Esperanza
LA GASTRONOMÍA ES ESENCIAL EN ESTE
HOTEL CLÁSICO DE LOS CABOS: UNA
EXCUSA PERFECTA PARA REVISITAR
ESTE DESTINO EN EL VERANO.
De esos hoteles ideales para parejas —con espacios que procuran privacidad—, pero también para los foodies de hueso colorado. El chef Guillermo
Gómez, se ha encargado de crear experiencias dentro y fuera de las instalaciones, para hacer la estancia más interesante y más aventurera. ¿Ejemplos? Una degustación de almejas chocolatas a la orilla del mar —en la que se puede tener los pies en el agua, literalmente—, una expedición en
RZR por el desierto (el paisaje menos explorado de este destino) para llegar a una comida frugal en un huerto local o una visita a un rancho familiar que produce quesos frescos, como el ricotta (que con un poco de ralladura de limón, hierbas, aceite y pan, Gómez puede improvisar un snack).
Si el plan es en un tempo menos acelerado y no se tiene ganas de cruzar la puerta también hay opciones: como la clase que combina cocina y mixología en la que se comparten risas, copas de vino rosado y tips para preparar platos family style (como un arroz con mariscos) y margaritas en su punto.
La cena es el momento ideal para visitar el restaurante Cocina del mar, donde se sirven platos francos y sustanciosos, siempre con el mar como testigo de la escena (cuya vista nunca llega a cansar). Nuestros favoritos del menú son los rostizados: un pescado entero sazonado con hierbas y cítricos y el pollo rostizado, un clásico del comfort food que puedes acompañar con un plato de espárragos o brocolinis a la parrilla.