LA PUGNA POR EL PRIMER LUGAR
Escándalos de corrupción por doquier. Sabemos que involucran al gobierno o a algún partido político, y asumimos que ser diputado, juez o gobernador implica ser corrupto. Pero ¿quién está del otro lado de la ecuación? ¡Sorpresa! Generalmente, una o varias empresas están involucradas en el escándalo, pero pocas veces son el foco de atención. Muestra de ello es que 82% de las investigaciones periodísticas sobre corrupción de los últimos años involucran a compañías privadas en contubernio con los entes públicos, gobierno y partidos, en su mayoría. Las empresas señaladas en las investigaciones suelen ser pequeñas o fantasma, pero también aparecen grandes consorcios con presencia internacional. En más de una ocasión, firmas que están entre las 500 más grandes de México han sido identificadas como parte de grandes redes de corrupción. En no pocos casos, las empresas son copartícipes y cómplices en el desvío de recursos, en el tráfico de influencias y en el cobro de favores, no así, víctimas de la corrupción. Asumimos que sólo el gobierno debe rendir cuentas a la sociedad, pero ésa es una percepción equivocada. Las grandes compañías son el inicio de la cadena productiva, pues detonan procesos productivos con un sinfín de agentes económicos, y son un ejemplo para otras empresas de igual calibre. Tienen una responsabilidad social directamente relacionada con su tamaño. Viven de sus ventas, y le deben gran parte de su éxito a sus clientes, socios y accionistas. Sin embargo, no todo es pesimismo. Observamos que, aun teniendo políticas de compliance completas, muchas empresas buscan mejorarlas, pues existe un interés creciente por posicionarse en los primeros lugares. El grupo de las 21 compañías mejor calificadas en el IC500 obtuvo en 2018 un promedio de 90.2 puntos sobre 100, mientras que en 2017 alcanzaban apenas 82.4. Esta mejora denota que existen empresas poderosas que revisaron sus políticas anticorrupción e incorporaron elementos adicionales. Este grupo demuestra que se puede ser una organización exitosa y, a la par, ser agente de cambio hacia un país con menos corrupción. Además, el número de firmas con altísimos puntajes se sextuplicó. Debemos impulsar una revolución anticorrupción del sector privado desde las empresas más grandes de México. La única forma de disminuir, consistentemente, la corrupción es implementando candados para su prevención, así como sanciones y castigos, tanto en el gobierno como en el ámbito empresarial.