TRADICIÓN Y MODA
Desde su espacio más inmediato, Carla Fernández continúa su lucha por dar voz al valor de lo hecho a mano.
EEl espacio que habitamos como inspiración, así como proyección –esa con la que nos mostramos al mundo y miramos al mañana–, forman parte del ADN de Carla Fernández, la diseñadora y la persona. “El futuro está hecho a mano” es el lema de trabajo de la modista que, hace casi 20 años, creó su propia marca cerca de los más auténticos diseñadores mexicanos: los artesanos. “Mi marca empezó cuando todavía el término ‘sustentabilidad’ no era conocido. Me di cuenta de que las mejores prendas, las mejor diseñadas y hechas, estaban creadas por artesanas y artesanos mexicanos”, explica. Convencida de que la moda no es, ni debería de ser, efímera, busca mantener estas tradiciones, las raíces intrínsecas de la mexicanidad, arraigadas en las prácticas, el arte y las costumbres de nuestras diferentes comunidades. Por esto, siempre buscó, más allá de la colaboración, dar visibilidad a estas labores, sobre todo, al lograr una cadena de producción lo más justa posible. En estos años de trabajo, ha escrito libros y tomos de cómo lograrlo, porque poco se ha dicho –y no lo suficiente– sobre cómo realmente alcanzar la sustentabilidad al trabajar en moda junto a las manos, curtidas y cargadas de tradición, de nuestros artesanos. Mantener estas prácticas milenarias, rescatarlas y fomentarlas, es parte de la labor que ha llevado a lo largo de toda su carrera. Precisamente
esta preocupación por ser un agente de cambio, la convirtió en una de las elegidas fellows de Ashoka. Y hoy continúa con su labor, quizá más que nunca, con la reciente apertura de su residencia en la colonia Juárez, de la Ciudad de México, donde invita a diferentes artesanos a dar talleres, entre otros eventos. “Queríamos tener un espacio donde se pudiera tener contacto directo con los artesanos, que es muy difícil de lograr si eres cliente”, explica sobre este lugar. “Es un espacio vivo, que tiene una labor social, política y cultural”, añade sobre la residencia, obra de su esposo, el arquitecto y artista Pedro Reyes. “Decidí dedicarme a la moda por el poder que tiene la vestimenta, el mensaje que emites con ella”, explica la diseñadora. “La vestimenta es cultura”, concluye, mientras continúa trabajando por difundir su propia filosofía y su visión.