ENFRENTAR LA DOBLE EMERGENCIA
El mundo y nuestro país viven un momento sombrío. La epidemia de Covid-19 ha planteado el desafío de atender cientos de miles de pacientes graves que, aunque sólo serán el 5% del total de los contagios, son suficientes para desbordar la capacidad instalada de los sistemas de salud. Al mismo tiempo, la medida más eficaz para disminuir la presión sobre el potencial hospitalario existente es el distanciamiento físico (que no social; ya vimos que, hoy, con la tecnología, se puede estar muy cerca), lo cual nos obliga a suspender gran parte de las actividades cotidianas, con un costo económico sustancial. Hoy enfrentamos dos emergencias: la sanitaria y la económica.
Las consecuencias inmediatas para México son muy graves. La doble crisis plantea un desafío que coloca al límite las capacidades del Estado y ante la cual necesitamos todos (gobierno, empresarios, sociedad) responder con rigor y seriedad. Dos datos “sencillos” muestran la profundidad de la amenaza: por un lado, 21 millones de mexicanos podrían caer en pobreza por ingresos, según el Centro de Estudios Espinosa Yglesias; y, por el otro, el último estimado del FMI prevé una caída de 6.6% del PIB en 2020, mayor que durante la crisis de 2009 (-5.3%).
Ya no hablamos de una posible recesión (ésa se da por descontada): se está configurando una posible depresión. Para mitigarla, se requiere de una intervención masiva por parte del Estado. Hace falta tomar medidas inmediatas y hacer un verdadero plan a futuro para tratar de recuperar, lo más rápido posible, el crecimiento.
Pero, en este texto, me gustaría concentrarme en un aspecto esencial y de implementación inmediata: la prioridad es salvar vidas. Hay que minimizar
las muertes innecesarias y, para ello, la mayoría debemos de quedarnos en casa. En teoría, suena lógico y hasta fácil. El problema de quedarse en casa, como hemos visto en un sinfín de reportes, es que para 11 millones de mexicanos que ganan menos de 260 pesos al día, esto significa quedarse sin comer.
Por lo tanto, se requiere de un abanico de políticas urgentes. No bastará con el millón de créditos de 25,000 pesos propuestos y continuar con los programas sociales existentes. Necesitamos muchísimo más. Algunos ejemplos que ya se han propuesto y que, hasta ahora, han sido ignorados, son:
1. Un programa de créditos para la protección del empleo en Pymes.
2. El diferimiento por seis meses del cobro de las cuotas del IMSS, del Infonavit y del SAR de los trabajadores de empresas y asociaciones civiles que tengan menos de 250 empleados.
3. Un programa expedito de retiro parcial anticipado, tanto del ahorro para el retiro, como de las aportaciones al crédito para vivienda, que esté dirigido a todos sus beneficiarios.
El costo aproximado de estas tres medidas representa alrededor de 28,000 mdp, financiables con deuda pública. El detalle está en el documento “Salvar empleos es otra forma de salvar vidas”, publicado en el sitio www.change.org.
Otro ejemplo es lo que los gobiernos locales pueden hacer. La Cuidad de México puede expandir el seguro de desempleo, que ya existe por ley, para otorgar, por tres meses, 5,000 pesos mensuales, a 300,000 trabajadores asalariados y no asalariados (meseros, comerciantes de mercados públicos, organilleros, etcétera). Esto representaría una inversión de 4,500 mdp.
Tiempos extraordinarios requieren de medidas extraordinarias. El primer paquete inmediato tiene que estar enfocado a lograr que nos quedemos en casa. Para conseguirlo, muchas mexicanas y mexicanos tienen que saber que sí podrán comer; y ello es perfectamente alcanzable para nuestro país.
SE REQUIEREN MEDIDAS INMEDIATAS Y UN VERDADERO PLAN A FUTURO PARA TRATAR DE RECUPERAR, LO MÁS RÁPIDO POSIBLE, EL CRECIMIENTO ” PROFESOR INVESTIGADOR DEL CIDE Y PRESIDENTE DEL CONSEJO CONSULTIVO CIUDADANO NACIONAL DE MC: PENSANDO EN MÉXICO. FUE SECRETARIO DE SALUD (2011-2012)