EMPEZAR DE CERO
Una de las más dulces ficciones que podemos concebir como seres humanos es la de empezar de cero. La idea de hacer borrón y cuenta nueva, de pasar la página, de reinventarse a partir de un hito o un cambio de etapa me parece fascinante y, a la vez, incomprensible, por mucho que yo mismo la haya practicado en diferentes momentos de mi vida.
Las historias de personas que deciden cortar con su pasado y rearmar su vida en otras condiciones, bajo otra identidad, en otro mundo, me han atraído desde siempre. Casi sin darme cuenta, han ido configurando una corriente subterránea en mis lecturas, un tema escondido que recorre mi biografía de lector y también, inevitablemente, mis propios libros.
Y es que, en el fondo, me parece que esos desplazamientos están en el origen mismo de mi relación con la literatura. Para el escritor argentino Ricardo Piglia, una mudanza temprana, que lo obligó a dejar una ciudad por otra, fue el detonante de su obra y, más aún, de su mirada literaria. De modo parecido, siento que con cada nuevo inicio, con cada cambio de país o de trabajo, de círculo social o de pareja, mi relación con la ficción se vuelve más intensa, pues los comienzos me obligan a imaginarlo todo: a inventar un personaje a la medida del futuro que me espera y, a la vez, a cifrar mi pasado como un lugar donde caben los finales, es decir la estructura. Porque pensar la propia vida como una sucesión de etapas que pueden ser leídas, interpretadas a la luz del más reciente cambio, es en sí mismo un ejercicio literario: de imposición de un orden, al menos provisorio, ahí donde solo hay una continuidad de ruidos y accidentes. Dentro de algunas semanas emprenderé uno de esos ejercicios: mudanza, cambio de piel, de ciudad, de idioma y de rutina. En preparación para el acontecimiento, releo algunos de los libros que me enseñaron a disfrutar de la bella ficción de la hoja en blanco. En Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, encuentro esa pulsión por reinventarse desde la mitificación del propio pasado, pero también la admisión de un fracaso: siempre llevamos más equipaje del que creemos. “La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante”: así comienza El año del pensamiento mágico, de Joan Didion, un registro brutal y conmovedor de lo que le sucede a la autora tras la muerte de su esposo, que la obliga ver el mundo desde un lugar radicalmente distinto al que venía frecuentando.
Muchas historias de empezar de nuevo tienen que ver con la migración, la búsqueda de la sobrevivencia o de una vida mejor en otro lado. La editorial Gris Tormenta compiló una decena de relatos personales en torno a la migración y el exilio en la antología En tierra de nadie, que nos ofrece una ventana privilegiada a ese fenómeno desde la voz de autores como Aleksandar Hemon, Jamaica Kincaid o Chimamanda Ngozi Adichie.
Y así podría seguir, recorriendo los libros de mi biblioteca en busca de ese hilo negro, pero no puedo seguir haciéndolo porque tengo que meterlos en cajas; clausurar, por un momento, las historias leídas y afrontar el vértigo de la página en blanco, que nunca está del todo en blanco.