PANDEMIA, CORRUPCIÓN E I NFORMACIÓN
as terribles circunstancias del COVID-19 generaron dinámicas inéditas de comunicación político-social, con incontables conferencias de prensa en las que el gobierno informa el estado de la pandemia y explica las acciones para enfrentarla. Sin embargo, ello ha revelado vicios gubernamentales sospechados y poco deseables en un país que, dice, lucha frontalmente contra la corrupción: opacidad y falta de autonomía de dependencias y órganos técnicos. En enero, poco antes de que se desatara en México el caos político, social y económico de la emergencia sanitaria, Transparencia Internacional publicó su famoso Índice de Percepción de la Corrupción, en el que obtuvimos la vergonzosa calificación de 29 puntos sobre 100 (en una escala en la que 0 es mayor percepción y 100, menor percepción), ubicándolo en el lugar 130 de 180 países sujetos a evaluación.
Tan solo cuatro meses después y en plena crisis de salud pública, en mayo de 2020, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reveló un aumento de 7.5% en la tasa de prevalencia de corrupción. Dio a conocer también que tenemos 15,732 víctimas de corrupción (tanto directas como indirectas) por cada 100,000 habitantes, dato que muestra un panorama gris; más aún, si tomamos en cuenta la evasión y la confusión con que el gobierno ha informado el número de muertos e infectados a causa de la epidemia; pues siempre que se confronta al presidente con datos de algún tema o política pública, responde con su extraviado estribillo: “Somos diferentes, ya no hay corrupción…”. Total que ni una ni la otra. En junio, Americas Society: Council of theamericas, en colaboración con la prestigiosa firma estadounidense Control Risks, publicó los resultados del Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción, ejercicio que evalúa los mecanismos reales que tiene un país para prevenir, detectar y erradicar la
LSALVADOR O. NAVA GOMAR
corrupción; tales como la normativa anticorrupción vigente y la implementación efectiva de políticas públicas específicas. México obtuvo 4.55 de 10 puntos posibles, quedando en octavo lugar de entre 15 países latinoamericanos que fueron evaluados. El resultado se explica fácil: autonomía dudosa de órganos públicos reguladores o encargados de la procuración de justicia, falta de consolidación del Sistema Anticorrupción a nivel estatal y municipal, así como deficiencias en los mecanismos de revelación de intereses de los servidores públicos, especialmente, de los integrantes del grupo en el poder. En resumen, hay poca transparencia y casi nula independencia de quienes deben pugnar por la rendición de cuentas, defectos –todos ellos– reflejados en la imagen pública que nuestros gobernantes construyen en sus conferencias informativas. La pandemia trajo consigo cambios sociales radicales e inesperados y una terrible incertidumbre económica. Una crisis de esta magnitud es un caldo de cultivo para la corrupción, pero también para el discurso político que necesitará ejemplos emblemáticos para demostrar que está trabajando.
Al presidente le gusta controlar, no que lo controlen; le gusta señalar y perseguir, no que lo señalen y, mucho menos, verse acorralado. Sin embargo, se está desesperando y ya busca reflectores sin sentido. El terrible caso del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) lo confirma: el presidente dijo ignorar qué era cuando había cedido la palabra a su titular en la mañanera y, recientemente, se hizo el nombramiento de la directora que, por la descalificación presidencial, terminó renunciando.
Así, los mecanismos del Sistema Nacional Anticorrupción se pondrán en marcha con más ferocidad y a todo motor. Si tu empresa no tiene un programa de Compliance, podría ser un conejillo de Indias para mejorar las estadísticas públicas. Cuidado, viene lo peor.
El crecimiento de diversas industrias en el país, los cambios y adaptaciones a las nuevas maneras de producción y distribución y la creciente demanda de bienes y servicios han provocado que los centros logísticos tengan que adaptarse para dar respuesta a las nuevas necesidades del sector.
El Centro Logístico Axis se localiza en el cruce de la autopista a Zapotlanejo y el Nuevo Periférico Oriente, en la Zona Metropolitana de Guadalajara, Jalisco. Esto lo convierte en un punto de conectividad entre el puerto de Manzanillo, el Aeropuerto Internacional de Guadalajara, el Bajío y la CDMX, así como con el interior del propio estado. Adicionalmente, se encuentra fuera del polígono de restricción horaria para el transporte de carga (de 06:00 a 09:00 horas, de lunes a domingo), que aplica en la Zona Metropolitana de Guadalajara a partir de este 2020. Sin duda, es una conexión inmediata con las principales aduanas de la región y permite a las empresas gestionar sus importaciones y exportaciones, de manera efectiva. Igualmente, les brinda la posibilidad de optimizar tiempos y costos en todos sus procesos de distribución.
Esto último cobra mayor relevancia en el contexto actual, donde las compañías de han tenido un crecimiento acelerado, cambiando así el comportamiento del consumidor. “Quienes hacen compras en línea esperan recibir sus paquetes lo antes posible, por lo tanto, la ubicación es nuestra fortaleza, que además disminuye costos y aumenta la productividad de las empresas”, menciona Roberto Álvarez Silva, socio y director del Centro Logístico Axis. Además, señala que el proyecto está dividido en dos fases: la primera consta de 16 hectáreas de zona industrial, hotel, gasolinera y área comercial. Esto facilita que los transportistas realicen sus rutas sin detenerse por abastecimiento y, lo más importante, que optimicen tiempos y recursos. Precisamente, la primera etapa estará disponible a partir de enero de 2021 y dispondrá de terrenos desde 1,500 hasta 15,000 metros cuadrados, con bodegas tanto en venta como renta.
La segunda fase está proyectada para ser concluida en diciembre de 2021, la cual contará con 36 hectáreas más, para un total de 300,000 metros cuadrados techados para el mercado logístico que opera en México.
“Gracias a su ubicación estratégica de última milla, la plusvalía de la inversión está asegurada en el Centro Axis”, concluye su director.