Pieza por pieza, crece la presencia de empresas de autopartes en México.
La vocación exportadora del país y la entrada de nuevas armadoras automotrices ha impulsado el sector en los últimos años.
La vocación manufacturera y exportadora de México para el sector automotriz ha impulsado a las empresas de autopartes en el país, convirtiéndolo en una de las industrias más dinámicas de la economía mexicana. En los últimos cinco años, el sector duplicó su nivel de ventas, al crecer 102.4%. Con la llegada y la instalación de nuevas plantas de compañías como Honda, Toyota, KIA y BMW, también han arribado nuevas empresas de autopartes. Según la Asociación Mexicana de la Industria automotriz (AMIA), 91 de los 100 mayores fabricantes de autopartes del mundo se encuentran instalados
en México y, de acuerdo con la Industria Nacional de Autopartes (INA), el valor de producción del sector fue de 95,000 millones de dólares en 2018. En los últimos cinco años, destaca el crecimiento en ventas registrado por empresas como Borgwarner (62.9%), American Axle Manufacturing (36.7%), Continental Tire de México (27.1%), Yorozu Automotive de México (25.8%) y Katcon Global, con un alza de 23.7%.
LOS DESAFÍOS
Valentín Mendoza, subdirector de Análisis Bursátil de Autopartes de Grupo Financiero Banorte, señala que, pese a esta bonanza, hay tres retos principales que podría enfrentar el sector a corto y a largo plazo. El más inmediato es la desaceleración en la producción de vehículos de los dos mercados más importantes del mundo: China (con una caída de 4.2%) y Estados Unidos (con un alza marginal de 1.1%, una recuperación luego de caer 8.3% en 2017). La producción a nivel mundial bajó 1% en 2018, luego de ocho años de crecimiento continuo, según datos de la International Organization of Motor Vehicle Manufacturers (OICA). Esta tendencia impacta directamente a los proveedores de las plantas (o de primer nivel, también conocidos como Tier 1), explica Mendoza. “Compañías como Nemak son proveedores directos de las armadoras y, por consecuencia, sus volúmenes de venta se ven impactados por la producción, en este caso, de las tres grandes de Detroit: Ford, General Motors y Fiat Chrysler Automobiles (FCA). El segundo desafío tiene que ver con tensiones comerciales con Estados Unidos. Las amenazas del presidente Donald Trump en cuanto a la imposición de aranceles a las importaciones de autos, si bien no se han concretado, se suman a variables ya materializadas, como las tarifas a los productos de aluminio. “En 2018, la rentabilidad de Nemak (la mayor autopartista del país) se vio afectada por el precio de materias primas, que tuvo una gran volatilidad por la imposición de aranceles”, ejemplifica Mendoza. Para mitigar esto, la compañía transfirió estos costos al precio de venta de sus productos, a través de una fórmula preestablecida con sus clientes. Un tercer riesgo a más largo plazo es la tendencia de electrificación que está siendo más constante para las armadoras, y por lo cual requerirán de nuevos componentes. Las firmas mexicanas no se han quedado detrás. Un ejemplo de ello es Rassini, que en 2018 comenzó a trabajar en una nueva arquitectura de suspensión para nuevos vehículos, incluidos los de batería eléctrica, con un concepto de muelles multihoja con materiales compuestos y acero.