Sofitel
ESTE RASCACIELOS SE SUMA AL SKYLINE DE LA CIUDAD DE MÉXICO, UNA PROPUESTA DE HOSPITALIDAD AFRANCESADA.
DESDE HACE VARIOS AÑOS, la estatura de los edificios en Paseo de la Reforma es un tópico de conversación: los edificios de esta avenida son rascacielos que se han impuesto entre los más altos (en el país y América Latina), son un símbolo de prosperidad, de positivismo y, en casos como el de Sofitel, de una hospitalidad alrededor del lujo.
Una de las apuestas centrales de esta propiedad está en sacar provecho de la ubicación, la arquitectura —integrando a la construcción de 40 pisos la fachada de una casona construida en 1938— y la vista: un panorama directo al Paseo de la Reforma en diferentes pisos. La otra apuesta está centrada en la gastronomía: en la francesa —que hace hincapié en la panadería, sello del desayuno— y en la mexicana, con propuestas de alta cocina como la de Bajel, a cargo del chef mexicano Luis Escamilla.
Escamilla cuenta con un laboratorio dedicado a los fermentos y sirve platos mexicanos para cautivar a huéspedes extranjeros —como los escamoles— y locales, que se complementa con una barra surtida con etiquetas de tequilas y mezcales.