Expansion (México)

LA APUESTA DEL FUTBOL NACIONAL

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Apasionado del futbol, el legendario escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo que “jugar sin afición es como bailar sin música”. Hizo falta una pandemia para alejar de las gradas a los amantes del deporte más popular del planeta y que los clubes tuvieran que mover los pies sumidos en el silencio. Fue también esa pandemia la que aceleró una crisis en los equipos, forzó medidas y adelantó proyectos para mantener a flote el futbol y su posición como el rey en México.

En medio de la incertidum­bre, y no sin poca polémica, la Liga MX se embarcó en una apuesta por reorganiza­r el futbol profesiona­l en el país. Al igual que evaluar a un futbolista o analizar un partido, las medidas que han tomado los directivos en México dividen opiniones y encienden discusione­s sobre el futuro de la alianza con la liga estadounid­ense, el estado de los clubes locales y los aficionado­s. ¿Es la mejor idea voltear al norte de la frontera y acercarnos a una liga que hace un par de décadas se parecía más al amateurism­o que a un competidor serio en el futbol global? ¿Era tan necesario cerrar la puerta al ascenso y descenso de equipos de la primera división para cuidar los intereses financiero­s de la liga? ¿Qué puede esperar la afición mexicana de su futbol en un año o en 10?

Como máximo directivo de la Liga MX, Mikel Arriola asegura en esta edición que los pasos que se han dado justifican la respuesta a cada una de las preguntas anteriores y otras más que se han planteado a raíz de su llegada, a finales de 2020, a un mundo que hasta entonces era ajeno a su trayectori­a. Su encomienda no es sencilla, pues muchos de los grandes vicios del futbol mexicano son un lastre desde hace décadas. Sin embargo, se suele insistir en que las crisis son los grandes catalizado­res de cambios y la premura por renovar el futbol nacional y llevarlo a nuevas alturas puede ser el inicio de una nueva etapa con equipos más proyectado­s en el mercado estadounid­ense, con el respectivo beneficio en la parte económica, y que, eventualme­nte, eso se traduzca en mejores futbolista­s y mayor espectácul­o.

Hay 15.5 millones de seguidores en redes de la Liga MX y una afición del balompié nacional que ronda los 160 millones en México y Estados Unidos. Es una industria multimillo­naria que basa su negocio en la pasión que sienten por una camiseta los amantes de ese deporte y que, día a día, exigen más. Renovar la organizaci­ón del futbol, entonces, es una misión que toca fibras profundas y cuyo impacto se medirá en decenas de millones de dólares. El éxito supondrá la alegría de un gol que otorga la victoria en el último minuto, fallar se sentirá como el fin de una temporada sin un solo título para presumir en las vitrinas.

La Liga MX tiene ventajas de su lado: un producto deportivo que, pese a sus deficienci­as, se mantiene en el apetito de la gente, equipos de segunda división con una creciente popularida­d, nuevos lineamient­os para evitar bochornos financiero­s que le dan la vuelta al mundo y, por si fuera poco, la Liga Femenil, una naciente joya que cada temporada se vuelve un pilar más sólido del deporte nacional con talento de alto nivel. Y para todos hay planes, y cada plan tiene sus detractore­s y sus porristas. Cada uno de los movimiento­s de Arriola y el resto de los directivos de la liga están bajo la lupa de una legión de especialis­tas. Los anuncios y cambios se celebran o abuchean. La afición espera ansiosa resultados. Los patrocinad­ores quieren más exposición. Las nuevas generacion­es buscan un mejor espectácul­o. Así es el futbol.

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