¿Cómo iniciará la era de la izquierda en el poder en México?
Andrés Manuel López Obrador asume la presidencia de la República con la promesa de llevar a México a un nivel superior de bienestar, pero también con dudas y cuestionamientos sobre posibles retrocesos para la democracia.
Después de 18 años de haber iniciado la carrera por la presidencia del país, este 1 de diciembre, Andrés Manuel López Obrador llega al poder para instaurar, por primera vez en México, un gobierno de izquierda. Llega con altas expectativas por la gran bolsa de promesas encaminadas a generar un cambio que se traduzca en un mayor bienestar para la gente más desfavorecida y el combate de frente a la corrupción; pero, de la misma manera, sus políticas de gobierno generan grandes dudas. Pero ¿qué esperar de la administración que inicia? Para unos, la izquierda que toma las riendas del país es parte de una corriente de gobernantes que pasó por América Latina y que tuvo malos resultados, con altos niveles de corrupción, retrocesos en la democracia y en derechos humanos, mientras otros opinan, que lo que llega no es propiamente un gobierno de izquierda. “Es una izquierda populista, peligrosa para la democracia mexicana, (...) es un régimen que va a polarizar al país”, considera el politólogo José Fernández Santillán, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias. Pero para el académico del Tecnológico de Monterrey Gustavo López Montiel, el modelo que representa López Obrador no entra en una definición de izquierda propiamente, ya que “amalgama” distintas ideologías, que van desde corrientes socialistas hasta posturas de corte muy conservador. Para Juan Luis Hernández, director de Ciencias Sociales de la Ibero Puebla, se trata de un modelo “amloísta” que agrupa todo tipo de ideologías, pero en torno a su persona.
¿RIESGO DE UN RETROCESO?
En los cinco meses que han pasado desde su triunfo, López Obrador se apoderó de la agenda pública, dejando en segundo plano al gobierno saliente, encabezado por Enrique Peña Nieto. Sus decisiones, considera Hernández, ya muestran un esbozo de lo que se verá en su gobierno y aplaude que se termine con la figura gerencial de los mandatarios. “Hacía décadas que no había un presidente que, no estando en funciones, cuestionara las reglas del juego de los mercados o del poder económico”, señala.
Decisiones como la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco a partir de una consulta cuestionada, los cambios en la estructura de gobierno con un enfoque centralizador, el nombramiento de un fiscal general que aun puede ser removido por el presidente o la formación de una Guardia Nacional encabezada por militares despiertan temores sobre posibles retrocesos en materia democrática y de derechos humanos. “Dimos un salto para atrás por lo menos de 30 años, (...) lo que ahora está haciendo y anunciando es que va a practicar la democracia directa, que es la democracia plebiscitaria supuestamente más representativa que la democracia institucional, pero no es cierto”, advierte Fernández Santillán. En el tema de libertades, uno de los aspectos que preocupan es la postura que el nuevo presidente ha mostrado hacia los medios que son críticos con sus acciones, a los que ha calificado de “conservadores”. “La postura que ha tenido con respecto a algunos medios ‘prende focos’ en términos de la libertad de expresión en el país”, considera López Montiel.
¿Y LOS CONTRAPESOS?
De acuerdo con los analistas, otro aspecto que podría estar en riesgo es que al ampliar las capacidades del Estado quede restringido el papel de la sociedad civil, para incidir en políticas públicas. Con una mayoría legislativa dominada por su partido y una oposición desdibujada ante la falta de liderazgos, López Montiel dice que el nuevo mandatario inicia su gobierno sin contrapesos que puedan meter freno a sus decisiones. Para Hernández, existen tres sectores que deben mantener una postura crítica hacia el nuevo gobierno: el PAN, que buscará tener una postura de contraste hacia las acciones de la nueva administración; los empresarios, que puedan verse afectados ante nuevas políticas o cancelación de obras, y una sociedad civil que, poco a poco, debe cobrar mayor relevancia. “No veo para nada a un gobierno de López Obrador solo en la vida pública. Todo lo contrario, va a haber oposición en distintos frentes, en distintos puntos y con distintas agendas”, señala.