El efecto de la luz en los espacios.
Artista de la luz y creador de atmósferas, el premiado arquitecto Mauricio Rocha atrapa lo invisible en su obra más personal: el estudio de su madre, la fotógrafa Graciela Iturbide.
Luego de ser uno de los arquitectos más laureados de México, en tierra propia, dos veces premiado con la Medalla de Oro de la Bienal Mexicana de Arquitectura y Académico Emérito de la Academia Nacional de Arquitectura, Mauricio Rocha acaba de ser reconocido como el primer latinoamericano en recibir la Medalla de Oro de la Academia Francesa de Arquitectura. Con una carrera de casi tres décadas, y un sinnúmero de proyectos que han cambiado su propia vida, tanto como han impactado la de miles, hay un proyecto que se destaca, tanto para su propio corazón, como referencia en México. En el centro del Barrio del Niño Jesús, uno de los pequeños barrios populares en la zona de Coyoacán, toma vida esa arquitectura que es arte en el estudio que realizó para su madre, la reconocida fotógrafa Graciela Iturbide. Desde sus muros de ladrillo rojo, creado cada uno de manera específica para esta obra, hasta los juegos de luces de los dos patios internos, sin ventanas ni vistas al exterior, esta torre cobriza se alza casi con altanería, con el orgullo de los sueños cumplidos.
“Lo más importante es proponer lo intangible”, explica el arquitecto. “Lograr el control de la luz, de la tonalidad de los materiales a través de su reflejo, de cómo se abre y se cierra un espacio construido a través de la densidad espacial”, añade este cazador de lo etéreo, a través de los materiales. “Ése era el reto y creo que lo hemos conseguido. En lo personal es una obra muy íntima y muy personal”, finaliza sobre el estudio de su madre. Una obra que sorprende desde afuera, pero que cautiva a quien tiene la suerte de visitarla. Y precisamente en el mismo barrio, a metros de distancia, se encuentra su primera obra, la que lo alejó del cine y lo convirtió verdaderamente en arquitecto: la casa donde, al día de hoy, vive su madre. Un gran cineasta, a quien admiro mucho, Andrei Tarkovsky, poco antes de morir, cuando le preguntaron que a qué cineasta admiraba, respondió que a los que hablan del mundo interior, porque del exterior hay muchos. Creo que en la arquitectura pasa lo mismo. Arquitectos que construyan el pensamiento, que haya un suspiro por cómo se habita, por cómo se da la luz, la penumbra y la atmósfera, hay pocos”, concluye este maestro de la luz.
“BUSCO UNA ARQUITECTURA QUE CONSTRUYA PENSAMIENTO, QUE GENERE UN SUSPIRO POR CÓMO SE HABITA”. MAURICIO ROCHA, ARQUITECTO.