UNA DEFENSA QUE INCÓMODA AL PODER
La CNDH, como órgano constitucional autónomo, tiene una misión importante para los ciudadanos: proteger su dignidad y garantizar sus derechos. “La dignidad es lo que nos identifica como seres humanos, y una institución que defiende la dignidad es una que sí le sirve al Estado”. Así lo considera el extitular de la comisión Luis Raúl González Pérez, quien reconoce que en el cumplimiento de su labor, tanto la institución como el ombudsperson pueden ser incómodos al poder. La CNDH surgió en los años 90 ante una seria violación a derechos humanos y se fue fortaleciendo con el paso de los años. Adquirió su autonomía en 1999, característica que le ha permitido hacer su trabajo sin presiones de ningún tipo, sean del orden público, social o privado. “Entre sus atribuciones, el ombudsperson tiene siempre que velar por esa defensa de la dignidad. Muchas veces, la actuación de las instituciones protectoras de derechos humanos se vuelve incómoda”, comenta al señalar que esa es una atribución que la ley y la Constitución le dan a estos organismos. González Pérez asegura que todo servidor público debe cumplir con lo que establece la ley, y no se trata de estar lejano o cercano al poder, sino de ejercer las atribuciones que da la Constitución. “No choca que se pueda hablar, interactuar, coordinarse con las autoridades, debe haber diálogo e interacción, pero también, firmeza y pronunciamientos cuando sea necesario”, advierte.