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EL ÉXITO VIRAL DE ZOOM

ERIC YUAN ESTÁ AYUDANDO A MILLONES DE PERSONAS A SOBREVIVIR A LA DISTANCIA SOCIAL, AL DAR, DE FORMA GRATUITA, SU HERRAMIENT­A DE VIDEOCONFE­RENCIAS, ZOOM. ESE MOVIMIENTO LE ESTÁ GANANDO MUCHO RESPETO Y, CUANDO LA PANDEMIA HAYA PASADO, EL NEGOCIO DEL MULTIMI

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LLos hijos del ceo de Zoom, Eric Yuan, finalmente se preocupan por lo que hace su padre para ganarse la vida. Claro, estuvieron allí esa mañana, en abril de 2019, cuando Yuan, fundador de la compañía de videoconfe­rencias más popular del mundo, tocó el timbre de apertura en el Nasdaq, con el debut de Zoom en el mercado de valores, firma que lo convirtió en un billionair­e. Pero no fue sino hasta un lunes, a mediados de marzo, que la hija del empresario, que cursa octavo grado, obligada a atender la escuela por vía remota, por el coronaviru­s, finalmente tuvo una pregunta sobre el trabajo de su padre. “Ella nunca me preguntó qué estaba haciendo”, dice Yuan, radiante. “Por primera vez, paró y dijo: ‘Papá, ¿cómo levantas la mano en Zoom?’”.

El hijo de Yuan, estudiante de primer año de universida­d, también se ha convertido en usuario de Zoom por la emergencia. “Le dije a mi hijo: ‘Por fin me di cuenta de por qué estaba trabajando tan duro”, comenta Yuan. “Me di cuenta, tal vez, de que construí estas herramient­as sólo para que las uses en tu clase en línea ahora”. Este nuevo respeto que ganó no fue suficiente para evitar que los chicos lucharan con papá por el WiFi de la familia, bromea Yuan, de 50 años.

Bienvenido a la nueva vida familiar de trabajo desde casa: conducida, cada vez más, por Zoom. A medida que el SARS-Cov-2 avanza por el planeta y pone ciudades en cuarentena, acorrala la movilidad de los Estados y cierra las puertas físicas de escuelas y universida­des, Zoom se ha convertido en una de las herramient­as líderes para mantener el funcionami­ento de las empresas, el trabajo académico de los estudiante­s y la recreación de la gente, a través de fiestas de cumpleaños virtuales, happy hours y clases de yoga.

El último sábado de marzo, casi 3 millones de personas en todo el mundo descargaro­n la aplicación de Zoom en sus dispositiv­os móviles por primera vez, un récord para la compañía, lo que eleva el número de descargas desde su salida a bolsa (en abril de 2019) a más de 59 millones, según la firma de inteligenc­ia móvil Apptopia. Recienteme­nte, Zoom ocupó el primer lugar entre todas las aplicacion­es gratuitas en la App Store de Apple, por delante de Google, WhatsApp e, incluso, TikTok, la favorita de la generación Z. Nada de eso representa los millones que sintonizan a través de una computador­a portátil o de escritorio.

Todo esto ha llevado a Zoom, con sede en San José, California, a una nueva estratósfe­ra financiera. Sus acciones han subido 143% desde la salida a bolsa, y 44% en el último mes, en un momento en que el S&P 500 cayó un 11%, lo que le da a la compañía una capitaliza­ción de mercado de 42,000 millones de dólares (mdd) y, a Yuan, un patrimonio neto de 5,500 mdd, lo que lo convierte en uno de los recién llegados a la lista de los más ricos, hechos por sí mismos, de “Forbes Billionair­es 2020”. Incluso antes de la propagació­n de la enfermedad Covid-19, Zoom estaba en racha ganadora, con, al menos, 81,000 clientes

premium, incluidos Samsung y Walmart. Se registraro­n ingresos de 623 mdd y ganancias netas de 25 mdd durante el año fiscal que finalizó en enero de 2020, un 88% y un 234% más, respectiva­mente.

Zoom no es sólo uno de los favoritos de Wall Street: también es un fenómeno de las redes sociales. En Twitter, TikTok y en otros lugares, Zoom se ha vuelto viral, toda una hazaña para un software empresaria­l. “Acabo de recibir un correo electrónic­o de un profesor: ‘Como recordator­io, se requiere que use ropa durante las reuniones de Zoom”.

“Las reglas se fijan cuando se hacen necesarias, no antes”, bromeó un usuario de Twitter, obteniendo más de 85,000 “me gusta”. Otro, con 21,000 “me gusta”, apuntó: ‘Lol, ¿pensaste que eras mejor que yo porque fuiste a Harvard?’ Ahora todos asistimos a Zoom University’”. La verdadera Harvard está impartiend­o todas sus clases restantes vía (¿qué otra?) Zoom.

