CAMBIO DE PARADIGMA EN LA POLÍTICA MONETARIA
En este 2024, la mayoría de los bancos centrales comenzará a reducir las tasas de interés después de un par de años de una política monetaria mundial muy restrictiva para hacerle frente a los elevados niveles de inflación. Esto representará un importante cambio de paradigma. Aun así, los niveles de tasa permanecerán elevados después de estos decrementos. Es decir, por arriba de la neutralidad, nivel teórico en el cual la economía está en pleno empleo y con la inflación en su nivel objetivo. Esto sería necesario para asegurar una correcta convergencia de la inflación hacia los objetivos de cada una de las autoridades monetarias, especialmente por los retos que aún prevalecen para los precios.
En política monetaria, existen varios canales de transmisión. Uno de ellos, de gran importancia, es la estrategia de comunicación. Recientemente, los principales bancos centrales han mostrado una narrativa menos astringente o restrictiva sobre los pasos que podrían tomar en el futuro. En el medio financiero, se conoce como menos hawkish (menos “halcón”, indicando la posibilidad de tasas de interés menos altas), o más dovish (más “paloma”, o tasas más bajas). Recientemente, la autoridad que dio el primer paso fue el Banco de Japón. Sin embargo, se volvió más restrictivo en el margen, contrario a la tendencia que se vislumbra en el resto del mundo. En particular, a mediados de marzo puso fin a un agresivo programa de estímulo monetario que inició en 2007, eliminando la tasa de interés negativa que tenía y una serie de herramientas no convencionales.
Por su parte, otros bancos centrales muy importantes, como el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo o el Banco de Inglaterra, probablemente comenzarán con un proceso de normalización gradual (menor restricción monetaria) a partir del verano. Esto probablemente pondrá también presión a otros bancos centrales para hacer algo similar. En el caso del Fed, se discutirán, al menos, dos grandes temas: 1) El posible inicio en la reducción de la tasa de los Fed funds en verano y el ritmo que seguirán en la segunda mitad del año; y 2) Cambios en su estrategia de manejo de su hoja de balance, lo que influye en la liquidez disponible en el sistema financiero e inclusive podría repercutir en algunos niveles de las tasas de interés y el valor del dólar.
A diferencia de otros países latinoamericanos que van más adelantados en el ciclo acomodaticio, el Banco de México comenzó a recortar su tasa de interés apenas en marzo. Esto alude a la posibilidad de un manejo prudente de su principal instrumento de política monetaria, sugiriendo que los recortes no serán continuos en una primera fase. Esta situación obedece todavía a los desafíos que enfrenta la inflación en México a pesar de la tendencia a la baja que se ha observado en la métrica anual desde finales de 2022, pero con la inflación general todavía por arriba del objetivo de 3%.
Es importante mencionar que los bancos centrales ya están preparados para entrar a esta nueva fase. La cuestión, más bien, radica en si los inversionistas también lo están, ya que implica un cambio de paradigma muy importante para la política monetaria global. Esto podría tener múltiples consecuencias para los precios de los activos financieros y el comportamiento de consumidores y empresas. No obstante, es probable que todavía enfrentemos un escenario de condiciones monetarias restrictivas en este 2024 ante la presencia de un balance de riesgos todavía complejo para la inflación mundial. Asimismo, una reflexión importante recae en el posible escenario donde las tasas de neutralidad en el mundo (que pudieran alcanzarse hasta 2025) podrían ser un poco más elevadas respecto a aquellas observadas antes de la pandemia.