LA OTRA CRISIS DE VENEZUELA
El desplome en los precios del petróleo presiona las finanzas del país sudamericano y apremia la disponibilidad de recursos para hacer frente a la pandemia de coronavirus.
LLa tormenta perfecta arrecia sobre Venezuela. El país gobernado por Nicolás Maduro enfrenta una pandemia global y un derrumbe en los precios del petróleo. Esto último amenaza con convertirse en un golpe devastador para una economía cuyos ingresos por exportaciones dependen en más de 90% de los envíos de crudo. “Estimamos una caída del 70% en los ingresos externos con relación al año pasado, y eso hará que se agudicen las dificultades para importar hasta los productos más básicos, como alimentos y combustible”, dice Asdrúbal Oliveros, director de la consultora Ecoanalítica, en Caracas. Desde 2003, el gobierno venezolano tiene el monopolio de las divisas que ingresan al país por las exportaciones petroleras. Con esos dólares, realiza importaciones en forma directa o entrega divisas a la paridad oficial, solo a las empresas que importan alimentos básicos, medicamentos y otros productos de primera necesidad. Ese esquema está ahora a punto de crujir tras la caída de ingresos provocada por la baja en los petroprecios.
Este desplome de los ingresos pone en riesgo incluso el abastecimiento de gasolina en el país, que cuenta con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo. Tras años de desinversión, las refinerías venezolanas están en condiciones de producir solo un 20% de la demanda nacional, por lo que el resto se importa.
SI EL GOBIERNO LOGRA UN REFINANCIAMIENTO O UN NUEVO PERIODO DE GRACIA CON CHINA, ESO AYUDARÍA MUCHÍSIMO A QUE NO SE DETERIORE TANTO LA ECONOMÍA.
Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica.
A ese panorama se le suman los efectos de las sanciones impuestas a Venezuela a comienzos de 2019 por Estados Unidos, que, en la práctica, representan un bloqueo a las exportaciones de PDVSA. Esto amenaza con generar un nuevo círculo vicioso: sin capacidad para almacenar el petróleo que no puede enviar al exterior, los niveles de producción de la empresa, que en la actualidad representan apenas la cuarta parte de los registros de 2013, podrían acelerar su tendencia declinante. Eso, a su vez, agudizará la escasez de divisas. Sin margen económico y bajo la presión estadounidense, buena parte del futuro de la administración chavista depende de las negociaciones con China. Por los acuerdos firmados en la década pasada, Venezuela debería pagar este año a Beijing unos 3,200 millones de dólares, algo que parece imposible. “Dado el actual contexto, el acuerdo –o no– que pueda alcanzarse con China será de vida o muerte para el régimen de Maduro”, dice Oliveros.