NATALIE GUTTERIDGE
CONSEJERA GENERAL Y VICEPRESIDENTA LEGAL PARA AMÉRICA LATINA DE NETFLIX 38 AÑOS
En 2010, la alemana Natalie Gutteridge tuvo un punto de quiebre. Vivía una especie de dos vidas: la personal, rodeada de sus amigos y su ahora esposo –todos relacionados con el mundo artístico–, y la laboral, como abogada en una cultura muy hecha a la idea de que, quien estudia Derecho, llegue a ser juez o trabaje en un despacho de abogados, que era lo que ella hacía. “Tuve uno de esos momentos de: ‘Ay, ¿quién soy yo y por qué esta carrera? No estoy contenta, no me veo en mi traje gris, a las 2 am en un restaurante de comida rápida en medio de una fusión [empresarial]’”, dice. Quería desempeñarse en algo en lo que pudiera ser ella misma y, para sorpresa de su familia, decidió dar un paso atrás en su ascendente carrera. “Si al final tengo que trabajar duro –porque así soy y siempre voy a trabajar duro–, que sea en algo que me dé diversión”, pensó. Fue así como entró a Sony Music en Múnich, a un sector que no dominaba, pero que le permitió ser abogada y explorar una faceta más creativa. “Un ambiente donde mi forma de ser es valiosa y un poco necesaria”, resume. Estudió una maestría en Londres y trabajó en la BBC como becaria. No le importó ser mayor que sus compañeros. “Yo era como la viejita, con chicos de 20 años”, bromea. Tomó el riesgo y le salió bien. Pero las empresas públicas tienen un techo de crecimiento y Gutteridge quería más. De ahí llegó a Apple en Los Ángeles, donde entendió que quería volver a la creación de contenido. Era 2016 y Netflix iniciaba sus producciones originales y requería un perfil internacional. Ella, sin conexiones en la ciudad californiana, aplicó “como a
ver qué pasa”. Lo que pasó es que comenzó a trabajar en la plataforma de streaming. Hubo un momento en el que se encargó de Europa y América Latina.
Para Gutteridge, estaba claro que Europa sería su dirección. “Soy europea, mi padre es mexicano, pero, para mí, era obvio que mi territorio iba a ser Europa”, afirma. No fue así. La empresa optó por que se enfocara en Latinoamérica y 2018 se convirtió en su segundo punto de quiebre. La abogada no entendió la decisión. “Fue un momento muy difícil porque lo tomé personal, pensaba que no estaban viendo la ventaja que podía traer al negocio, lo tomé como que no me valoraban. Mi punto de vista era muy chiquito”, reconoce. Hoy señala que ese momento se convirtió en la gran oportunidad de su carrera. “Esto es un cliché, pero en cada dificultad hay un aprendizaje, una oportunidad, si tú lo permites”, explica. En su caso, tomó su frustración y la convirtió en trabajo. “Si quieren que haga Latinoamérica, ok, mírame, te voy a mostrar”, se dijo. Estudió toda la estructura legal, aprendió español, portugués, se mudó un tiempo a Brasil… “Fue increíble, no solo fue algo para mi carrera, también un enriquecimiento personal”. El momento le abrió la puerta para levantar la mano el año pasado para su posición actual. “Mi gran aprendizaje que siempre comparto con la gente que a veces encuentran esta frustración es: si tú quieres, eso puede ser una oportunidad. Ten la mente abierta y sé flexible”.
SU CONSEJO
“EL APRENDIZAJE QUE COMPARTO A LA GENTE QUE A VECES SE SIENTE FRUSTRADA ES: ‘SI TÚ QUIERES, ESO PUEDE SER UNA OPORTUNIDAD. TEN LA MENTE ABIERTA Y SÉ FLEXIBLE’”.