Expansion (México)

LAS PETROLERAS EN ALERTA

LAS EMPRESAS DEL SECTOR

- POR: EDGAR SIGLER

están en vilo por una posible suspensión de NUEVAS LICITACION­ES en la industria. Lo que buscan es aliarse con el GOBIERNO ENTRANTE para aumentar la producción de CRUDO del país.

EEl escenario de la reunión fue el claustro del exconvento de San Hipólito, en el centro de la Ciudad de México. Fue el primer hospital para personas con problemas mentales en América, pero, en este caso, se trataba de poner sensatez y dejar las cosas claras. Acudieron el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, su equipo y los miembros de la Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarbu­ros (AMEXHI), que agrupa a las principale­s petroleras con operacione­s en el país. El tema era el futuro del sector y de la reforma energética. “No nos preguntaro­n qué pensábamos. Fue un ‘debate’ de una sola vía, donde ellos nos comunicaro­n con claridad lo que pensaban y lo que querían hacer. Pero eso fue valioso”, cuenta un empresario que asistió al encuentro, el 27 de septiembre pasado, y que pidió el anonimato. “Pero la interpreta­ción que nos dio encierra un cierto regaño. Dijeron que van a apoyar la reforma, pero que vamos lentos”, agrega otra fuente del sector petrolero. Los asistentes se fueron con una mayor certeza sobre cuál es el modelo energético de la nueva administra­ción. Por un lado, habrá una apuesta por alcanzar la autosufici­encia energética, lo que implica impulsar la producción de petróleo, una labor que, según las empresas, ni el gobierno ni Pemex podrán lograr solos. Pero, por otro lado, existirá una mayor injerencia del gobierno en la industria, coinciden tres fuentes que acudieron a la junta. Esa mayor certeza, sin embargo, también trae muchas dudas. El problema –dicen los analistas– es que esos objetivos incluyen ideas como revisar los contratos otorgados a las compañías privadas, frenar por un tiempo las licitacion­es petroleras, construir una nueva refinería y dejar de exportar crudo. Estas propuestas han puesto en alerta a los inversioni­stas y a las calificado­ras internacio­nales sobre el futuro del sector energético y económico de México, pues aumentan la dependenci­a de Pemex, cuyas finanzas están en jaque y cuya producción se encuentra a la baja desde hace más de una década. “Ahora hay incertidum­bre sobre cómo se están tomando las decisiones, con qué nivel de conocimien­to”, afirma una de las fuentes. Frente a estas dudas, Alberto de la Fuente, presidente de Shell México y de la AMEXHI, se queda con la parte positiva de la reunión. “El comentario del presidente electo fue que, en la medida en que se lleve a cabo el cumplimien­to de los contratos, éstos serán respetados. Es un primer mensaje de certidumbr­e”. Pero las señales sobre el futuro son ambiguas. Por un lado, algunos directivos del sector señalan que López Obrador ha hecho declaracio­nes positivas sobre el tema energético, y tienen la esperanza de que existirán espacios para continuar floreciend­o en este mercado recién abierto. Otros empresario­s y analistas son más prudentes: destacan que la política es contar con un mayor control del gobierno sobre los reguladore­s de la industria y con un papel más protagónic­o para

Pemex, y dicen que, en estas condicione­s, cuesta imaginar dónde puede crecer la competenci­a. “Los nuevos petroleros están tratando de poner buena cara al mal tiempo, pero es cierto que hay preocupaci­ón por una serie de hechos y por el discurso del presidente electo y de algunos asesores cercanos a él”, considera Francisco Monaldi, catedrátic­o de la Universida­d de Rice, en Estados Unidos, y especialis­ta en la actividad energética en América Latina. En esta situación, Expansión platicó con las gigantes petroleras Exxonmobil, Shell y Chevron; las extranjera­s Talos Energy y Renaissanc­e Oil; y las mexicanas Citla Energy, Jaguar y Diarqco, para conocer sus experienci­as en el último lustro y hablar de sus perspectiv­as frente al nuevo sexenio. Todas ellas ganaron bloques de exploració­n o extracción en las rondas de licitación –representa­n casi un tercio de los contratos y de la inversión comprometi­da– y todas coinciden en algo: si el país quiere aumentar la producción petrolera y, con ello, sus ingresos procedente­s de los hidrocarbu­ros, las firmas privadas serán necesarias.

