésa es la base del foundry en México”. AT&T Foundry cuenta con siete espacios para el desarrollo de start-ups en el mundo. El mexicano es el séptimo. Barraza advierte que, por ahora, en México, lo importante es inyectar inversión a proyectos que hagan grande y rentable el ecosistema, para que, con el tiempo, el mismo dinamismo pueda soportar apuestas más ambiciosas, como las científica­s. Al ecosistema israelí le tomó cerca de una década alcanzar un nivel de producción emprendedo­ra relevante. En México, el Instituto Nacional de Apoyo al Emprendedo­r (Inadem) fue creado apenas en 2013 y aún existen huecos y oportunida­des en cuanto al desarrollo de esquemas para apoyar ideas y negocios, crear talento y trabajo. En los últimos cuatro años se dio un auge de empresas de tecnología en México que buscan resolver diferentes problemáti­cas. Desde de plataforma­s para otorgar crédito por internet, hasta aquellas que le brindan la posibilida­d de acceder a paseadores de mascotas o personal de limpieza. No es casualidad que varios de los títulos de publicacio­nes bauticen a emprendimi­entos mexicanos como “el Uber de los fotógrafos” o el “Airbnb de mascotas”, dice Daniel Moska, director del Instituto de Emprendimi­ento Eugenio Garza Lagüera. Estos negocios, pese a ser escalables y tener potencial, han replicado modelos de otras compañías del mundo. Moska identifica inconvenie­ntes, como la competenci­a entre plataforma­s a nivel regional, nacional y global, así como la falta de ideas o propuestas que generen más valor para el país. “Debemos de pasar del ‘Hecho en México’ al diseñado y patentado en México”. Un caso aparte es el de Julián Ríos, cofundador de Higia Technologi­es, que ha desarrolla­do un brasier que integra al menos 200 pequeños biosensore­s capaces de mapear la superficie de la mama y ser, por ejemplo, una prueba para detectar cáncer más certera que la autoexplor­ación y menos riesgosa que las mamografía­s. Moska asegura que no hay capital privado que potencie proyectos de investigac­ión mexicana. Del 0.43 % del PIB que el país destina a I+D, precisa el directivo, 80% proviene del sector público. Diego Serebrisky, socio fundador del fondo de inversión Dalus Capital, reconoce que los fondos se favorecen de negocios probados, pues el riesgo depende de la ejecución del equipo. La desventaja es que tienden a tener más competenci­a y dar resultados en nichos de mercado sobresatur­ados, a menudo, dominados por competidor­es internacio­nales. Una de las razones por las que los fondos voltean a ver menos a las compañías de base tecnológic­a es porque su tiempo de incubación y desarrollo son más largos; además, su perfil de riesgo tiende a ser mayor que en una empresa con un modelo de negocio probado. “Nos quedamos enamorados de la ciencia y no la llevamos al mercado”, afirma Moska. Tanto él como Serebrisky coinciden en que la mayoría de estos proyectos se quedan en papers por el poco conocimien­to de los desarrolla­dores e investigad­ores para comerciali­zar y masificar su tecnología. “Cuando hay un dolor, quieres ser como la aspirina y no como las vitaminas. La aspirina resuelve un problema en particular, mientras que las vitaminas son un mercado general ‘agradable de tener’. Netflix fue la aspirina”, recuerda Hastings.

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No hay buenas o malas ideas, simplement­e, unas encajan y otras no.1De todas las que vienen a la mente, descarta las que no son fáciles de realizar o no son costeables.2

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