LAS ARISTAS DE LA 4T
Tras darse a conocer el resultado de la elección presidencial de 2018, opté por poner por escrito y en tres colores un escenario central y sus riesgos de corto, mediano y largo plazo. Tal escenario se inspiraba en lo que se sabía de la 4T, sus personajes, sus dichos y su Plan de Nación 2018-2024. Algunos elementos de tal proyección terminaron por materializarse, mientras que otros no.
En este contexto, dedico ésta y algunas entregas posteriores a lo que no resultó como lo esperaba.
Lo sorpresivo. El marco de política macroeconómica erigido por las anteriores administraciones bajo un espíritu de liberalismo económico ha sido respetado. Lo anterior no ha sido un resultado accidentado o inconsciente, sino un esfuerzo consciente de la presente administración por conservar el andamiaje heredado. En este caso hablo del combo conformado por la libre flotación de la moneda, la disciplina fiscal (incluida la obsesión con la calificación crediticia), la autonomía del banco central, el libre comercio y la ausencia de controles de capital o intervencionismo financiero.
Lo irónico. Resultó, sin duda, irónico que el marco (neo)liberal fuera respetado en los hechos y fuertemente repudiado en las palabras. Quizá debido a que, vía la retórica oficial, se trató de disociar tales principios macroeconómicos de la propia escuela de pensamiento económico. Más aun, se terminó por considerar tal (neo) liberalismo como un sinónimo de corrupción y nada más.
La segunda parte de la ironía llega al considerar que, en el afán de no intervenir con la economía, evitar replicar modelos de políticas contracíclicas del pasado y mantener la disciplina fiscal, se optó por no tratar de atemperar el choque económico asociado a la pandemia de 2020.
La completa ironía se presentaría al materializarse un sendero de crecimiento económico de largo plazo más bajo que el existente antes de la pandemia, paradójicamente flanqueado o protegido por un andamiaje de política (neo)liberal.
Lo ambiguo. Esta esfera se caracterizaría por la incertidumbre que rodea a la ausencia visible de alguna política de desarrollo que apunte, ya sea vía institucional o de política económica, a un mayor desarrollo económico, donde la búsqueda de crecimiento económico potencial fuera una característica.
Al principio de la administración, se advertía que las principales reformas se llevarían a cabo en la segunda mitad del mandato. Esto parece hoy más remoto al considerar dos elementos: la ausencia de mayoría constitucional por parte de la coalición en el poder y la agenda de reformas definidas desde una lógica contrareformista (con espíritu de desmantelamiento de transformaciones implementadas por administraciones recientes y no bajo un espíritu de planteamiento de nuevas sinergias). Estas reflexiones continuarán…
“RESULTÓ, SIN DUDA, IRÓNICO QUE EL MARCO (NEO)LIBERAL FUERA RESPETADO”