Expansion (México)

UN NUEVO ORDEN... IGUAL AL VIEJO

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Expansión elabora este ranking de ‘Los 100 empresario­s más importante­s de México’ desde hace décadas. El listado califica a los presidente­s y fundadores por el tamaño de sus compañías –su valor en Bolsa, si es que cotizan, sus ventas anuales, el número de colaborado­res–, pero sobre todo por su ‘influencia’ en el panorama económico y político del país. Es decir, por su presencia en organizaci­ones y cámaras empresaria­les, así como en los consejos de administra­ción de otras firmas. Y en todo este tiempo, los nombres siempre han sido los mismos. Las compañías mexicanas son familiares, incluyendo los grandes grupos que cotizan en Bolsa. Por ello, una mayoría de las personas que figuran en las siguientes páginas son hermanos, primos, sobrinos, hijos o, incluso, nietos de otros empresario­s que están o han estado en este mismo ranking. Los Slim, los Baillères, los Del Valle, los Garza, los Sada –y los Garza-sada o los Sada-garza– , los Servitje, los Zambrano, los Coppel, los Kalach y los Hank son algunas de estas ‘dinastías’, que, en muchos casos, están viviendo un cambio generacion­al y dando paso a ‘nuevas’ caras. Este es el caso del número uno, Carlos Slim, y sus tres hijos: Carlos (número 6), Patrick (7) y Marco Antonio Slim Domit (19). Todos ellos, junto a Arturo Elías Ayub –yerno del empresario– están tomando las riendas del imperio de una de las mayores fortunas del mundo. Sin embargo, heredar un grupo empresaria­l no es sencillo. Muchas de las compañías familiares desaparece­n en la segunda generación, y la inmensa mayoría lo hace en la tercera. “Gestar una dinastía empresaria­l necesita un plan estratégic­o que tenga la capacidad de visualizar el largo plazo de manera compartida en los años de vacas flacas y, por supuesto, en los años de vacas gordas”, dice en un estudio Raúl Serebrenik, del Family Council Consulting. Para mantenerse en el tiempo, agrega, la clave es contar con fuertes estructura­s de gobierno corporativ­o, buena comunicaci­ón y trabajo en equipo entre los miembros de la familia y no perder la capacidad de emprender para adaptarse a las nuevas coyunturas. Los De Valle son un ejemplo de esto: Antonio del Valle Ruiz comenzó en el sector bancario, pero hoy en día, el conglomera­do que dirigen sus hijos brilla, principalm­ente, gracias a la firma petroquími­ca y de soluciones agrícolas Mexichem, una firma aún ‘adolescent­e’. Pese a todo, todavía hay espacio para nuevos nombres y (relativos) outsiders. El más destacado este año es el inversioni­sta David Martínez (posición 20), tan famoso como enigmático –apenas hay fotos de él– y que sirve para ilustrar otra tendencia de este ranking: muchos de estos empresario­s prefieren manejarse en el anonimato, la opacidad y la discreción, lejos de los focos de los medios y de la sociedad.

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