CORRUPCIÓN POR IMITACIÓN E:
El economista Nicolás Ajzenman analizó cómo las revelaciones sobre políticos deshonestos impactan en el comportamiento de la ciudadanía.
Solo, frente a una caja registradora, Nicolás Ajzenman marca cada uno de los productos que va a comprar. En el supermercado Harris Teeter, en Washington DC, no hay cajeros ni alguien supervisando que escanee todos los códigos de barras de la mercancía y pague por ella. Si quisiera robar, nadie se daría cuenta. “¿Por qué no lo hago? Porque me parece que está mal y me molesta hacer esas cosas, pero tal vez en otras sociedades a la gente no le parece mal y lo haría sin problemas”, dice el economista argentino e investigador visitante en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Su curiosidad sobre las causas del mal comportamiento, el incumplimiento de reglas y la corrupción, motivó al especialista en economía del comportamiento a realizar la investigación El poder del ejemplo: la corrupción estimula la corrupción. El trabajo, enfocado en México, analiza cómo impactan las revelaciones de corrupción por parte de presidentes municipales en el comportamiento de los alumnos de secundaria en los exámenes estandarizados. El resultado fue que, tras ser revelada esta información, la proporción de alumnos que copiaba aumentaba 10% sobre el promedio. La conclusión: líderes corruptos generan ciudadanos deshonestos. “Es interesante que la gente no sólo se comporta más deshonestamente, sino que parece ‘actualizar’ sus creencias y percepciones sobre lo que está bien y mal tras observar un caso de corrupción”, dice.
EXPANSIÓN: ¿Los ciudadanos deshonestos eligen políticos corruptos o los políticos corruptos establecen las normas para que la sociedad sea deshonesta?
NICOLÁS AJZENMAN: En mi trabajo trato de convencer al lector de que políticos corruptos generan ciudadanos deshonestos y que hay una relación causal en esa dirección. Lo cual no implica que no haya una relación en la dirección opuesta: tal vez ciudadanos corruptos tienen preferencia por políticos corruptos. O peor: sociedades en donde hay una gran cantidad de ciudadanos corruptos tienen más chances de que sus políticos –que son ciudadanos– también lo sean. Todo puede suceder a la vez, la existencia de causalidad en una dirección no la invalida del otro lado. Lo desafiante es poder identificar estos efectos causales.
¿Cuál es el papel de las empresas en la fórmula políticos corruptos-ciudadanos deshonestos?
NA: Uno puede pensar muchas hipótesis: tal vez ya teníamos la percepción de que los empresarios eran corruptos y la nueva información no nos afecta. O tal vez nos decepcionamos porque pensábamos que eran honestos y comenzamos a creer que para progre- sar hay que ser corrupto. O tal vez, los justificamos, especialmente, a los contratistas estatales, y pensamos que tienen que ser corruptos porque así es el Estado. No lo sé. Puede ser una buena idea para una nueva investigación.
E: ¿Por qué normalmente se juzga al gobierno y no a las empresas?
NA: Un par de años atrás te hubiera dado la razón. A partir de lo que pasó con el caso Lava Jato en Brasil, noto algún cambio, con empresarios presos o juzgándose. Sin tener mucha evidencia, basado en percepciones, diría que es cierto que los ciudadanos tendemos a pensar más en políticos que en empresarios cuando pensamos en corrupción. Se me ocurren varios motivos. Muchas veces cuando pensamos en un contratista de obra pública lo vemos, de cierta manera, supeditado a lo que el funcionario quiera. Es decir, pensamos
EN UN JUEGO EN DONDE PARA PROGRESAR HAY QUE SER CORRUPTO, NADIE VA A QUERER SER EL PRIMERO EN QUEDAR ATRÁS.
que el empresario soborna al funcionario porque no le queda de otra; tal vez quisiera ser honesto, pero siéndolo no va a ganar ninguna licitación. Otro punto puede ser que le exigimos al funcionario cosas que no le exigiríamos a un empresario, porque al gobierno lo elegimos y debería rendirnos cuentas. Tal vez del empresario no esperábamos nada bueno, entendemos que va a tratar de hacer todo lo posible para ganar más y es el gobierno el que tiene que limitarlo.
E: Si hay corrupción, ¿es posible construir una empresa sólida?
NA: Es posible, aunque no es el mejor contexto. En un contexto donde hay corrupción, una variable importante que determina el éxito de una empresa es su capacidad de lidiar con esa corrupción, ya sea esquivándola o participando. ¿Qué le conviene más a un empresario, contratar a alguien que le mejore la productividad o a una persona que tenga conexiones con el gobierno? Un argumento similar se puede hacer con el lobby excesivo o con las economías sobrerreguladas. Cuando el empresario pasa mucho más tiempo en los pasillos del gobierno que pensando en cómo ganar mercado o bajar costos, estamos en problemas.
E: La corrupción debilita la capacidad del gobierno para desempeñar sus funciones. ¿Qué produce en las empresas?
NA: Hay excepciones y, en algunos casos, la corrupción puede funcionar como grease in the wheels, especialmente cuando hay demasiada burocracia. Pero, en líneas generales, diría que hace más ineficiente la asignación de los recursos. Hay evidencia que muestra que es una barrera para la inversión, el acceso a recursos financieros e, incluso, aumenta los costos de transacción a las firmas.
E: ¿Cómo se logra que las empresas se den cuenta de que vale la pena invertir en políticas contra la corrupción?
NA: Es bien difícil porque en un juego en el que, para progresar, hay que ser corrupto, nadie va a querer ser el primero en quedar atrás. Creo que un fortalecimiento de las instituciones de control y sanción es fundamental, mostrar que ser corrupto no es gratis. Los factores culturales también son fundamentales y se puede trabajar sobre ellos. La economía del comportamiento ha avanzado en herramientas que buscan apelar a nuestras motivaciones y a nuestras percepciones sobre las normas sociales para reducir nuestro comportamiento deshonesto.