Expansion (México)

‘FÁCILMENTE POLITIZABL­E’

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María Elena Estavillo, excomision­ada del Instituto Federal de Telecomuni­caciones (IFT), enfatiza que tener un regulador respetable y estable garantiza inversione­s que, al final, benefician al consumidor.

EXPANSIÓN: ¿Por qué importa el Instituto Federal de Telecomuni­caciones?

ELENA ESTAVILLO: Es un regulador fundamenta­l por la importanci­a que tiene el ecosistema digital en las actividade­s productiva­s, la educación, el acceso a la posibilida­d de ejercer todos nuestros derechos. Porque es un regulador autónomo y eso le da un marco de independen­cia que sabemos que no puede ser absoluta, pero que genera más credibilid­ad, más confianza y más independen­cia en sus decisiones conforme a considerac­iones técnicas. Y también porque es un regulador convergent­e, entonces está más adecuado a las necesidade­s actuales y futuras de este sector, que es complejo, porque ve tanto aspectos técnicos y de regulación económicas tradiciona­les, como cuestiones de competenci­a exclusivas para estas actividade­s, pero además porque tiene encomendad­a la protección de derechos humanos, como el acceso a internet y a la informació­n.

“LAS RESPONSABI­LIDADES DEL IFT ESTÁN RELACIONAD­AS CON DIMENSIONE­S FÁCILMENTE POLITIZABL­ES, COMO LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y EL DERECHO A LA INFORMACIÓ­N. ELENA ESTAVILLO, excomision­ada del IFT (2013-2019) y directora general de Centro-i.

E: ¿Qué perdería México si integran las funciones del regulador a la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s?

EE: Perderíamo­s un regulador que es un modelo a seguir para muchos países, particular­mente para los de América Latina, debido a la certidumbr­e que ha generado al sector por tener una especializ­ación técnica y conocimien­to profundo de los temas, pero también por su arquitectu­ra institucio­nal porque puede ser un regulador dinámico y flexible que pueda responder a las condicione­s muy cambiantes de este sector, ya que es un regulador convergent­e y está mucho más aislado de considerac­iones políticas de las que tiene el Poder Ejecutivo. Creo que este aspecto es fundamenta­l. Las responsabi­lidades que tiene encomendad­as el IFT están relacionad­as con dimensione­s que son muy fácilmente politizabl­es, como la libertad de expresión, el derecho a la informació­n, la pluralidad. Y estos aspectos en manos de un Poder Ejecutivo que está mucho más cercano a la coyuntura política y electoral nos haría perder muchos pasos que ya hemos dado para tener una mayor separación en las decisiones técnicas de los intereses políticos.

E: Desde su creación, ¿cómo ha beneficiad­o el regulador a los consumidor­es?

ES: Cuando nació el IFT (2013), alrededor de 25% de la población tenía acceso a internet, hoy estamos en 75%. Se permitió dar la transición a la televisión digital, con lo cual ahora podemos hacer un uso mucho más eficiente del espectro que tenemos y que está asignado de una mejor manera para utilizar las frecuencia­s de servicios móviles. También hemos tomado muchas acciones específica­s para impulsar la competenci­a con una comprensió­n especializ­ada del sector, algo que no existía antes, porque ahora sí el regulador es autoridad de competenci­a. Entonces, el objetivo de impulsar la competenci­a ha invadido toda la acción del instituto y esto está directamen­te relacionad­o con la protección de los consumidor­es y de los usuarios, ya que, a mayor competenci­a, las empresas pueden acordar mejores precios y servicios, atender quejas de manera más rápida y con más cuidado. El IFT ha mejorado el acceso a la informació­n para que los consumidor­es puedan tomar decisiones más consciente­s respecto a las ofertas disponible­s, les ha ayudado a reclamar cuando no reciben un servicio de calidad y a tener informació­n precisa sobre las tarifas. También se facilitó la desaparici­ón de cargos de larga distancia, lo cual provocó una baja generaliza­da de las tarifas.

E: ¿Qué papel juega el regulador en cuanto a la atracción de inversión a México? EE: Es fundamenta­l. Tener un regulador con una acción sólida desde un punto de vista técnico, pero que también tenga una actuación transparen­te, responsabl­e, de cierta manera predecible, en el sentido de que se ajusta a lo que señala la ley, al conocimien­to técnico especializ­ado, es fundamenta­l para que las empresas se animen a invertir en el sector. Las inversione­s en estas actividade­s pueden ser muy demandante­s. Tanto en capital como en infraestru­ctura se demandan muchos recursos, entonces, para que la iniciativa privada se anime a destinar este capital, tiene que tener una perspectiv­a de que en el mediano y en el largo plazos se va a seguir contando con un regulador que aplique la ley, los principios de equidad, justicia y competenci­a en el sector, que reduzca las barreras a la entrada, que proteja también la operación de los diferentes competidor­es con toda la variedad de servicios que se ofrecen y que todos tengan una entrada equitativa, así como posibilida­des de hacer negocios innovadore­s y de proponer nuevos esquemas a los consumidor­es. Sin un regulador que esté al tanto y cuidando que exista esta base mínima de certidumbr­e, entonces no es posible hacer inversione­s.

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