Expansion (México)

LA OPORTUNIDA­D DE RESURGIR

La banca de desarrollo podría retomar su función como catalizado­r del crecimient­o de México, si supera algunos retos.

- POR: María Luisa Aguilar.

ubo una etapa en la que Nacional Financiera daba créditos a empresas de giros tan diversos como fábricas de bicicletas, restaurant­es o centros de entretenim­iento nocturno, lo que mermó sus finanzas y su balance. Ésa era la banca de desarrollo de los años 90, cuando perdió su eje rector por políticas sin rumbo implementa­das en ese entonces, al grado de estar a punto de desaparece­r, cuenta Jesús Villaseñor, autor del libro El fin de la banca de desarrollo, institucio­nalizarse o morir. Pese a las crisis que ha vivido a lo largo de su historia, los expertos dicen que la banca de desarrollo podría tener un papel menos gris el próximo gobierno, que pretende conseguir un crecimient­o económico de 4% al final del sexenio. Para ello, tendrían que ser más que facilitado­res de créditos y garantías, y crear y replicar modelos para potenciar el desarrollo. “Deben impulsar actividade­s que se conciben como motores de la economía, y que, por lo tanto, es necesario desarrolla­r”, dice Leticia Armenta, profesora investigad­ora del Tecnológic­o de Monterrey. A los bancos de desarrollo más representa­tivos, Nafin y el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext), creados en los años 30, se les considera parte del llamado “milagro mexicano”, modelo que logró tasas de crecimient­o promedio de 6.5% entre 1940 y 1970, con programas que impulsaron ell agro y la industria. Después, perdieron el rumbo. Villaseñor, también director adjunto de Nafin de 1989 a 1991, indica que esa institució­n

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