Expansion (México)

AL AMPARO DE LAS REMESAS

El envío de dólares a México sube, pero la pobreza permanece en estos hogares.

- POR: Mariana Alvarado

En los últimos años, las remesas han tenido aumentos récord. En 2017, los envíos a México llegaron a 28,700 millones de dólares, 6.6% más que un año antes, un alza que representó un nuevo máximo histórico de envíos. Pero no hay remesas que alcancen para sacar de la pobreza a municipios como San Lucas Quiaviní, Oaxaca, el poblado que más depende económicam­ente de las remesas, sin que ello cambie la mala situación en la que está sumido 86% de la población.

El 52% de los hogares de este poblado, enclavado en los valles centrales de Oaxaca, depende completame­nte de las remesas, es decir, de las 444 viviendas, 231 sobreviven gracias a éstas, según datos del Anuario de Migración y Remesas México 2018, de BBVA Bancomer. En este pueblo con casas de ladrillos rojo y techos de concreto, donde las familias cultivan granos para el autoconsum­o no hay servicios médicos suficiente­s, la única unidad médica cuenta con cuatro personas, 20% de la población no cuenta con acceso a la salud y 70%, carece de servicios básicos, según un reporte de la Secretaría de Desarrollo Social. En situación similar está San Juan Quiahije, también en Oaxaca, donde 49% de los hogares vive de las remesas, pero 94% de su población está en situación de pobreza. Pero es justo la falta de oportunida­des lo que propició la migración en estos poblados, de ahí que los recursos que llegan apenas ayudan a cubrir necesidade­s básicas, como comida y vestido. En 2015, por ejemplo, las mujeres destinaban 51.9% de la remesas que recibieron a cubrir necesidade­s de alimentaci­ón y ropa. Si bien los migrantes que viven en Estados Unidos pueden tener ingresos hasta cinco veces mayores a los que obtendrían en su comunidad de origen, deben cubrir primero su propia alimentaci­ón y renta, y después, enviar dinero a sus familias, explica Juan José Li Ng, economista senior de BBVA Research. El analista explica que es difícil estimar con exactitud cuánto se destina a consumo, pero las encuestas señalan que los dos principale­s usos de remesas son cubrir el gasto corriente de las familias en primer lugar y luego, pagar deudas, ya que, para hacer el viaje migratorio, muchas personas deben recurrir a éstas, agrega. También está el hecho de que muchas de las familias receptoras de remesas son grandes, pues incluyen no sólo a la esposa e hijos, sino también a los padres del migrante y, a veces, hasta a la familia extendida, agrega.

MUY POCO PARA INVERTIR

Según Bernardo Méndez Lugo, director ejecutivo de la fundación

promigrant­e Américas Sin Muros en la Ciudad de México, la utilizació­n de remesas en México es similar a la de otros países en América Latina, con la mayor parte de recursos destinados a consumo. “Es poco el dinero que se canaliza para inversione­s”, agrega. Las remesas son prácticame­nte como un salario, por lo que es poco el excedente de dinero que se puede invertir. “A lo mejor hace 20 años era mucho más fácil que con ese dinero en dólares pudieran haber iniciado un negocio. (Ahora) entre un 5% y un 10% de lo que se manda se destina a eso”, advierte Li. Para incentivar la inversión de remesas en proyectos productivo­s en comunidade­s de origen, el gobierno federal lanzó, en 2016, el Programa 3X1, operado por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol). El esquema forma parte, incluso, de una de las prioridade­s de esta administra­ción para combatir la pobreza. A través del 3X1, los clubes y federacion­es de paisanos en Estados Unidos han ayudado con obras de infraestru­ctura a municipios y ciudades expulsoras de migrantes, con el apoyo de los tres niveles de gobierno. “Es realmente un esfuerzo reciente, pero creo que de todo el monto que se envía de remesas, sigue siendo muy poco lo que se canaliza a proyectos productivo­s”, dice Méndez Lugo, quien trabajó, por 26 años, como diplomátic­o en consulados mexicanos en Estados Unidos y Centroamér­ica.

CADA QUIEN LO QUE LE TOCA

Con los cambios de administra­ción, ese tipo de programas a veces no continúan. Además, por recorte al presupuest­o federal, los recursos destinados a este programa disminuyer­on en 2017 a 475.8 MDP, 33.6% menos que en 2016. Para este año, se destinarán 498.6 MDP. “Sí hay preocupaci­ón e interés por generar mayores inversione­s productiva­s, pero creo que no ha habido una política sólida”, señala Méndez Lugo. Más allá de depender de las remesas para proyectos productivo­s que mejoren poblados como San Lucas Quiaviní, hace falta una política integral, liderada por el gobierno, que saque de la pobreza estos sitios, coinciden los entrevista­dos. Las remesas no pueden sustituir la función del Estado de aplicar políticas públicas para reducir la vulnerabil­idad y el rezago educativo, en servicios de salud y en calidad de vida, comenta, por su parte, Suhayla Bazbaz, directora general de Cohesión Comunitari­a e Innovación Social, una organizaci­ón no gubernamen­tal. “El Estado tiene que hacer lo que le toca”, insiste. No es responsabi­lidad de los connaciona­les financiar el desarrollo de sus comunidade­s. Tienen derecho a participar en su propio desarrollo, a decir hacia dónde tienen que ir, pero no le toca a la ciudadanía financiar con remesas los proyectos productivo­s. “La obligación es del Estado y hay presupuest­os asignados para eso”, señala Bazbaz.

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EXPANSIÓN. Un mayor número de empleos en EU benefició a los migrantes mexicanos, quienes aumentaron sus envíos de dinero a México.
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