MÁS ALLÁ DEL PIB
l paro de actividades por el COVID-19 en México impidió a Mari Muñoz, empleada doméstica, seguir trabajando. Su esposo es diabético y le asusta contraer el virus en el transporte público y contagiarlo. Para recortar gastos decidió mudarse con su hermana, que renta un cuarto en Puebla. Ahora serán seis personas viviendo en el lugar, situación considerada como hacinamiento o sobrepoblación por casa habitación, es un indicador de carencia social y que la OCDE contempla en su índice ‘¿Cómo va la vida?’, que mide el bienestar; un concepto que el presidente de México desea que sustituya al PIB para medir el nivel del progreso que tiene el país.
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“Estoy trabajando un índice para medir el bienestar, un índice alternativo al llamado PIB, (...) va a medir, sí, crecimiento, pero también bienestar, grados de desigualdad social. Y otro ingrediente: (...) la felicidad del pueblo”, afirmó el presidente López Obrador, en mayo. El indicador, dijo, buscará “aceptar si hay crecimiento y menos desigualdad, y saber si realmente hay bienestar”. Las reacciones a la propuesta no se hicieron esperar. “Un nuevo indicador como el que se propone para México no cambia ni cambiará la cruda realidad que viven los mexicanos”, lanza Alfredo Coutiño, director de Moody’s Analytics desde su cuenta de Twitter. Datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) indican que, en 2018 (últimos datos disponibles), el 11.1% de la población mexicana tenía vivienda de calidad. El 19.8% tenía acceso a los servicios básicos, como luz, gas y agua, que son indispensables para condiciones de salud. “Decir que no sirve medir el PIB o el crecimiento sería tan absurdo como decir que no sirve medir en pesos, cuánto ingresa a la casa o a tu familia”, considera Luis Mauricio Torres, economista y coordinador del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco). El PIB mide el crecimiento económico de una nación, y se concibe como el valor monetario del total de bienes y servicios finales que se producen en un país o comunidad determinada, en determinado tiempo. “Si hay crecimiento económico y bienestar, podemos decir que hay desarrollo, ambas mediciones deben ser complementarias”, afirma Marcelo Delajara, economista
Crecimiento anual
Con malestar
Ingreso familiar promedio neto (dólares per cápita) Población en hacinamiento
Esperanza de vida (años)
Tasa de empleo (PEA)
Población que trabaja más de 50 horas/semana Habilidades de los estudiantes en ciencias Exposición a la contaminación del aire exterior Satisfacción con la vida
Homicidios, por cada 100,000 hab.
Falta de apoyo social
Participación electoral y director del Programa de Crecimiento Económico y Mercado Laboral en el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), quien afirma que el concepto se relaciona más con la producción.
Desde el punto de vista de la gestión pública, es imposible tener un solo indicador que refleje PIB, bienestar y desigualdad: “El PIB no es perfecto, pero es útil e integra información que permite desarrollar políticas públicas y tomar decisiones a favor del bienestar, tener un indicador que mida todo es muy complejo”, considera Ángel García-lascurain, presidente del IMEF.
16,300 34% 75.4 68.9% 28.7% 419 99.6 8.0 21.3 14.9 63%
Pero si se dejara de utilizar la medición del PIB para determinar el bienestar de la población mexicana y nos basáramos en otros indicadores, el país también saldría reprobado.
“Si no queremos medir el PIB, veamos algunas variables de bienestar. En seguridad tampoco nos va bien, acceso a la salud, desempleo, hay otras variables que podríamos estar tomando, como la educación, su acceso y su calidad. Dentro de todas las cosas que queremos medir para el bienestar, tampoco hay una donde nos vaya bien”, comenta Luis Mauricio Torres.
Indicadores como el de la OCDE pretenden medir el concepto de bienestar, que, a diferencia del PIB, es más cualitativo: “Plasmarlo busca probar si hay una correlación entre el crecimiento y el sentimiento de bienestar”, dice Francisco J. Orozco, director del Departamento de Contabilidad y Finanzas de la Escuela de Negocios del Tec de Monterrey. La OCDE identifica 11 temas esenciales para las condiciones y la calidad de vida, y en los que México, mayormente, sale reprobado. Además, por índices de pobreza e informalidad, el país no para. En 2018, el 41.9% de la población estaba en situación de pobreza, 7.4%, en pobreza extrema, y 6.9% era vulnerable por ingresos, es decir que tienen salarios bajos. El 29.3% es vulnerable por carencias sociales y solo el 21.9% de la población entraba en la categoría no pobre ni vulnerable, refiere el Coneval. Curiosamente, en los indicadores subjetivos, a México le va bien, pues en su nivel de satisfacción con la vida (felicidad) tiene una calificación promedio de 8.00, de un total de 10 puntos, muy cerca del 8.1 de Finlandia. Además, tiene el menor índice de la población que expresa más sentimientos negativos que positivos, en un día típico, con un índice de 0.08, señala la OCDE. Pero, más allá del indicador, lo cierto es que la realidad nos sigue superando: “Las cifras no van a cambiar por cambiar metodologías, el consenso para tener las cifras, tampoco”, considera el directivo del IMCO.