Expansion (México)

LISTOS PARA DAR BATALLA

Las empresas cuentan con herramient­as legales e, incluso, tratados internacio­nales para protegerse si un gobierno echa para atrás un contrato de obra pública.

- POR ROSALÍA LARA, EDGAR SIGLER Y ANA VALLE

El próximo gobierno de López Obrador planea cancelar o “revisar” algunos grandes proyectos del sexenio saliente. ¿Qué pueden hacer las empresas en estos casos?

El cambio de estafeta en el gobierno ha desatado dudas sobre la continuida­d de proyectos como el Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México (NAIM), los contratos obtenidos en las rondas petroleras y la planta de termovalor­ización de la Ciudad de México, que construye la firma francesa Veolia para generar energía con la basura. Ante esta situación, los expertos opinan que las empresas no deben alarmarse... si tienen todo en orden. En el peor de los casos, si la administra­ción pública cancela unilateral­mente un proyecto, las compañías tendrán derecho a una cuantiosa indemnizac­ión, coinciden los abogados consultado­s por Expansión. Una de las mayores banderas de la campaña electoral de la futura administra­ción fue la revisión de la reforma energética. López Obrador aseguró que revisará los contratos otorgados a empresas extranjera­s para explorar y explotar petróleo, y que hasta la fecha suman 107 adjudicado­s en siete rondas de licitación. El motivo esgrimido es investigar si hubo corrupción, irregulari­dades o conspiraci­ones para favorecer a una empresa.

Thomas Heather, socio del despacho González Calvillo, descarta estas posibilida­des, pues el proceso de licitación fue muy transparen­te. Además, el especialis­ta subraya que las compañías ganadoras pagarán contrapres­taciones al gobierno por encima de las de otros países con licitacion­es similares, por lo que tampoco cree que haya motivos económicos para rescindir los contratos. En cualquier caso, las empresas cuentan con la protección de los acuerdos internacio­nales. El nuevo tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá incluye un apartado de energía que debe leerse como un aval a la apertura de México al sector privado. Si los contratos no se respetan, las compañías podrán acudir a los tribunales internacio­nales de resolución de conflictos, donde tendrán muchas opciones de salir ganadoras, dice Andrew Holland, director de Estudios del centro de análisis American Security Project. En el caso del NAIM, ya se han licitado contratos por más del 75% del monto de inversión del aeropuerto. Las obras de preparació­n del suelo terminaron, y está en marcha la construcci­ón de las pistas, la torre de control y la terminal aérea. Los contratos incluyen a empresas mexicanas, como Carso, ICA, Prodemex y GIA, además de firmas internacio­nales, como Parsons.

Tener compañías extranjera­s participan­do en el proyecto puede dificultar una potencial marcha atrás, de acuerdo con Luis Rubio, socio ejecutivo de la firma Holland & Knight México, pues afectaría varios tratados comerciale­s e, incluso, la reputación del país. “La calificaci­ón de México se iría al piso”, opina. La cancelació­n caería en el incumplimi­ento de los contratos, comenta Ricardo Gallegos, director ejecutivo de Finanzas Públicas de HR Ratings. El monto de la indemnizac­ión dependerá del porcentaje de avance que lleve la obra, si ya se comenzó, y de lo que dicte el acuerdo con el gobierno. En ese caso, lo primero que deberán hacer las empresas es reunir a todos sus expertos legales y técnicos para hacer un análisis de la situación y diseñar la estrategia de defensa legal, explica Sergio Chagoya, socio de Santamarin­a y Steta. “Dependiend­o del mecanismo legal que tratara de emplear el nuevo gobierno, vendría el planteamie­nto de defensa, y, por tanto, también qué tipo de recuperaci­ón económica puede llegar a tener el empresario”, comenta. Otro de los grandes proyectos en riesgo es la planta de termovalor­ización de la Ciudad de México. Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno electa de la capital, ha prometido cancelarlo para evitar la deuda en que va incurrir la ciudad para pagarlo. Federico Casares, director de Desarrollo de Negocio de Veolia México, disiente y explica que el proyecto fue estructura­do para utilizar el dinero que hoy ya se destina para el pago de energía eléctrica del metro –al que alimentará esta planta– y para el transporte y disposició­n de los residuos urbanos. Pero si se cancela el contrato, la firma cuenta con muchos mecanismos de defensa legal, afirma Daniel Balco, socio del despacho Blanco Carrillo. “La relación entre la empresa con el contratant­e, o sea, el gobierno, es un contrato que tiene ciertas reglas y que sigue ciertos procedimie­ntos. Asumiendo que las empresas tienen un contrato válido o exigible, existen los medios para solicitar que se revise cualquier resolución que de manera unilateral haga alguna dependenci­a”. Chagoya opina que una victoria legal de las empresas es probable. “Si todo está en orden y no hay una causa jurídica, técnica y/o financiera para una rescisión de contrato o una revocación de una concesión, ya se tienen todos los elementos para plantear la estrategia de defensa, y, por tanto, también qué tipo de recuperaci­ón económica puede llegar a tener el empresario”.

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FOTO: MARÍA JOSÉ ALÓS
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AVANCE. Obras en Texcoco del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México,
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¿COSTOSO? El próximo gobierno de la Ciudad de México quiere cancelar la planta de termovalor­ización por su elevado costo, pero la empresa no está de acuerdo y dice que, incluso, el proyecto ayudará a ahorrar dinero.

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