La globalización avanza a pesar de los países proteccionistas.
Ante los mensajes proteccionistas, más empresas internacionales, es la tesis de los editores de este libro.
La campaña de Donald Trump para convertirse en el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, hace tres años, hizo saltar todas las alarmas. El populismo entonces, antes incluso de que se celebrara el referéndum en Reino Unido para dejar la Unión Europa, se concebía más como un fenómeno característico de América Latina o de países emergentes. Y en ese contexto, nació Business Despite Borders, el libro que Santiago Íñiguez, presidente ejecutivo de la española IE University, y Kazuo Ichijo, rector de la escuela de negocios Hitotsubashi, en Japón, presentan ahora con una tesis principal: a pesar del auge del proteccionismo, la globalización hoy es irreversible. Íñiguez ofrece tres razones para ello: la tecnología, que permite a una empresa, independientemente de su tamaño, vender en cualquier mercado del mundo, además de transmitir conocimiento e ideas; el perfil de los millennials, característicamente global, y el auge del espíritu emprendedor. “El mejor remedio contra la mala política internacional es hacer buenos negocios y promover el fenómeno emprendedor”, asegura Íñiguez. Frente al populismo, el proteccionismo y las barreras comerciales, más buenos negocios, apunta el libro, que recopila artículos de especialistas y académicos mexicanos, españoles, chilenos, italianos, brasileños, peruanos, chinos, japoneses, estadounidenses, filipinos, noruegos y holandeses. Una muestra en las páginas de la obra de la diversidad y la globalización que caracteriza el mundo de los negocios. Íñiguez destaca que hay motivos para ser “relativamente optimistas”, porque las amenazas al libre comercio se están formulando más en el terreno del discurso político, que en estrategias y hechos. “Vemos que se ha llegado a un acuerdo entre Estados Unidos, Canadá y México, que no tiene cambios fundamentales respecto al anterior, y en sólo un año”, apunta el académico. “También vemos amenazas a productos chinos, pero aún no se ha reflejado en una política de acción/reacción. Una guerra comercial no beneficia a nadie y los políticos lo saben”. Por eso, los editores del libro apuestan por que las empresas sigan su vocación de crecer internacionalmente, pese a los posibles obstáculos que encuentren. Y pone un ejemplo: el veneciano Marco Polo fue capaz de hacer negocios en Mongolia en el siglo XIII, sin siquiera hablar el mismo idioma que sus interlocutores. El texto, eso sí, se centra en ejemplos más recientes. “Son empresas con negocios internacionales. Algunas se han renovado, como General Motors, que busca competir con estrategias innovadoras”, explica Íñiguez. Pero también están las chinas Huawei y Haier, que, en pocos años, han conquistado el mundo. “China está tomando el testigo de la innovación, de la tecnología, por lo que plantear un arancel sobre sus productos va a generar que sean más competitivos”, apunta el presidente de IE University. El reto es cómo nos convertimos en países con mayor competitividad que la que tiene China o en qué sectores invierten los países para diferenciarse”.