Las constructoras también perdieron con la cancelación del aeropuerto.
Compañías de empresarios, como Carlos Slim y Olegario Vázquez, pusieron todo de sí en la construcción del aeropuerto de Texcoco. Ahora, ¿qué será de ellas?
Se llevaba hablando de él desde la década de los 80, y por fin parecía que había llegado el momento para el Nuevo Aeropuerto Internacional en Texcoco (NAIM). Iba a ser la megaobra del país, destinada a marcar una época: era el tercero en construcción más grande del mundo, uno de los más sustentables –habría tratado el 100% del agua residual, y su consumo sería 79% menor que el del aeropuerto actual–, uno de los más modernos, y crearía cientos de miles de empleos. Pero todo eso tenía un costo, y el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador lo consideró excesivo. Por ello, después de una (cuestionada) consulta pública, anunció su cancelación a finales de octubre.
Un mes después, el gran proyecto ya era casi un fantasma, en una zona de la que acabarán por adueñarse plantas y animales. Falta alcanzar un arreglo con las empresas constructoras, como Carso Infraestructura, de Carlos Slim; ICA, de la familia Quintana y su nuevo socio, David Martínez; GIA, de Hipólito de Gerard; Hermes, de Carlos Hank Rhon; y Prodemex, de Olegario Vázquez Raña. Las compañías pueden demandar gastos no recuperables y daños relacionados con sus proyecciones financieras y la viabilidad de su negocio, destaca Aldo Ocampo, socio director del despacho Ocampo 1890. Y los subcontratistas también podrán emprender acciones legales, y son más de 300. ¿Cómo les afectará la cancelación a estas empresas? Firmas como ICA renacieron con la esperanza de beneficiarse de los contratos que tenían por delante en el aeropuerto, mientras que para otras, como Coconal, se trataba del mayor proyecto realizado en su historia, por lo que sus finanzas lo resentirán.