La pasión por los desafíos
Karl-friedrich Scheufele, copresidente de Chopard, ha llevado esta marca a codearse con las mejores manufacturas relojeras.
familia es dueña de chopard desde 1963 y él, junto con su hermana Caroline, ha sido clave para consolidarla como un ícono del lujo. Karl-friedrich Scheufele pudo haberse dormido en sus laureles de heredero, pero se inclinó por el esfuerzo y la disciplina característicos de su sangre alemana. En 1996, por iniciativa suya, la firma fundó una manufactura de relojes en la ciudad suiza de Fleurier. Con paciencia y rigor, Scheufele ha logrado que Chopard vuelva a figurar entre las casas más respetadas de la alta relojería con la colección L.U.C. Lo entrevistamos en Château Monestier La Tour, la bodega vinícola francesa que compró en 2012.
PARECE QUE USTED SIEMPRE PREFIERE TOMAR EL CAMINO MÁS DIFÍCIL.
Me gustan los retos y creo que, para merecer algo, tienes que enfrentar ciertos desafíos. Además, lo hago para entender mejor las cosas y controlar todo el proceso. En la manufactura de Chopard, en Fleurier, dominamos los diferentes oficios para producir nuestros relojes. Si dentro de 10 o 20 años alguien necesita que reparemos su reloj, sabremos cómo está hecho y tendremos las piezas de repuesto. Es cuestión de que te gusten los retos y de que sientas orgullo por hacer las cosas de esta manera.
LOS CLIENTES APRECIAN ESTE ESFUERZO?
Los clientes son más conocedores que hace 10 años y les interesa más lo que hay detrás del reloj, el vino o la comida que compran. Por ejemplo, quieren saber sobre el origen de las materias primas, de dónde viene el oro con el que está hecho su reloj, que, en el caso de Chopard, es oro ético con certificado Fairmined. La estrategia correcta para nosotros es ir en esa dirección.
LO QUE HA APRENDIDO EN LA MANUFACTU RA RELOJERA LE SIRVE EN EL VIÑEDO?
Cuando compramos el viñedo me di cuenta de todo el trabajo que implicaba. Fue algo parecido a lo que vivimos en la manufactura de Fleurier cuando creamos nuestro primer mecanismo propio y los siguientes. Aprendí a ser paciente, porque hace 25 años no lo era. Se trata de ir paso a paso y de aceptar hacerlo de esa forma. No tiene caso apresurarse, porque con eso no necesariamente vas a hacer un producto mejor; al contrario, te frustras. Eso es algo que aprendí de hacer mecanismos relojeros y que he podido aplicar en Château Monestier La Tour.
USTED ESTABLECIÓ UNA MANUFACTURA EN FLEURIER, QUE NO ES EL LUGAR MÁS CONO CIDO EN LA RELOJERÍA, Y COMPRÓ UN VIÑE DO EN BERGERAC, QUE TAMPOCO ES LA RE GIÓN VINÍCOLA MÁS FAMOSA. POR QUÉ?
Veo las cualidades ocultas y las oportunidades. La primera vez que fui a Fleurier estaba deteriorada y no era muy interesante, pero vi la calidad de los edificios, percibí el espíritu relojero que había tenido y supe que podíamos encontrar buenos artesanos. Sumé todo eso y llegué a la conclusión de que era una gran alternativa para establecer una manufactura, en especial porque estaríamos más o menos solos, a diferencia de si la hubiéramos abierto en el Vallée de Joux. Hoy, Fleurier es una localidad muy atractiva, que volvió a la vida, y estoy orgulloso de que Chopard haya participado en ese proceso. Además, la gente empezó a saber lo que Fleurier significaba para la relojería. Pasa lo mismo con los vinos. No quería comprar un viñedo con un nombre conocido, como si fuera un trofeo, ni me interesaba ser dueño de un lugar que no pudiera moldear porque ya todo estaba hecho.
LAS MARCAS COMO CHOPARD DEBEN AYUDAR A PROTEGER LOS OFICIOS RELOJEROS?
Se nos ha dado la oportunidad de disfrutar de cierto éxito y, por eso, creo que mi deber es dar algo a cambio, asegurarme de que perpetuemos los hermosos oficios que representamos. No hacerlo sería como comerse toda la fruta sin cultivar más, y debes asegurarte de seguir cultivando. Por desgracia, en los últimos años he visto que varios procesos han sido automatizados, porque es más barato producir de esa manera y quizá sea mejor en términos de calidad. Pero si se sigue tomando ese camino, perderemos algo del know-how que define a la cultura relojera.