El guardián de los secretos
El 11.12 es un bolso cargado de simbolismos que materializa los ideales de Coco Chanel resumidos en proporciones perfectas y libertad de movimiento.
De la más tersa piel de cordero –tradicionalmente reservada para la confección de guantes–, el jersey y el lamé hasta el terciopelo, el tweed y la mezclilla, el bolso 11.12 de Chanel es, probablemente, uno de los legados más omnipresentes de Coco Chanel. Con equilibradas proporciones y concebido como un símbolo del movimiento, los viajes y la apertura de mente asociada a la libertad, el modelo original –bautizado como 2.55– vio la luz en 1955 y, desde entonces, colección tras colección, se ha presentado en incontables versiones actualizadas por genios como Karl Lagerfeld y Virginie Viard, actual directora artística de la maison.
Adaptado para la mujer del siglo XXI, sus señas de identidad se mantienen prácticamente intactas y son fácilmente reconocibles. En primer lugar, está su forma rectangular con ángulos redondeados y la doble solapa. El acabado acolchado con forma de rombos es resaltado por el broche con el monograma de la doble C. El interior, por su parte, es cosido con minuciosidad para asegurarse de respetar aquella máxima de la fundadora de la casa que decía que la parte de adentro debe ser tan bella como la de afuera. El forro rojo granate ayuda a localizar con facilidad los objetos albergados en su interior y sus distintos bolsillos permiten a sus portadoras resguardar sus secretos con seguridad. “Cansada de sostener mis bolsos en las manos y perderlos, añadí una correa y las llevo colgadas de los hombros”, comentó en alguna ocasión Coco, para justificar la inconfundible cadena entrelazada con un listón de cuero que la integra. Perfecto para acompañar un par de jeans, una chaqueta bordada o un abrigo largo, el bolso 11.12 es una leyenda viva.