Frontera

MANGANITAS

- POR ARMANDO FUENTES AGUIRRE

“. Trump en campaña.”.

En ella anda desde cuándo, y se reelegirá. Trump está en campaña ya: nos va a seguir insultando.

la causa de su flacura. Lo que lo tiene así es el postre". En el hospital el paciente le contó a su amigo: "Antes de mi operación la enfermera me hizo sentir muy mal. Empezó a decir: 'No esté nervioso; tranquilíc­ese; todo va a salir bien'". "¿Y eso te hizo sentir mal? -se sorprendió el amigo-. Antes deberías estar agradecido con ella por decirte eso". Respondió el otro: "No me lo decía a mí. Se lo decía al cirujano". Babalucas le anunció a su esposa: "Voy a vender este martillo. Pediré por él 5 mil pesos". Le dijo la señora: "Permíteme antes engrasar el mango". Preguntó con extrañeza el badulaque: "¿Para qué?". Explicó la señora: "Porque te van a decir que te lo pongas ya sabes dónde". Con anheloso acento el recién casado le pidió a su flamante mujercita: "¡Desvístete!". Contestó ella: "Espera un poco, por favor. Espera". "¡Anda! -insistió él lleno de ansiedad-. ¡Desvístete!". "Espera -repitió la muchacha-. Ten paciencia". "¡Desvístete, por favor! -volvió a suplicar el ardiente galán -. ¡Ya somos marido y mujer!". "Sí -admitió ella-. Pero todavía estamos en el atrio de la iglesia". FIN. A RITMO PELIGROSO La capilla del Potrero es muy pequeña. Cabrán en ella apenas -a penas- unas cien almas. Claro, con sus correspond­ientes cuerpos.

Está dedicada a Nuestra Señora de la Luz. Así se llama mi señora: María de la Luz: Así se llamaron también su madre, su abuela, su bisabuela y su tatarabuel­a.

Si entras por estos días a la capilla serás recibido por un frutal aroma. Y es que al pie de la imagen de la Virgen hay canastillo­s con ciruelas, chabacanos y duraznos. Son la sencilla ofrenda a la Señora; las primicias de una cosecha que todo el año se esperó.

La fruta se dará después a los niños que van al catecismo. Ellos aprenderán a dar gracias a Dios por el regalo.

Yo pienso que todo lo que tengo es un regalo: la vida, el trabajo, la mujer que me acompaña en el camino, los hijos y los nietos, los amigos, el pan de cada día; la casa.

Todo esos dones los he recibido sin merecerlos, razón de más para agradecerl­os más. Si pudiera pondría mi corazón al pie de la Señora en prenda de gratitud. Pero no tiene la pureza de estos frutos salidos de Dios y del trabajo de la gente. Quizá algún día merecerá estar entre ellos.

¡Hasta mañana!...

* El autor es licenciado en Derecho y en Lengua y Literatura Españolas, y cronista de Saltillo.

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