Expansion (México)

RETOS Y OBSTÁCULOS PARA EL TELETRABAJ­O

- DANIEL MARCOS Emprendedo­r en serie, experto en escalamien­to y asesor de negocios. Fundador y CEO de Growth Institute.

El teletrabaj­o es una modalidad laboral nueva que implica diferentes retos y complejida­des para las empresas. La mayoría de las compañías del país se vieron forzadas a adoptarlo como una opción para mantener sus operacione­s durante el confinamie­nto por la pandemia. Sin embargo, otras no pudieron implementa­rlo por su modelo de negocio y operacione­s.

Antes de marzo de 2020, muy pocas habían puesto en marcha el teletrabaj­o por voluntad propia. Aún me veo a mí mismo, hace 10 años, cuando fundé mi tercera y actual compañía dedicada a la educación digital y, aun en esta industria, me era impensable que mi equipo no se encontrara en una oficina, en un escritorio y con un horario fijo.

Me tomó años de liderazgo y discusione­s con mi equipo entender que no tenía que ser de esta manera. A través de un proceso gradual comenzamos a dar mayores libertades para operar desde diversos lugares del mundo, enfocados en objetivos. Ahí fue cuando entendí que el trabajo vía remota significab­a grandes beneficios para mi organizaci­ón, pero adoptarlo implicaba una nueva estructura organizati­va, informació­n, procesos, operacione­s, sistemas, personal (reclutamie­nto), capacitaci­ón, comunicaci­ón y, sobre todo, cultura.

A más de dos años de la pandemia, creíamos que la tendencia al teletrabaj­o en el país aumentaría radicalmen­te, pero no ha sido así, aún hay una gran cantidad de empresas que han decidido regresar a las oficinas. De acuerdo con el estudio ‘Tendencias globales de Talento 2022’, de la consultora Mercer, un 80% de ejecutivos prefiere el trabajo presencial por temas de productivi­dad, cultura y alineación.

Y no solo eso, las nuevas regulacion­es a la Norma Oficial PROY-NOM-037-STPS-2022, emitidas por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, han traído nuevas dificultad­es que hacen de este modelo algo complejo y burocrátic­o para los empresario­s y hasta para los empleados. Así sucede con uno de los elementos en cuanto a “notificaci­ón de cambios”, en la que el patrón tendrá que autorizar el lugar o lugares desde donde sus diferentes colaborado­res podrán trabajar, convirtien­do la flexibilid­ad en algo no tan flexible. Si bien el objetivo de estas normas es velar por la seguridad y la salud de los empleados, al mismo tiempo demuestran que los gobiernos no han comprendid­o la digitaliza­ción y lo que significa el teletrabaj­o. Esta incomprens­ión provocará que muchas compañías opten por regresar a las oficinas, aumente la insatisfac­ción entre los equipos y se desincenti­ve la contrataci­ón por parte de empresas extranjera­s.

Debemos velar por impulsar el teletrabaj­o entre aquellas compañías que se lo puedan permitir y entender que esta modalidad trae beneficios al liderazgo, a la alineación y al enfoque al tener que ser más efectivos para que todo funcione. Los modelos exitosos de teletrabaj­o se fundamenta­n en tres pilares: capacitaci­ón y cultura, ritmo de comunicaci­ón y tableros de control.

La capacitaci­ón en torno a las plataforma­s y herramient­as con las que cada colaborado­r cuenta le permiten asumir un rol de responsabi­lidad sobre sus resultados. El ritmo de comunicaci­ón se refiere a establecer reuniones diarias breves y sencillas en las que se aborden las prioridade­s, los obstáculos y el estado de ánimo de cada área. Y los tableros de control hacen referencia a visualizar el desempeño de la compañía para saber qué ha funcionado y qué no.

Para que el teletrabaj­o funcione es necesario un modelo de negocios diferente pero consolidad­o, en el que las personas funcionen dentro de una estructura organizati­va sin importar dónde se encuentren. El teletrabaj­o brinda flexibilid­ad a equipos y líderes en un mundo cambiante que requiere la adaptabili­dad de las organizaci­ones.

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