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UN NUEVO Y EXCLUSIVO REFUGIO EN LISBOA

Restaurado para mostrar su esplendor original, uno de los edificios más emblemátic­os de Lisboa es hoy uno de los hoteles con más personalid­ad de Portugal. ¡Bienvenido­s al Palacio Ludovice!

- Texto: Pedro Aguilar Ricalde

Lisboa vive uno de sus mejores momentos. La vida en sus calles transmite un aire cosmopolit­a que se percibe en los distintos idiomas que por allí se escuchan, en las propuestas de moda y diseño que llenan sus concept stores y en las fusiones de ingredient­es y sabores que se ofrecen en sus cafés, bares y restaurant­es. Y sin embargo, también se puede palpar un apego a su pasado, a su historia y a sus tradicione­s. En sus calles empedradas y sus preciosas aceras conviven lo que fue y lo que se está gestando. Esto también se nota en el empeño en devolver su esplendor a algunas de las joyas arquitectó­nicas de la ciudad y tal vez no haya un mejor ejemplo de esto que el recién inaugurado Palacio Ludovice Wine Hotel. Localizado en medio de los barrios de Chiado, Bairro Alto y Príncipe Real, este edificio fue la residencia privada de João Frederico Ludovice, arquitecto del rey João V en el siglo XVIII. Su fachada color amarillo, una puerta enmarcada por pilastras decoradas y sus balcones –con vistas panorámica­s del Miradouro de São Pedro de Alcântara y del emblemátic­o Ascensor da Glória– lo convertían en el espacio ideal para establecer un hotel que sentara un nuevo precedente de lujo, exclusivid­ad y diseño en la ciudad.

El elegido para llevar a cabo esta misión fue el arquitecto portugués Miguel Câncio Martins, quien respetando la estructura original, sus imponentes espacios –como la capilla y su majestuosa escalera– y restaurand­o elementos como los techos de estuco y los azulejos originales pintados a mano, dio vida a un hotel de 5 estrellas con 61 habitacion­es y suites. Muebles de madera hechos a medida, tonos claros, detalles metálicos y cuartos de baño en los que uno podría quedarse a vivir por siempre son parte de una atmósfera retro con todas las comodidade­s contemporá­neas.

El patio central es el corazón de la propiedad y también es el punto de encuentro de los amantes del vino y de la buena comida. Federico fue el nombre elegido para un restaurant­e flanqueado por libreros, muros cubiertos de plantas e iluminado por lám

paras colgantes. Este es el telón de fondo ideal para deleitarse con un menú en el que los clásicos portuguese­s –como el bacalao confitado y el pulpo con papas– conviven con recetas de marcada influencia francesa, como el callo de hacha con polenta de coco y maracuyá. Una de las experienci­as más recomendab­les es la cata guiada de vinos de Porto en la que se pueden descubrir algunas joyas producidas por bodegas como Brejinho da Costa, Vieira de Sousa y Graham’s.

Desde luego, también es muy recomendab­le explorar los alrededore­s, perdiéndos­e por las callejuela­s de los barrios aledaños. ¿Algunas recomendac­iones adicionale­s para comer? Seagull Method Cafe, O Velho Eurico y Fauna & Flora, todos con suculentas propuestas de casual dining y un ambiente tan acogedor como la ciudad misma.

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 ?? ?? Albergado en un edificio cargado de historia y restaurado por el arquitecto Miguel Câncio Martins, Palacio Ludovice reúne un servicio de clase mundial, una decoración impecable y una propuesta gastronómi­ca remarcable.
Albergado en un edificio cargado de historia y restaurado por el arquitecto Miguel Câncio Martins, Palacio Ludovice reúne un servicio de clase mundial, una decoración impecable y una propuesta gastronómi­ca remarcable.
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