GIGANTE A MEDIO GAS
La planta Etileno XXI, en Veracruz, no opera a su máxima capacidad: Pemex no puede suministrarle todo el etano que necesita.
AA los trabajadores de la planta Etileno XXI, que se ubica en Nanchital, Veracruz, se les sugiere ir vestidos de civiles y no ponerse sus uniformes hasta llegar al enorme complejo petroquímico de Braskem Idesa. La ola de inseguridad en el estado ha orillado a la compañía a tomar más precauciones para sus trabajadores. La planta, en una zona con abundante vegetación y mal comunicada con las ciudades aledañas, se encuentra a cerca de una hora de Minatitlán, donde un ataque durante un cumpleaños dejó 13 personas sin vida apenas en abril.
El complejo puede producir poco más de un millón de toneladas anuales de polietileno de baja y alta densidad, un insumo básico para la industria del plástico. 800,000 toneladas se producen actualmente en Etileno XXI.
¿Por qué una fábrica de casi 5,200 millones de dólares decidió instalarse en este lugar? El complejo, el más grande de América Latina en su tipo, se encuentra arropado por plantas de Pemex, como Cangrejera y Morelos, además de otras firmas del ramo. Todas quieren el gas natural de Pemex, un producto abundante y desperdiciado apenas una década atrás, y que ahora se agota a pasos agigantados.
Los caminos de asfalto dañados y angostos van abriendo la brecha a una estructura gigantesca que, a través de varios procesos químicos, logra convertir el gas etano en unas pequeñas bolitas blancas semitransparentes, que servirán para manufacturar desde botellas de plástico hasta componentes para los autos eléctricos. El complejo petroquímico tiene capacidad para producir poco más de un millón de toneladas anuales de polietileno de baja y alta densidad, el insumo esencial para la industria del plástico. Pero ahora sólo llega a cerca de 800,000 toneladas, debido a la falta de su propia materia prima: el etileno.
Este gigante se construyó bajo la premisa de que no iba a requerir de otro suministrador que no fuera Pemex, y ahora que la compañía no puede cumplir con sus compromisos, no tiene otras vías para abastecer su cracker, donde se produce la transformación del gas etano en etileno.
La estructura del complejo no da pistas de que algo se forme en sus entrañas. La actividad se percibe al descubrir los cientos de vagones estacionados a un costado del área del cracker, donde una infinidad de bolitas de plástico –el pellet– comienza a salir de 21 silos que soplan su contenido hacia el área de empaque y transporte. A inicios del mes, los pasillos del centro de almacenamiento apenas muestran movimiento; pero cerca del día 30 comienza el frenesí por llevar millares de toneladas a través de bultos, además de llenar pipas que los trasladarán por carretera a su destino. Los trenes llevarán alguno de los 245 productos hacia Coatzacoalcos para su exportación.
Así que la planta puede producir 540,000 toneladas de polímeros que van hacia el mercado nacional, que consume, a su vez, dos millones de toneladas al año; mientras otras 261,000 salieron a la exportación. Un mundo impresionante de diminutas pelotitas que, sin embargo, son sólo 78% de la capacidad total de este complejo petroquímico, según datos de Braskem Idesa al cierre de 2018.
La falta de etano fue un error de cálculo difícil de predecir en 2009, cuando Pemex incluso debía deshacerse de excedentes volviendo a inyectarlos a sus ductos, algo poco común en la industria, dice Adrián Calcaneo, socio de la consultora Ihs-markit. “Lo que ahora causa un problema es que el contrato con Pemex dice que hay una penalización cuando no pueda suministrar el gas”, explica.
Esta tensión ya se reflejó a finales del año pasado, cuando se habló de revisar las condiciones del acuerdo; pero hasta la fecha nada de eso ha sucedido. “A finales de diciembre de 2018, registramos 51 millones de dólares en indemnización contractual a recibir de Pemex. Eso es lo que está registrado en el balance, y recibimos a lo largo del año 56 millones de dólares en especie Pemex”, explicaron directivos de Braskem a inversionistas a inicios de este año.
La compañía espera que Pemex encuentre nuevas soluciones. Incluso importarlo tiene costos agregados, porque no se cuenta con la infraestructura portuaria adecuada para traerlo desde Estados Unidos, dice Calcaneo. Hay varias soluciones en el imaginario, pero todas implican nuevas inversiones. O un cambio drástico en la situación de la petrolera nacional que implicaría una mayor extracción de gas natural, que no es, ahora, la mayor prioridad.