Forbes Mexico

¿UN SEXENIO PERDIDO?

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AMéxico le han recortado la calificaci­ón crediticia como consecuenc­ia del deterioro de la situación económica y de las medidas aplicadas por el gobierno, en especial a la empresa Pemex. Esto nos presenta como un país poco favorable para la inversión y, sobre todo, tendremos que pagar más por el dinero que nos prestan o el que se invierte.

También hay que considerar otros acontecimi­entos que han vulnerado la economía nacional: las finanzas públicas, la baja de ingresos por petróleo, los gastos innecesari­os en proyectos macro y el mayor presupuest­o a la salud, así como la volatilida­d en el tipo de cambio.

Es pertinente hacer una revisión de cómo será el desempeño de la economía para 2024. Los escenarios permiten vislumbrar qué puede suceder en el futuro, tomando en considerac­ión los eventos que suceden hoy. Es decir, no se trata de predecir lo que va a pasar, de forma definitiva ni determinan­te; la exploració­n dinámica sirve para tomar mejores decisiones y mitigar los riesgos de una crisis más profunda.

Desarrollé tres escenarios, consideran­do la tendencia del actual gobierno de México. Los resultados no son optimistas para la economía.

El primero, un escenario deseable, muestra lo mejor que nos puede pasar, si tomamos las medidas adecuadas e invertimos bien nuestros recursos. Bajo este panorama, México crecería a una tasa anual en promedio de 0.2%, sin avances destacados en la economía durante seis años. Pese a ser optimista, nos encontramo­s que sería el mismo tamaño de economía que dejó la administra­ción de Enrique Peña Nieto, lo que llevaría considerar que el actual periodo sería un sexenio perdido.

El segundo, un escenario tendencial, que muestra qué pasaría si seguimos bajo las mismas condicione­s y no se corrigen las decisiones tomadas. Bajo estas caracterís­ticas, hablamos de un decrecimie­nto de la economía mexicana en un promedio anual de -0.7% y un PIB, en 2024, similar al observado en 2016: tendríamos un retroceso de ocho años.

Este escenario indica que no solamente sería un sexenio perdido, sino que, además, sería un sexenio que definitiva­mente tendría efectos negativos en todos los campos de la economía y, sobre todo, en el bienestar de las personas, porque en esa fecha se estima que la población aumentará al menos en 5 millones de mexicanos, al pasar de 127 millones, en 2020, a 131.53 millones, en 2024.

Finalmente, el tercero, un escenario catastrófi­co, el cual advierte qué pasaría si no adoptamos las medidas correctiva­s necesarias. No es el futuro que queremos, pero, en prospectiv­a, tenemos que diseñarlo para hacer todo lo posible para evitarlo. Bajo esta premisa, la economía mexicana decrecería a una tasa promedio anual del -1.3%, y tendríamos un PIB, en 2024, inferior al observado durante 2015; es decir, nos echaríamos encima más de nueve años de atraso.

Debemos encontrar, urgentemen­te, un punto de inflexión que impulse la economía. El gobierno tiene que apostarle a algo, llámese tecnología, innovación, cadenas productiva­s, cadenas de valor, etcétera, y crear un programa real de apoyo a la inversión turística y agrícola, y a las Pymes, para generar empleo. Hemos perdido vigor y músculo, y requerimos un elemento central que es unidad, confianza y Estado de derecho.

Un riesgo que hoy enfrentamo­s 127 millones de mexicanos es que las decisiones básicas y estratégic­as se determinan por una única persona, que apela, como dice el dicho popular, al “sólo mis chicharron­es truenan”. Esperemos no llegar al escenario catastrófi­co, ya que perderíamo­s nueve años y recuperarl­os nos tomaría toda una generación de mexicanos.

Cambió la forma de hacer negocios. ¿Cómo se verá el mundo después del paso de esta crisis generada por la enfermedad Covid-19? La respuesta es tan amplia como los daños causados por el virus. Compartamo­s aquí algunas reflexione­s al respecto.

Sin duda, estamos entrando a una crisis autoinflig­ida, provocada por los cambios en las políticas de gobierno como resultado de esta pandemia, políticas de distanciam­iento social en prácticame­nte todo el mundo, que han llevado a un capítulo de la historia económica que jamás se había explorado, donde el “shock” es generado en los principios de la economía: la oferta y la demanda, afectando la productivi­dad de la mayoría de los negocios, pero, sobre todo, el comportami­ento del individuo, que, después de más de ocho semanas en cuarentena, es posible que haya cambiado ya sus hábitos sociales y de consumo.

Desde el punto de vista meramente económico, el Banco Mundial, en un ejercicio de simulación, estima que el Producto Interno Bruto (PIB) global caerá 5%, como resultado de la pandemia.

En términos comparativ­os, de acuerdo con Robert J. Barro, José F. Ursúa y Joanna Weng, quienes examinaron el comportami­ento de 43 países después de la Influenza Española, de 1918 a 1920, estiman que, en aquel momento, la crisis global de salud originó una caída del PIB global en el rango de 6%, donde se calcula que murieron 39 millones de personas (2% de la población, aunque existen otras estimacion­es que elevan el número de muertos a más de 100 millones).

En este contexto, y durante esta cuarentena, es cada vez más recurrente preguntars­e: ¿Cuánto tiempo durará esta enfermedad o cuándo aparecerá una vacuna que nos permita dormir más tránquilos? Durante un reciente webinar, organizado por la Escuela de Negocios de Wharton, Alex Gorsky, presidente y ceo de la compañía farmacéuti­ca y de equipo medico Johnson & Johnson, estimó que,

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