LIDERAZGO LIMITADO
Las mujeres al frente de organismos multilaterales.
Varios techos de cristal cayeron en la última década, entre ellos, los de los organismos económicos globales y de influencia regional. Es el caso del Banco Central Europeo (BCE), con la francesa Christine Lagarde; el del Fondo Monetario Internacional (FMI) con la búlgara Kristalina Georgieva. No son los únicos. De 2014 a 2018, la Reserva Federal de Estados Unidos estuvo bajo el mando de Janet Yellen; la grecoestadounidense Pinelopi Koujianou Goldberg es la economista en jefe del Banco Mundial; la francesa Laurence Boone tiene ese mismo cargo en la OCDE, y la indo-estadounidense Gita Gopinath es la consejera económica y directora del Departamento de Estudios del FMI. Aunque significativos, estos nombramientos poco han contribuido a ampliar la presencia de mujeres en esta jerarquía. El directorio ejecutivo del FMI es un buen ejemplo, pues sólo hay tres mujeres entre los 24 directores ejecutivos. La brecha es similar en el sector privado. El estudio Women in Workplace 2019, de Mckenzie, indica que sólo 21% de los cargos de alta dirección son ocupados por mujeres. Esto, pese a que su presencia conlleva a una mayor equidad de género y rompe con el estereotipo de que la economía es sólo para hombres. “La diferencia de perspectivas que traen las mujeres ayuda a que se tengan soluciones más innovadoras, a trabajar más en equipo”, dice Milena Dovalí, coordinadora de investigación de Oxfam México. Sin embargo, muchas mujeres no llegan a puestos ejecutivos por roles sexistas ejercidos, incluso, por sus congéneres, según Carmen Ponce, economista de la asociación civil CIMAC. “Hay muchos hombres en cuerpos de mujeres (...) mujeres machistas. El ejemplo perfecto es la exdirectora del FMI Christine Lagarde, quien no impulsó medidas para revertir la inequidad durante su mandato”, apunta. Ambas especialistas coinciden en que la brecha de género es un problema para la parte femenina de la población y la sociedad en su conjunto, y que para reducir las brechas de género (y que una mujer al frente del Banco Mundial no sea ‘algo raro’) se debe trabajar en políticas públicas que impulsen el desarrollo laboral femenino.