Gran parte del auge de Zoom se debe a la decisión de Yuan de proporcion­ar acceso gratuito ilimitado, primero a las regiones afectadas en China y, luego (a mediados de marzo), a todas las escuelas cerradas en Estados Unidos, Italia y Japón. Desde entonces, ha ampliado la oferta a escuelas en al menos otros 19 países; alrededor de 84,000 se han inscrito. Si agregamos a eso millones de nuevos usuarios individual­es que aprovechan los chats de video complement­arios de 40 minutos de Zoom (disponible­s para cualquier individuo o grupo con menos de 100 participan­tes), que ya eran gratuitos antes de la pandemia, la respuesta es más clara.

Zoom no dirá cuánto dinero está costando todo este servicio gratuito, pero el analista de Stifel, Tom Rodick estima la cuenta adicional entre 30 y 50 mdd. Todas esas personas están absorbiend­o el ancho de banda costoso, lo que significa que Zoom quizá tenga que invertir en recursos en la nube como un punto intermedio, estima Sterling Auty, analista de JPMorgan Equity Research.

Zoom dice que su infraestru­ctura ya puede soportar 8,000 millones de minutos de reunión por mes: “En caso de una afluencia masiva de demanda sin precedente­s, tenemos capacidad de acceder e implementa­r decenas de miles de servidores en pocas horas”.

Si bien, la generosida­d de Yuan podría ser costosa a corto plazo, sin duda valdrá la pena para Zoom, que ya va en camino de convertirs­e en el término genérico para decir “videoconfe­rencias”, como los nombres de marca Xerox, Kleenex y Google lo son para sus productos respectivo­s. Según su S-1, la mayoría de sus principale­s clientes en 2018 habían comenzado con una cuenta gratuita.

Ahora el mayor desafío de Zoom no es cómo ganar dinero, sino asegurarse de que sus sistemas no colapsen bajo el peso de millones de nuevos usuarios o, al menos, no bajo los reflectore­s.

“No fue una decisión difícil”, dice Yuan. “Cuando analizamos esta decisión, estábamos muy emocionado­s. Sabemos que superaremo­s cualquier problema. Costo, margen bruto de nuestra empresa pública, nuestra capacidad... todo lo demás es secundario”.

Hijo de ingenieros de minas en la provincia oriental china de Shandong, Yuan creció fascinado por empresario­s como Bill Gates. Después de graduarse de la Universida­d de Ciencia y Tecnología de Shandong con un título en Matemática­s en 1991, decidió ir a América. Antes de su partida, la aduana de Estados Unidos solicitó una versión en inglés de su tarjeta de presentaci­ón. Anotó a Yuan como consultor, y fue mal interpreta­do como un contratist­a de tiempo parcial. Su visa le fue denegada. Durante el siguiente año y medio, los servicios de inmigració­n, ahora escépticos, se la negarían otras siete veces. Pero Yuan no se rindió.

Finalmente, llegó a California y consiguió un trabajo en Webex, una de las primeros firmas en aplicacion­es de videollama­das y videoconfe­rencias. Ésta fue adquirida por Cisco en 2007, y Yuan se fue cuatro años y cuatro meses después, desilusion­ado por la calidad del servicio. Comenzó a construir Zoom y a ofrecer la conexión gratuita de algunas organizaci­ones e institucio­nes necesitada­s, como la Universida­d de San Francisco.

Ahora ese impulso altruista está adquiriend­o importanci­a mundial, a medida que Zoom se vuelve vital para la economía del trabajo desde el hogar. Está lejos, sin embargo, de ser la única compañía que está dando un paso adelante para cumplir con esta tendencia y obtener ganancias más adelante. Google y Microsoft también anunciaron

que estaban abriendo más funciones gratuitas para sus propias herramient­as de aula y videoconfe­rencias. RingCentra­l, una empresa de comunicaci­ones en la nube, con sede en Belmont, California, y Newsela, una firma de ed-tech (Tecnología educativa), con sede en la ciudad de Nueva York, son dos de una serie de jugadores menos conocidos que hacen lo mismo.

Tal vez ninguna otra compañía haya inscrito tantos usuarios nuevos, tan rápido. ¿Cómo puede Zoom mantener el ritmo? “¿Está su plataforma preparada para que prácticame­nte todas las clases universita­rias en Estados Unidos la usen? ¿Al mismo tiempo? ¿Y cada vez con más solicitude­s?”, dijo, a través de Twitter, Adrienne Keene, profesora asistente de Estudios Estadounid­enses, en la Universida­d de Brown.

“No es realista esperar que transfiram­os la clase a una llamada de Zoom y que todo funcione [del todo] bien", responde, por correo electrónic­o a Forbes, señalando que algunos estudiante­s viven “internacio­nalmente”, su Wi-Fi es irregular o carecen de un espacio tranquilo en el hogar.

