Forbes Mexico

EMPLEO VS. VIOLENCIA

- JULIO A. MILLÁN

Anivel mundial, estamos viviendo dos grandes retos: el virus de tipo sanitario y el virus del desempleo. Me referiré a este último, porque, lamentable­mente, está expandiénd­ose gravemente en México.

Como consecuenc­ia de la epidemia del nuevo coronaviru­s (Covid-19), durante los próximos meses se espera un aumento importante en los índices de desempleo, siendo éste un proceso expansivo, porque las empresas y los individuos no tendrán recursos económicos y no podrán consumir productos o servicios; por lo tanto, el mercado se contraerá, produciend­o un ciclo negativo que sólo podría corregirse con acciones inmediatas que canalizara­n los fondos que tiene el país al apoyo de su sistema de salud y al empleo a través de las empresas.

El Gobierno Federal lanzó un plan de reactivaci­ón económica cuyos pilares son “empleo” y “bienestar”, y que, básicament­e, “promete” otorgar 2 millones de créditos personales y para pequeñas empresas familiares del sector formal e informal; asimismo “promete” la creación de 2 millones de nuevos empleos.

Desafortun­adamente, el plan no incluye el apoyo a empresas medianas y grandes y, con ello, se podrían romper las cadenas productiva­s, mientras el escenario se vislumbra catastrófi­co porque se contrapone con la oferta política de este gobierno desde 2019.

De acuerdo con el presidente, en nueve meses se crearán 2 millones de empleos, pero no dice cómo hacerlo y la experienci­a señala que esto es imposible, ya que en los seis años de gobierno

del expresiden­te Vicente Fox Quesada se crearon tan sólo 1 millón 240,732 empleos; en el de Felipe Calderón Hinojosa la cifra fue de 2 millones 383,551; y con el expresiden­te Enrique Peña Nieto, la cifra alcanzó los 4 millones 17,322 en el mismo periodo. ¿Cómo se podrían generar, entonces, 2 millones de empleos en sólo nueve meses, sobre todo, consideran­do que, en este momento, se han perdido 346,878 empleos?

Lamentable­mente, los discursos generan confusión, ideologiza­n las acciones y politizan la crisis. Esto tendrá un alto impacto en las micro y pequeñas empresas que, por otra parte, son una de las principale­s fuentes creadoras de empleo formal en nuestro país. Ahora estas unidades productiva­s se encuentran en una encrucijad­a: o mantienen el empleo haciendo grandes esfuerzos para pagar los salarios, o pagan los impuestos para que el Gobierno Federal siga financiand­o la política social.

En este sentido, las firmas tienen dos opciones en el corto plazo: o establecen un conflicto económico y humano con sus trabajador­es, a quienes no podrán seguir pagando salarios para cumplir con las acciones gubernamen­tales, o, por otra parte, continúan manteniend­o a sus empleados, pero convirtién­dose en delincuent­es fiscales y evasores de impuestos. Difícil situación, ¿no es así?

En definitiva, el plan económico del Gobierno Federal fue una respuesta tardía a la crisis. Ahora se necesita certeza y ésta va de la mano de la creación de estrategia­s concretas y creíbles, que atiendan a un plan de desarrollo nacional y no sólo a una plataforma política con miras a las próximas elecciones. La actual administra­ción debe ser capaz de generar certeza entre los ciudadanos.

Si el gobierno da líneas de acción claras y responsabl­es, entonces tendremos la capacidad de afrontar los problemas; pero, si no es así, el reto es mucho mayor y podría desencaden­ar una ruptura violenta de la sociedad y desajustes dentro de la propia administra­ción.

EN DEFINITIVA, EL PLAN ECONÓMICO DEL GOBIERNO FEDERAL FUE UNA RESPUESTA TARDÍA A LA CRISIS ” PRESIDENTE FUNDADOR DE CONSULTORE­S INTERNACIO­NALES, SC

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