LA INCOMODIDAD LA HACE CRECER

“UNO DE LOS ERRORES QUE HE COMETIDO HA SIDO ESPERAR MÁS TIEMPO PARA DAR EL SIGUIENTE PASO”.

La incomodidad es lo que la ha mantenido en crecimiento. Así describe María Teresa Arnal lo que la ha llevado a moverse entre diferentes compañías. Para ella, ponerse en una posición que la incomoda, la hace aprender y le ha abierto la posibilidad para cambiar el statu quo.

Y así, persiguiendo la incomodidad y el cambio necesario fue cómo, después de tres años al frente de Google México, Arnal anunció su salida de la firma y su nueva posición a la cabeza de otra tecnológica: Stripe.

Si bien en México tal vez el nombre Stripe no sea tan conocido, a nivel mundial, la compañía fundada por Jack Dorsey –también director general de Twitter– cerró 2019 con una valuación de 35,000 millones de dólares. Stripe abrió operaciones para América Latina en 2019 y, ahora, bajo la dirección de Arnal para la región, su objetivo se concentrará en guiar la misión de Stripe global, que quiere incrementar el PIB de internet a través del proceso de pagos en comercios electrónicos. La función de Stripe es dar herramientas flexibles para comerciar por internet. “Stripe construye infraestructura económica (...) y, para mí, es un reto muy interesante trabajar hacia esa meta en América Latina. Además de que veo gran potencial en el sector de comercio electrónico y fintech en México y en la región”, comenta la ejecutiva. Esta tarea no es nueva para Arnal, desde Google impulsó las ganancias de pymes.

MÁS MUJERES CON IKIGAI

Al preguntarle sobre su influencia como mujer empresaria, la directiva prefiere hablar de personas con altas capacidades, pues afirma “que el talento no tiene género”. No obstante, reconoce que aunque ya es más común ver a mujeres líderes, aún no es suficiente.

Al abrir camino, Arnal habla de empujar en conjunto, como un colectivo, sin embargo, recuerda que, para ella, el mejor error que, a lo largo de los años se convirtió en consejo, fue no tardar demasiado en dar el siguiente paso profesional.

“Uno de los errores que he cometido ha sido esperar más tiempo del debido para dar el siguiente paso, cuando no estaba conectando con mi propósito o cuando no estaba realizando mi potencial”, recuerda, además de no perder de vista su misión o ikigai, como lo llaman los japoneses.

“Si uno busca eso que los japoneses llaman ikigai –reconocer tu misión para que el fin último sea ser feliz porque haces lo que te gusta– es evidente que debemos buscar que cada parte de nuestras vidas juegue un rol en nuestra realización como personas, no sólo como mujeres, sino como personas”, sugiere.