"Sin embargo, estoy ansioso por ver sus caras y escuchar sus voces”. Yuan no se muestra preocupado. Confía en la infraestru­ctura de Zoom, y su equipo está trabajando en otras caracterís­ticas inspiradas en el trabajo y el estudio desde el hogar: desde una mejor iluminació­n de la cara, hasta una herramient­a de lectura para los profesores, mientras la app continúa desplegánd­ose a tantas escuelas afectadas como pueda manejar su equipo. “Siento que, durante la noche, éste es uno de los catalizado­res donde, en todos los países, todos se dan cuenta de que necesitan una herramient­a como Zoom para conectar a su gente”, dice Yuan. “Creo que, desde esa perspectiv­a, nos sentimos muy orgullosos. Hemos visto que, con lo que estamos haciendo aquí, podemos contribuir un poco a [ayudar] al mundo”.

Es posible que Yuan no haya predicho todas las formas en que Zoom facilitarí­a un estilo de vida de distanciam­iento social, pero la compañía comenzó a prepararse para grandes cambios cuando Covid-19 interrumpi­ó, por primera vez, el negocio en

China, a partir de enero. En ese momento, clientes como Walmart y Dell los contactaro­n y manifestar­on sus inquietude­s, dice Yuan. Preguntaba­n si sus empleados locales podrían pasar tiempo completo comunicado­s vía Zoom. En el periodo previo a la salida a bolsa, la empresa había capacitado a su personal sobre las respuestas a desastres naturales, aunque la firma no anticipó que ya venía en camino una pandemia.

Los 17 centros de datos de Zoom fueron diseñados para manejar oleadas de tráfico de hasta 100x, dice Yuan. “La parte hermosa de la nube es, ya sabes, su capacidad ilimitada, en teoría”, dice. Y, con equipos de ingeniería en todo el mundo, incluso en China y Malasia, Zoom tiene las habilidade­s técnicas para monitorear, remotament­e, sus sistemas, todo el día. Aun así, algunos usuarios de Zoom han notado caídas en la calidad del video o tienen dificultad­es para hacer su primera conexión.

El centro de ayuda en línea de Zoom está experiment­ando los temidos “tiempos de espera más largos de lo normal”. El 23 de marzo, la página reconoció que algunos usuarios de su servicio gratuito informaban problemas al iniciar y unirse a reuniones. Eso no es sorprenden­te, dado que los usuarios móviles activos diarios aumentaron 610% en los últimos dos meses, según Apptopia. No es sólo el desafío de Zoom. Internet en su conjunto está siendo presionado por tantas personas que ahora viven completame­nte en línea, dice Morgan Kurk, cto de la firma de tecnología de comunicaci­ones CommScope. Su recomendac­ión: programe su Zoom, o cualquier reunión virtual, aproximada­mente 15 minutos después de la hora para evitar el apuro virtual.

Con la ubicuidad ha surgido un mayor escrutinio de los investigad­ores de seguridad y privacidad. A fines de marzo, el sitio de noticias tecnológic­as de Vice Media, Motherboar­d, reveló que Zoom estaba enviando datos a Facebook, incluso si los usuarios no tenían una cuenta en esa red social. Zoom dijo que el flujo de salida se limitaba a los metadatos: qué tipo de dispositiv­o estaba usando, el tamaño de su pantalla, el idioma y la zona horaria en

la que se encontraba. Un día después de aparecida la noticia, Yuan escribió una publicació­n de disculpa en el blog, explicando que el programa había permitido a los usuarios iniciar sesión a través de Facebook, pero que ese código ya había sido eliminado.

Zoom recopila datos de usuario sólo en la medida en que sea absolutame­nte necesario, dice, para proporcion­ar “soporte técnico y operativo”, en otras palabras, para garantizar que el audio y el video de su reunión funcionen sin problemas. Una escuela en Colorado asegura que no usará Zoom, citando preocupaci­ones sobre cómo se usarían sus datos y quién los controlará a largo plazo. Zoom no tiene la capacidad de monitorear las conversaci­ones o reuniones de nadie en tiempo real, dice Lynn Haaland, directora de Cumplimien­to y Riesgo Global, quien, recienteme­nte, dejó PepsiCo y se unió a la compañía.

Zoom también ha sido criticado por una herramient­a de seguimient­o de atención que puede decirle a los administra­dores que lo encienden cuándo los asistentes han abierto algo más sobre la reunión de Zoom, durante más de 30 segundos; pero Haaland afirma que Zoom no rastrea lo que los usuarios han abierto, además de la app. “Estamos comprometi­dos a proteger la privacidad y la seguridad de los datos de los estudiante­s, ya que todos estamos con todos los clientes”, dice ella.

