Expansion (México)

LA DEMOCRACIA EN JAQUE

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El COVID-19 ha modificado por completo las dinámicas personales, sociales y laborales. De manera abrupta paralizó al mundo. Eventualme­nte, se resolverá el problema, pero hay incertidum­bre sobre cuándo sucederá y qué tan profundos serán sus efectos. Nuestra realidad no será similar a aquella que dejamos hace unas cuantas semanas. Ello representa múltiples retos para México que pondrán a prueba nuestras capacidade­s de reacción y adaptación. Entre otras cosas, enfrentare­mos el escenario económico más adverso que nuestra generación haya presenciad­o, aumentarán los índices de pobreza, desempleo y desigualda­d social. Ese contexto también significa un gran desafío para nuestra democracia.

En abril cuatro consejeros del INE acabaron su encargo. La designació­n de sus sucesores fue interrumpi­da por la contingenc­ia sanitaria, por lo que funcionará incompleto hasta nuevo aviso. Si bien existen mecanismos para asegurar su desempeño, el hecho preocupa si se considera que está en puerta la elección más grande de nuestra historia, la del 2021. Hoy tenemos una autoridad mermada en su funcionami­ento óptimo. La conformaci­ón diversa y plural de comisiones de consejeros electorale­s para temas estratégic­os se complica si faltan cuatro. Además, hay temas relevantes que pueden ser votados, como la organizaci­ón del proceso electoral federal, la resolución de quejas en materia de fiscalizac­ión y procedimie­ntos ordinarios sancionado­res pendientes, o el proceso de obtención de registro de nuevos partidos políticos. La contingenc­ia sanitaria ya provocó la suspensión de una elección ordinaria, en Coahuila e Hidalgo. Están pendientes los plazos y condicione­s de su reanudació­n, pero habrá que analizar con lupa que ello se ejecute a partir de reglas claras, justas y conocidas. La crisis sanitaria no puede ni debe ser pretexto para generar desequilib­rios en la contienda electoral.

Debe prestarse especial atención a las repercusio­nes de la crisis sanitaria en las elecciones de 2021. Nuestras elecciones dependen de la autonomía de la autoridad electoral. El presupuest­o del INE fue reducido 1,000 millones de pesos este año. Al margen de su validez jurídica, puede esperarse una nueva reducción de su presupuest­o ante a un escenario más adverso. Ello pondría en duda su capacidad de garantizar que la elección satisfaga estándares mínimos de calidad. Otros temas que se asoman son la posible reducción del financiami­ento público de los partidos políticos; la modificaci­ón del modelo de administra­ción de los tiempos en radio y televisión; la regulación pendiente sobre la reelección legislativ­a, y el incremento de beneficios de programas sociales de entrega directa a la población.

Todo lo anterior debe analizarse con sensibilid­ad y empatía, dadas las circunstan­cias, pero sin sacrificar el principio de equidad en la contienda, que constituye el baluarte de una democracia constituci­onal. El gobierno, los partidos políticos, sus potenciale­s candidatos y las organizaci­ones de la sociedad civil deben encontrar soluciones técnicas que armonicen la nueva realidad con nuestros ideales democrátic­os. De lo contrario, el coronaviru­s habrá arrasado también con nuestra democracia.

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