UN NUEVO MUNDO DE OPORTUNIDADES
Es el año 2044 y Wade Owen Watts prefiere pasar el tiempo en OASIS, la plataforma de realidad virtual en la que juega, asiste a la escuela y convive con su mejor amigo, al que no conoce personalmente, mientras busca el huevo de Pascua que James Halliday, el creador de este mundo virtual, ha dejado en él. Fuera de este universo, la vida de Watts discurre en las afueras de una ciudad estadounidense, en un mundo distópico con sobrepoblación y agotamiento de los recursos naturales. El metaverso significa un mundo nuevo, una alternativa a la realidad, en la novela Ready Player One, de Ernest Cline, publicada en 2011 y que luego llevó al cine Steven Spielberg.
No era la primera vez que se hablaba de metaversos en la literatura. El primero que utilizó el término fue el escritor de ciencia ficción Neal Stephenson, en Snow Crash, una novela publicada en 1992 y ambientada a principios del siglo XXI. Pero ambos universos tenían algo en común: reflejaban un mundo distópico.
En el aquí y ahora, sin embargo, las condiciones de desarrollo del metaverso son diferentes. Y si bien siempre que pensamos en esta nueva realidad virtual y aumentada lo hacemos detrás de un visor y con la posibilidad de llevar una existencia totalmente diferente a la ‘real’, lo cierto es que, día a día, interactuamos con semillas del metaverso. Desde filtros de plataformas en redes sociales hasta aplicaciones cotidianas. El metaverso es el futuro, pero también ya está aquí.
Y genera una multitud de oportunidades para los negocios que sepan subirse, como ya lo han hecho marcas de lujo que desarrollan desfiles virtuales o comercializan complementos para los avatares de videojuegos, pero también cerveceras, automotrices y hasta inmobiliarias.
Además, abre oportunidades únicas en educación, integración y democratización de oportunidades. El reto, desde luego, es poner la tecnología al alcance de todos y todas y no hacer aún más grande la brecha digital.
En América Latina puede ser una oportunidad. Meta, la empresa de Mark Zuckerberg, impulsa iniciativas para incluir lenguas indígenas en la plataforma y desarrollar aplicaciones útiles en la vida cotidiana de las comunidades. Y, a diferencia de otros momentos tecnológicos, en los que la región ha sido consumidora, parece que quiere ocupar un papel en el desarrollo del metaverso. La apuesta por la educación será clave para contar con una nueva generación de desarrolladores y desarrolladoras que construyan un universo más inclusivo. Es cuestión de tiempo ver hacia dónde evolucionará un segmento que puede multiplicar por cinco su valor de mercado en una década, según las estimaciones de Statista.
En esta edición buscamos hacer un acercamiento a qué es el metaverso y qué aplicaciones ya se están desarrollando. Además, para mostrar que es algo con lo que podemos interactuar día a día, nuestra portada se convierte en una minipuerta a este universo. Todo a través de un código QR. Como dijimos, el futuro empieza ahora, incluso para nosotros.
Esto no se trata solo de pensar en universos a largo plazo y virtuales. En el presente, la necesidad de preservar las comunidades rurales y el medioambiente son el motor que impulsa nuevas propuestas en la industria turística, como se ve en los ganadores de la segunda edición de Promesa del Turismo, que Expansión realiza en colaboración con el CNET, y al que este año se suman otras organizaciones, como ASEM y Endeavor. El objetivo no es otro que evitar que el metaverso se convierta en un escape de una realidad distópica que nos afectará a todos.