UNA APUESTA CON LA QUE TODOS GANAN
Antes del turismo de grandes resorts y lujosos clubes de playa, estuvo el local y comunitario. Aunque este segmento pareciera haber perdido fuerza, en los últimos años el interés de que la actividad de viajes remunere a las localidades alrededor de los destinos ha aumentado. Y es aquí donde Rutopía ha puesto todas sus cartas. La start-up nació en 2017 y sus fundadores, Emiliano Iturriaga (CEO) y Sebastián Muñoz (Chief Product Officer), buscan crear experiencias de viaje personalizadas, sostenidas por la comunidad local, donde se
pretende que los ingresos permanezcan. Ambos emprendedores han pasado los últimos siete años entre el turismo y labores en organizaciones no gubernamentales, en comunidades de países como Kenia, Uganda, Colombia, Marruecos y Brasil. Toda esta experiencia les brindó las bases para iniciar su proyecto.
La firma, a la que posteriormente se unió Marisol Herrera, cuenta con una red de 400 proveedores de turismo comunitario en 30 estados de México y se ha erigido como una plataforma que busca ser el mayor administrador de destinos (o DMC, por sus siglas en inglés) en la región, a través de convenios con las comunidades rurales e indígenas.
La plataforma funciona bajo un modelo de viajes a la medida, por lo que se provee al viajero desde un auto u otro tipo de transporte para trasladarse a la comunidad hasta un celular para permanecer conectado.
UN MODELO RENTABLE
El turismo se ha promovido como uno de los sectores que genera más riqueza alrededor de las comunidades que lo albergan. Según estimaciones del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por su sigla en inglés), entre 2011 y 2019 aportó un crecimiento anual promedio del PIB per cápita de 2.9%, mayor que el 1.7% de la economía mundial.
ENCUMBRAN LOS VALORES QUE DEBERÁN VERTEBRAR A LA INDUSTRIA EN LAS PRÓXIMAS DÉCADAS. SU TRABAJO YA HA DETECTADO LA MAYOR RED DE PROYECTOS TURÍSTICOS CON IMPACTO SOCIAL DEL PAÍS. ADEMÁS DE HABER SIDO EL ÚNICO EMPRENDIMIENTO MEXICANO GALARDONADO CON EL HULT PRIZE POR PARTE DEL EXPRESIDENTE DE EU BILL CLINTON Y LA FAMILIA HULT.
JAVIER PUENTE,
SOCIO FUNDADOR Y DIRECTOR DE CASA PEPE.
Pero estos beneficios no siempre se quedan en la economía local, considera Iturriaga. “Es parte de la coherencia que buscamos. No nos manejamos como un tour operador tradicional. Son precios netos los que se manejan y del 100% que paga el viajero, un 80% va a la cadena de valor que participa en la actividad: desde el transportista, el guía turístico y el hotel. Se reparte entre todos”.
La start-up tiene un ticket promedio de 100,000 pesos para grupos de tres personas, alrededor de 35,000 pesos por persona. Los viajeros pasan en promedio 11 días en los destinos que visitan.
La firma ha hilado 12 meses con un ritmo de crecimiento promedio de 13%. “Mientras hablamos, hay cerca de 100 viajeros viviendo sus respectivas experiencias en campo”, dice Iturriaga. “Además de la parte de business to consumer, la estrategia de crecimiento es convertirnos en un DMC, tener un ala de ventas a agencias internacionales para viajeros que buscan conocer México más allá del [concepto] sol y playa”. No hay que olvidar que en el país tres destinos concentran casi 70% de los turistas internacionales: Cancún, Los Cabos y Puerto Vallarta.
“Más que ser un nicho de mercado, es una filosofía”, dice Herrera, COO de la startup, quien alude a tres aspectos fundamentales para alcanzar la sustentabilidad: el ambiental, el social y el económico. Mientras en el ambiental se procura la conservación del entorno, en la parte social se valoran las iniciativas para mantener la identidad cultural de los destinos, y que la generación de empleos sea equitativa para todo tipo de puestos, incluso, gerenciales. A la par, el modelo económico tiene que ser rentable sin que sea a costa de los recursos con los que cuentan. “Varios estudios han destacado el efecto multiplicador del turismo local en las economías y el alto nivel de empleo en países de ingresos medios y altos”, señala un informe del Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional. “Desde una perspectiva de políticas públicas, el turismo rural permite crear empleos para la juventud, minorías étnicas, mujeres y gente marginalizada, además de preservar la cultura y el patrimonio”. El siguiente paso será el alojamiento. A través del segmento de ecolodges –un formato de hotelería basado en destinos remotos, en formatos pequeños y amigables con el medioambiente–, Rutopía ampliará su presencia en las localidades donde opera. “Serían como pequeños hospedajes, pueden ser desde 10 a 20 cuartos. Funcionaría para apalancar la región turística”, detalla Muñoz.