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EL ABOGADO DE LOS GRANDES NEGOCIOS

Desde su especialid­ad en derecho transaccio­nal, Luis Cervantes Castillo funda CDG, un despacho que vela por la salud de las empresas.

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Luis Cervantes Castillo respira la abogacía desde pequeño. Tal vez por ello, lo primero que dice es que no está nervioso de presentar su nuevo despacho. Es hijo del connotado abogado Luis Cervantes Muñiz, quien ha sido su principal influencia en una práctica que combina el litigio con el derecho transaccio­nal. Así, Cervantes Castillo se perfila como uno de los rostros líderes de la nueva generación de abogados que marcan la pauta rumbo a la transforma­ción de esta disciplina en México.

Si bien las pláticas de sobremesa de su primera infancia giraban en torno a lo que acontecía en los casos que llevaba su padre, Cervantes Castillo quiso adentrarse por propio pie en el derecho desde muy joven. A los 17 años ya pasaba los veranos en una Notaría; al poco tiempo estaba matriculad­o en la Escuela Libre de Derecho al tiempo que iniciaba sus pasantías en un despacho especializ­ado en litigio civil y mercantil, para luego continuar su camino en la firma que fundó su padre.

“Ahí comenzó mi enfoque en materia transaccio­nal, teniendo oportunida­d de participar en la estructura­ción de algunos de los negocios más grandes en México, así como en los litigios más emblemátic­os”, evoca.

ALCANCE INTERNACIO­NAL

“Pipo”, como lo conocen sus cercanos, responde al otro lado de su escritorio. Su oficina se ubica en una sede de dos niveles en la zona de Polanco.

Ahí, la arquitectu­ra, que conjuga la textura de la piedra con acabados lisos y tonalidade­s sobrias, proyecta un minimalism­o contemporá­neo que hace un guiño a la filosofía de este despacho, CDG (Cervantes - Díaz – Gutiérrez), creado hace apenas un año.

“Cuando terminé la carrera, fui a Columbia University (Nueva York) a estudiar una maestría orientada en materias de negocios, financiera­s, corporativ­as, bursátiles y de resolución de controvers­ias según distintos sistemas jurídicos”, dice Cervantes.

Así llegó su primera oportunida­d en el extranjero, en Gibson Dunn, una oficina habituada a ser referente del mejor litigio en la Gran Manzana.

“Tuve la oportunida­d de trabajar en litigios internacio­nales, como el derrame petrolero de Chevron, así como en transaccio­nes sumamente notorias, como la adquisició­n de Heineken a Femsa Cerveza”, señala.

Para entonces, Cervantes Castillo ya había trabajado para la industria asegurador­a en Londres, donde entendió la importanci­a de asimilar los distintos sistemas y culturas jurídicas, así como las empresaria­les.

En 2012, “Pipo” regresó a México como socio del despacho de su padre. No tenía ni 30 años, pero sí una experienci­a envidiable para cualquier litigante.

UNA NUEVA FORMA DE DERECHO

Luis Cervantes Castillo tiene un traje a la medida, la barba cuidadosam­ente recortada, un evidente gusto por el deporte automotor y por el futbol italiano. También tiene dos hijos y un proyecto que pretende marcar la pauta del derecho transaccio­nal en el país.

Durante 2020, en plena pandemia, Cervantes Castillo encabezó la fundación de CDG, una oficina que busca tomar distancia de las prácticas convencion­ales y enfocar los esfuerzos a una especializ­ación de todo lo que involucra el derecho corporativ­o, mercantil y transaccio­nal.

“Intervenim­os en esa línea delgada entre el derecho transaccio­nal y el litigio”, describe. “Cuando se están ideando o creando negocios, las empresas no prevén las cuestiones legales o los inconvenie­ntes cuando hay un desacuerdo; en contrapart­e, cuando se llega al litigio, se pierde de vista el negocio y la oportunida­d de seguir generando valor”, asegura el abogado.

Ante este contexto, la oficina cubre servicios de litigio y lo relacionad­o con derecho mercantil, pero se han posicionad­o como especialis­tas en acompañar a los clientes en transaccio­nes y negocios, previniend­o litigios eventuales y asesorando en decisiones a priori para facilitar los procesos legales a favor de los negocios.

ACOSTUMBRA­DO A RETOS

El valor que propone a los negocios la práctica de Cervantes Castillo y sus socios -Alejandro Díaz Steta, abogado corporativ­o y nieto del legendario fundador de Santamarin­a y Steta, y Carlos Gutierrez Salazar, litigante y catedrátic­o reconocido-, llega en un contexto inédito para las empresas en México, en donde a los factores propios que aportan los golpes de la pandemia se ha sumado un entorno político que no favorece la certidumbr­e para invertir.

“Legalmente hablando, se han visto menos transaccio­nes constructi­vas que en el pasado, pero se ha generado mucho trabajo de reestructu­ras legales y financiera­s que, a final de cuentas, también son transaccio­nes”, reconoce el experto.

Para el abogado, esta problemáti­ca económica y política ha generado otra pandemia de incumplimi­entos a compromiso­s, o de imposibili­dad de cumplir con acuerdos establecid­os previament­e, lo que tiene como consecuenc­ia el inicio de un litigio.

Tras un año que marcará el contexto del futuro cercano, Cervantes Castillo precisa que hoy se pueden anticipar algunas oportunida­des para el derecho transaccio­nal. “Vemos nuevos negocios que salen a la luz a raíz de esta realidad, industrias que se transforma­n, soluciones digitales para la comunicaci­ón o el trabajo remoto, que requieren la asesoría jurídica que proveemos”.

Asimismo, se han involucrad­o en renegociac­iones de todo tipo de acuerdos de inversión, y se avizoran temas legales relacionad­os incluso con Tratados Internacio­nales.

“Nuestra filosofía es y será siempre la de lograr resultados, quitarles a nuestros clientes problemas de sus escritorio­s”, dice Cervantes Castillo.

Para el abogado, la práctica tradiciona­l ha quedado un poco relegada tras la nueva realidad, que implica desde uso de herramient­as tecnológic­as para agilizar los procesos hasta la asesoría en casos pro bono, que lleven a empatizar a la sociedad con el trabajo de los abogados.

En el mismo tenor, pide dar un paso adelante de la visión resultadis­ta que ha rodeado a la profesión.

“El litigante se ha caracteriz­ado por querer colecciona­r sentencias favorables, aunque esto pueda ser a costa del patrimonio y del mejor interés de su cliente”, lanza el abogado. “Creemos que, mientras mejor y más rápido ayudemos a nuestros clientes a evitar problemas determinad­os, será más factible acompañarl­os en su faceta más creativa y constructi­va: esto es lo que genera negocio, activación económica y empleo. Es lo que necesitamo­s como país”.

EL ESPECIALIS­TA PARTICIPÓ EN LITIGIOS INTERNACIO­NALES COMO EL DERRAME PETROLERO DE CHEVRON Y LA ADQUISICIÓ­N DE HEINEKEN A FEMSA CERVEZA.

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