Expansion (México)

El logro de una meta se facilita con la ejecución: Chris Mcchesney.

De nada sirve la mejor estrategia si, en la ejecución, las tareas importante­s para lograr un objetivo se pierden entre la maraña de urgentes, afirma Chris Mcchesney.

- POR: Puri Lucena

Trazar la estrategia para llegar a una meta es uno de los momentos críticos de un líder. Pero el principal reto no es el diseño, sino su ejecución. La razón es sencilla: la mayor parte de los directivos han sido formados para crear tácticas, no tanto para ponerlas en práctica. Chris Mcchesney, líder de Práctica Global de la Ejecución de la firma especializ­ada en desempeño organizaci­onal Franklinco­vey, trata de acabar con esta situación que, advierte, puede provocar incluso el fracaso en un equipo. En su libro Las cuatro disciplina­s de la ejecución, Mcchesney aborda un conjunto de prácticas para que los equipos logren sus metas. Como punto de partida, aconseja apostar por la simplicida­d. “La ejecución es enemiga de la complejida­d”, asegura. EXPANSIÓN: ¿Por qué ejecutar es tan difícil? CHRIS MCCHESNEY: Porque lo importante siempre sufre debido a lo urgente. Esta dinámica supone un desafío para todos: muchas estrategia­s acaban sin ser ejecutadas, aunque son importante­s, porque no se sienten tan urgentes como el trabajo diario. Así que son retrasadas. Éste el mayor desafío que enfrenta la ejecución.

E: ¿Cómo se logra el balance entre lo urgente y lo importante?

CM: Lo que propone el libro es que los colaborado­res se comprometa­n con objetivos muy enfocados y, a la semana siguiente, reporten sus avances. Son ciclos semanales: cada siete días deben informar. Y lo hacen porque lo han vuelto algo urgente. El tema es volver urgentes los asuntos importante­s. Eso suele hacer que la rueda se mantenga en movimiento. Pero tienen que ser metas que se pueden lograr.

E: En el libro hablas sobre las soft skills que debe tener un líder. ¿Cuáles son?

CM: Las soft skills aparecen en dos puntos: primero, cuando las cuatro disciplina­s son implementa­das, el líder debe tener la habilidad de escuchar las ideas del equipo, no sólo imponer las suyas. Se trata de fomentar la participac­ión. El segundo momento es cuando el programa está en marcha: ahí entra en juego la habilidad de hacer a alguien responsabl­e, sin hacerlo sentir mal. Por ejemplo, si el colaborado­r se compromete con un objetivo y no lo cumple, el líder puede decir: “Si estás en esta situación otra vez, llámame”. Es la forma de hacerle ver que no está bien que el compromiso no se cumpla, pero que le va a ayudar. ¿Cómo puedo lograr que la gente se haga responsabl­e? Hay que hacerles ver que te preocupas, pero que también esperas mucho de ellos.

E: ¿Lo más importante es la comunicaci­ón?

CM: Sí. Las cuatro disciplina­s te proporcion­a una caja, una estructura y reglas para hacerlo. Sabes que cada semana el equipo debe hacer compromiso­s para que se mueva el marcador. Es un compromiso con el líder y el equipo, y la próxima semana tiene que reportar si se logró o no la tarea. Esta estructura es una forma para que el líder esté más cómodo con la responsabi­lidad del equipo. Y, claro, la comunicaci­ón lo es todo.

E: ¿Cuánto tiempo toma implementa­r esta estrategia?

CM: Un equipo puede lograrlo en un mes. Mientras que una organizaci­ón con múltiples equipos, generalmen­te, requiere alrededor de seis semanas para alinear los procesos, así como entrenar al líder y a los equipos. En seis semanas puedes tener a toda la organizaci­ón funcionand­o en este esquema semanal.

E: ¿Y qué tan rápido se ven los resultados?

CM: Se puede ver tracción en dos meses. No significa que los resultados estarán en dos meses, sino que las acciones principale­s moverán al resto y todo se impulsará. En el momento en el que el equipo ve que funciona, tienes una victoria, porque la gente empieza a entusiasma­rse.

E: ¿Hay un proceso paralelo para disminuir actividade­s, a fin de concentrar­se en lo importante?

CM: Hay una perspectiv­a psicológic­a interesant­e aquí. La gente no reduce sus actividade­s hasta que las cosas importante­s empiezan a mostrar progresos. No las dejan para hacer lo importante, sino una vez que esto empieza a dar resultados. Y un aspecto más: algo en lo que algunos líderes son buenos es en proteger a los equipos de las distraccio­nes: cualquier tarea que alguien más le quiera asignar al equipo debe pasar por él, así, evita añadir actividade­s que los desvíen del progreso.

E: También señalas que no todas las buenas ideas deben implementa­rse desde el primer momento. ¿Cómo se sabe cuándo se pueden poner en marcha?

CM: Es una decisión que tiene que tomar el líder. ¿Cuántas cosas puedo abordar que requieran cambios significat­ivos en el comportami­ento de las personas? Ésta es una pregunta importante. ¿Puedo tener a una parte de mi organizaci­ón enfocada en una meta y a otro grupo en otro objetivo diferente, o necesito todo el foco en una misma meta? Éstas son decisiones difíciles, porque hay un número limitado de recursos.

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EN EQUIPO. Chris Mcchesney recomienda involucrar a los colaborado­res en las metas y en su sistema de medición.

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