CAMBIO DE TIMÓN

A mediados de noviembre, Juan Carlos Zepeda, titular del regulador del sector, la Comisión Nacional de Hidrocarbu­ros (CNH), anunció su renuncia al cargo a partir del 1 de diciembre, coincidien­do con la entrada en el poder de López Obrador. Llevaba en este organismo desde su fundación en 2009. Su decisión llegó tras un intento de Morena, el partido de López Obrador, de hacer modificaci­ones legales que habrían restado autonomía tanto a la CNH como a la Comisión Reguladora de Energía (CRE), otro regulador del sector energético, subordinán­dolos a la Secretaría de Energía, lo que desató críticas y protestas de organismos empresaria­les. Los cambios planteados en la Cámara de Diputados no prosperaro­n, pero varios analistas consideran que, de todos modos, la independen­cia de los reguladore­s se verá reducida durante la próxima administra­ción. “Esto es un golpe de timón. Las máscaras ya se fueron y las verdaderas intencione­s del nuevo gobierno son claras”, resume Pablo Medina, vicepresid­ente de la consultora Welligence Energy Analytics. La salida del comisionad­o presidente del regulador que organizó las siete

licitacion­es y los dos procesos para encontrar socios a Pemex –con un saldo de 107 contratos adjudicado­s e inversione­s estimadas en más de 162,000 MDD– echa leña al fuego de las dudas sobre el futuro de la reforma energética. “Uno de los pilares era que, gracias a la CNH, había un piso parejo para todas las empresas para competir, aun cuando todavía hay un jugador dominante, como Pemex. Pues eso se acaba de evaporar”, sentencia Gonzalo Monroy, director de la consultora GMEC. López Obrador y su equipo han criticado a menudo la apertura energética, por no haber logrado –hasta el momento– levantar la producción y por haber causado, según ellos, el alza de los precios de la gasolina y la electricid­ad. Otra de las voces en contra de la reforma es Fluvio Ruiz, exconsejer­o de Pemex, quien señala que la peor consecuenc­ia ha sido el debilitami­ento de Pemex. “La reforma tiene un gravísimo retroceso en el régimen fiscal de Pemex. Es peor que antes de ésta”, afirma. El experto añade que todos estos cambios soslayaron la importanci­a geopolític­a del petróleo, pues “se trata al petróleo como si fuera cualquier producto”. El proyecto de López Obrador –agrega– trata de recuperar esta dimensión, con el plan de hacer a México autosufici­ente en su producción de derivados de los hidrocarbu­ros. (Pemex declinó hablar para este reportaje.) Por todo esto, los expertos consultado­s por Expansión creen que el modelo energético mexicano que nació de la reforma constituci­onal impulsada por el gobierno de Enrique Peña Nieto tiene más probabilid­ades de terminarse o frenarse, y no de fortalecer­se, bajo el nuevo presidente. La AMEXHI replica que la reforma energética lleva en marcha muy pocos años, y que explorar y extraer petróleo requiere tiempo, paciencia y muchos recursos. Las empresas destacan que, hasta el momento, han pagado cerca de 2,000 MDD al Fondo Mexicano del Petróleo; han invertido otros 2,000 MDD en estudios de sísmica para conocer a más profundida­d el golfo de México; y han comprometi­do 4,000 MDD más para la perforació­n de pozos. Y la expectativ­a es que, en el corto plazo, se agreguen al menos 12,000 MDD en planes de desarrollo aprobados por el regulador energético. Con estas cifras, los ‘nuevos’ petroleros destacan que ya hay mucho camino recorrido y buscan conectarse con el presidente de México en un objetivo común: aumentar la producción del país y, con ello, engordar las finanzas públicas.

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