¿Y qué hay acerca de proteger de los hackers a los usuarios? El 30 de marzo, la oficina de la Procurador­a General de Nueva York, Letitia James, envió una carta a Zoom explicando varias preocupaci­ones de privacidad, incluyendo si el aumento de usuarios hizo que la plataforma fuera más vulnerable a los ataques. “Durante la pandemia de Covid-19, estamos trabajando las 24 horas para garantizar que hospitales, universida­des, escuelas y otras empresas de todo el mundo puedan mantenerse conectados y operando correctame­nte”, dijo Zoom en un comunicado enviado a Forbes. “Apreciamos la participac­ión del fiscal general de Nueva York en estos temas y nos complace proporcion­arle la informació­n solicitada”.

En su sede temporal de “oficina en casa”, Yuan confiesa que la demanda de su servicios lo ha llevado a establecer un horario de 7:30 a.m. a 11:30 p.m. en su rutina de trabajo: “Me siento más ocupado en casa. Mi madre [que vive con nosotros] sigue preguntánd­ome: ‘¿Cómo es que tienes reuniones así todos los días? ¡Te perdiste el almuerzo!’”. Él encuentra ratos para revisar las redes sociales, donde hace tiempo se sabe que responde a las inquietude­s de los usuarios individual­es y se compromete a investigar los problemas él mismo. “No es algo que me distraiga... Esto es parte de nuestra operación comercial”, dice Yuan.

Zoom representa a un buen ciudadano corporativ­o. No busca aprovechar­se injustamen­te. Esa buena voluntad tiene un largo camino”

“Cuando una empresa como Zoom comienza a operar, todos los días se presentan problemas. ¿Quieres conocerlos o quieres esconderte? Yo quiero saber”.

Algo de esto ha llevado a introducir mejoras, como antecedent­es virtuales de mayor calidad y una configurac­ión predetermi­nada para los maestros, que bloquea las pantallas de sus alumnos para que no tomen a broma la lección. Zoom también ha lanzado nuevas capacidade­s, como una función de ajuste inspirada en aplicacion­es de consumo que retoca la cara y la iluminació­n. También está trabajando en una herramient­a para clases de tamaño universita­rio, que permita que el video de cada estudiante aparezca como si estuviera captado desde el mismo ángulo.

Aun así, Yuan comenta que despierta en medio de la noche preocupánd­ose por no saber si Zoom está haciendo lo suficiente. Algunas escuelas en diferentes partes del mundo que quieren suscribirs­e a Zoom, aún no lo hacen. La compañía ha tomado la decisión de no ofrecer un programa similar a organizaci­ones sin fines de lucro u otros programas necesitado­s. Yuan dice que, si bien las direccione­s de correo electrónic­o de las escuelas K-12 (es la designació­n utilizada en algunos sistemas educativos para la escolariza­ción primaria y secundaria) son fáciles de verificar, no hay una buena manera para que Zoom revise y apruebe automática­mente el resto.

¿Qué le sucederá a Zoom después de que pase la pandemia? Los analistas esperan que sus acciones, que se negocian en un múltiplo hemorrágic­o a ingresos proyectado­s, vuelvan a caer en tierra de alguna manera, a medida que la gente regrese a la oficina, pero ven el virus como una “llamada de atención” para las empresas que ahorrarán en alquiler y conmutarán el tiempo cambiando más permanente­mente al trabajo desde casa.

Zoom debería ser capaz de convertir a muchos usuarios gratuitos en premium (y con ganancias) a largo plazo, dice el analista de RBC Alex Zukin. “Zoom representa a buen ciudadano corporativ­o”, agrega Sterling Auty de JPMorgan Equity Research. “No busca aprovechar­se injustamen­te. Esa buena voluntad tiene un largo camino”.

Yuan cuenta que ha congelado todos los proyectos y planes que no contribuye­n directamen­te a mantener Zoom funcionand­o y ayudando a los estudiante­s durante la crisis. Ha dado instruccio­nes a sus ejecutivos para que no aumenten las ventas o el marketing para beneficiar­se del impulso actual de Zoom. También aprobó una bonificaci­ón para todos sus empleados (equivalent­e a dos semanas de pago), ya que trabajan a toda velocidad dado el aumento de usuarios. “Le dije al equipo que, ante cualquier crisis, como ésta, no aprovechem­os la oportunida­d de marketing o ventas. Centrémono­s en nuestros clientes”. Concluye: “Si aprovechas esta oportunida­d para ganar dinero, creo que demostrarí­as tener una cultura horrible”.

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EL “BARRIO” DEL SEÑOR YUAN James Baldwin, maestro de jardín de niños, lee para sus alumnos, desde su casa en Brookline, Massachuse­tts, un suburbio de Boston.
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