REFLEXIÓN
JUAN SALDÍVAR
Consumir con conciencia
Fuimos hijos, ahora actores de una generación enfocada en la calidad de vida y la rentabilidad a costa de cualquier cosa. Vivimos rodeados de falsas necesidades incentivadas por la avaricia y la negligencia de marcas, gobiernos, bancos e industrias. Nos convertimos en una de las peores generaciones de la historia: campeones en sobrepeso, deforestación, destrucción de la vida marina; en desarrollar ciudades ineficientes, acelerar enfermedades crónicas y conformistas ante la educación de nuestros hijos. ¡Pero eso sí! Somos profesionales de la queja y la exigencia virtual, al tiempo que contribuimos poco y nos abstenemos de denunciar a través de los canales que tendrían efectos reales.
Este texto busca provocar incomodidad y, con esto, incentivar o acelerar cambios en tus patrones de consumo y de comportamiento. Es imposible ser exhaustivo pero sí propositivo.
Piensa en el origen de tus alimentos antes de pedir en un restaurante o comprar en el súper. Dos ejemplos: cada kilo de carne bovina requiere 4,500 litros de agua, 10 veces más que las proteínas vegetales, y contribuye con 14.5% de los gases que causan el efecto invernadero. También piensa en los miles de especies marinas que ponemos en riesgo diariamente a causa de la pesca descontrolada (sugiero ver la serie Seaspiracy en Netflix). ¿Cómo verías comer carne una vez por semana y elegir productos sustentables y procesados sin generar sufrimiento?
Evita productos empacados con plástico. Producimos hoy 270 millones de toneladas de este material que tarda miles de años en degradarse. Elige empaques biodegradables, compra a granel y utiliza bolsas reusables. Sustituye también botellas de agua por filtros. Opta por productos locales. Además de fortalecer a tu comunidad, reducirás la contaminación que genera traer productos de lejos. Al fin y al cabo, ¿en qué te beneficia tomar agua italiana, carne japonesa o quesos franceses en exceso? Si te gusta consumirlos, hazlo en ocasiones especiales, pero explora con productos de calidad local. ¡Súbele drásticamente al consumo de combustibles renovables! Ayudará a contaminar menos y a respirar un aire más limpio. Elimina coches de 8 cilindros, súbete a la bicicleta, opta por energía solar en la oficina o en casa, camina más. Piensa en el impacto del consumismo. Por ejemplo: la industria textil contribuye con 10% de gases de efecto invernadero, produce 25 millones de toneladas de basura y está asociada con la explotación laboral y la sobreexplotación agrícola. El documental
The True Cost en Youtube te hará pensar dos veces antes de comprar esa camisa o zapatos adicionales. Cuida tu salud pensando en las consecuencias que el exceso de grasas saturadas y azúcares tienen sobre tu vida. Es imposible no dejar ninguna huella como especie o ser perfecto en nuestros hábitos de consumo, pero recomiendo mucho el documental Forks Over Knives en itunes y tomar algunas medidas en esta dirección.
Cierro esta reflexión tomándome un tiempo para pensar en la felicidad y los atributos que la hacen posible. El libro Happier, de Tal Ben-shahar, invita a luchar contra las tendencias descontroladas de nuestro actuar cotidiano. Hoy somos más frágiles que nunca ante la concentración de información en pocas manos y su capacidad para provocar comportamientos que nos alejan de nuestro bienestar y nuestro entorno. Lo que nos hace realmente felices nunca ha estado en placeres pasajeros, lo que comemos o la ropa que usamos, sino en nuestra capacidad de apreciar la sencillez en la vida, en vivir en comunidad y en estar con la gente que queremos. ¡Toca pensar y actuar con responsabilidad y conciencia!