PRIORIDADES DE SUPERVIVENCIA PARA LAS UNIVERSIDADES
l 2020 marcará, de tajo, un cambio en la historia de la civilización. La pandemia aceleró procesos en marcha, pero es indudable que, como sucedió tras 2008, miles de empresas sufran grandes descalabros y unas pocas amasarán grandes fortunas. Las universidades se verán afectadas gravemente por estos hechos. Lo cierto es que arrastran sus propios vicios, anclados en modelos del pasado, a los que se sumarán fuertes desafíos, como la impostergable amenaza de plataformas eficientes, competidores globales y sistemas abiertos de acceso, ahora más accesibles que nunca.
Hoy, la juventud está en riesgo. Necesitamos que los 5,400 centros de enseñanza superior en México (de los cuales 3,100 son privados) se transformen en agentes de cambio, y enfoquen sus recursos en la transferencia acelerada de valores y conocimiento a los alumnos. Además, todo indica que el mercado de destrezas rebasará a la industria de títulos universitarios, trastocando el modelo operativo y de negocio de las universidades.
Ahora, más que nunca, recobra importancia la identidad de marca de estos centros de educación superior, su capacidad para que sus alumnos desarrollen relaciones duraderas, su habilidad de crear oportunidades laborales y, por supuesto, su calidad académica y docente. Las universidades deben comenzar por establecer su propósito social y posicionarlo. Los alumnos necesitarán y reclamarán que al centro de su comunidad existan valores universales, como la justicia, la honestidad, la protección al medioambiente y la inclusión. Además de pensar en la calidad curricular, tendrán que cultivar destrezas que fortalezcan la satisfacción personal, el autoaprendizaje y la resiliencia. Sin ellas, será imposible sostener un empleo en un mundo más competitivo.
EJUAN SALDÍVAR
Además de hábitos como el cumplimiento de la palabra, el contexto actual exige que los egresados dominen destrezas tácitas del presente, como el marketing digital, el análisis de datos o la contabilidad. Sin embargo, las habilidades del futuro girarán en torno a la capacidad para trabajar en equipo, ser disciplinados y adaptables, aspirar siempre a la excelencia y, en gran medida, comunicar efectivamente al menos en español e inglés. Una gran idea mal comunicada se convierte en una pésima idea.
Es necesario que todas las escuelas adopten el método del caso para que sus alumnos desarrollen el pensamiento crítico y analítico, y que con esto sean capaces de encontrar soluciones prácticas a problemas reales.
Uno de los cambios inminentes para los semilleros del futuro en México es la transformación digital. El paradigma que se avecina implicará hacer una verdadera reingeniería cupular enfocada en incorporar modelos de educación 100% digitales o híbridos. La amenaza no es menor; organizaciones de la talla de Stanford, Google, Amazon, Facebook, MIT y The New York Times alistan propuestas educativas robustas. La moneda está en el aire y las apuestas son muy altas para definir quién ofrecerá la mejor experiencia y el sistema didáctico del futuro. La forma de diseñar y operar programas deberá centrarse en balancear la oferta académica, el desarrollo de destrezas ‘suaves’ y la capacidad de solución de problemas reales con fuertes valores humanos y empatía social. Quienes apuesten por la calidad de sus contenidos y por vestir su oferta de forma inteligente, y usen la tecnología en su beneficio para escalar sus modelos de enseñanza, cosecharán grandes frutos.