Expansion (México)

“First We Take Montreal”

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Exploramos los callejones de Montreal para descubrir el legado que dejó Leonard Cohen en su ciudad natal y que hoy lo abraza más que nunca.

Una sala oscura y de madera, con micrófonos que cuelgan desde el techo, emite un eco que se escucha en todos los pasillos del Museo de Arte Contemporá­neo de Montreal. Se trata de un coro de asistentes a la exhibición “A Crack in Everything” que al unísono murmullan “Hallelujah”, el más famoso y reinterpre­tado himno del franco-canadiense Leonard Cohen; y que provoca lágrimas –si no sollozos– en cualquiera que entra a ese espacio. Pareciera que el museo es sólo un microunive­rso de fans de Cohen, pero al recorrer las calles de Montreal (que este año cumple 375 años de haberse fundado), es evidente que el poeta está en todas partes. La ciudad lo ha convertido en un santo venerado, desde las tiendas de discos y librerías hasta murales y pósters de todo tamaño que lo inmortaliz­an. Así se cumple la profecía de su inclusión en el Rock & Roll Hall of Fame (2008): “Su música y sus palabras resonarán para siempre”. Para conocer el Montreal de Leonard Cohen, seguí los pasos del músico por los lugares que frecuentó toda su vida. Primero, en la zona anglófona de Westmount, donde creció, hijo de una prominente familia judía, al suroeste del parque Mont Royal. En 1951, se enroló en la Universida­d Mcgill, un sitio que marcó los inicios de su carrera como poeta. Fascinado por Federico García Lorca e inspirado por Walt Whitman, Henry Miller y su profesor Irving Layton, Cohen publicó su primer libro de poesía en 1956. Para ese momento, su vida diaria transcurrí­a en el vecindario Le Plateau-mont Royal. Ahí compró la casa a la que siempre regresaría, frente al pequeño Parc du Portugal, y salía a caminar todo el boulevard St. Laurent lleno de vida. En la zona, Bagel Etc, era uno de sus spots de desayuno y The Main Deli, un favorito para cenar. Si uno continúa caminando por este barrio –conocido como Mile End– en dirección sur hacia el Vieux Port, a la izquierda se topa con la Place des Arts, un complejo de cines, teatros y museos que laten como el corazón de Montreal. Ahí, la exhibición de Leonard Cohen en el MAC ha atraído a más de 300,000 visitantes de todos los rincones del mundo. Y a partir de junio, “A Crack in Everything” se irá de gira para ostentar a su santo patrono en museos de Nueva York, San Francisco, Copenhague, Praga y la Ciudad de México. “Durante décadas proveyó al mundo de melancólic­as pero urgentes observacio­nes sobre la condición humana”, señala la curaduría de la exposición que pronto llegará a México. Pero antes de que lo haga, para entender esta religión llamada Leonard Cohen, vale la pena una visita a su ciudad; en donde deja un legado colosal como poeta, como músico, pero, sobre todo, como vecino gitano, que fue y vino por décadas. Incluso después de su muerte custodia cada rincón de Montreal.

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DE VUELTA A CASA El músico canadiense vivió en la isla griega Hydra, Nashville, Los Ángeles y Nueva York, pero siempre regresaba a Montreal. Falleció el 7 de noviembre de 2016.
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1420 CRESCENT STREET Este mural de 1,000 metros cuadrados (basado en una foto de su hija Lorca Cohen) se creó para honrar el primer aniversari­o de su muerte.
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UNIVERSIDA­D MCGILL Aunque no fue académicam­ente destacado, aquí Cohen publicó su primer libro de poesía, Let Uscompare Mythologie­s.

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