MANGANITAS
“. Trump en campaña.”.
En ella anda desde cuándo, y se reelegirá. Trump está en campaña ya: nos va a seguir insultando.
la causa de su flacura. Lo que lo tiene así es el postre". En el hospital el paciente le contó a su amigo: "Antes de mi operación la enfermera me hizo sentir muy mal. Empezó a decir: 'No esté nervioso; tranquilícese; todo va a salir bien'". "¿Y eso te hizo sentir mal? -se sorprendió el amigo-. Antes deberías estar agradecido con ella por decirte eso". Respondió el otro: "No me lo decía a mí. Se lo decía al cirujano". Babalucas le anunció a su esposa: "Voy a vender este martillo. Pediré por él 5 mil pesos". Le dijo la señora: "Permíteme antes engrasar el mango". Preguntó con extrañeza el badulaque: "¿Para qué?". Explicó la señora: "Porque te van a decir que te lo pongas ya sabes dónde". Con anheloso acento el recién casado le pidió a su flamante mujercita: "¡Desvístete!". Contestó ella: "Espera un poco, por favor. Espera". "¡Anda! -insistió él lleno de ansiedad-. ¡Desvístete!". "Espera -repitió la muchacha-. Ten paciencia". "¡Desvístete, por favor! -volvió a suplicar el ardiente galán -. ¡Ya somos marido y mujer!". "Sí -admitió ella-. Pero todavía estamos en el atrio de la iglesia". FIN. A RITMO PELIGROSO La capilla del Potrero es muy pequeña. Cabrán en ella apenas -a penas- unas cien almas. Claro, con sus correspondientes cuerpos.
Está dedicada a Nuestra Señora de la Luz. Así se llama mi señora: María de la Luz: Así se llamaron también su madre, su abuela, su bisabuela y su tatarabuela.
Si entras por estos días a la capilla serás recibido por un frutal aroma. Y es que al pie de la imagen de la Virgen hay canastillos con ciruelas, chabacanos y duraznos. Son la sencilla ofrenda a la Señora; las primicias de una cosecha que todo el año se esperó.
La fruta se dará después a los niños que van al catecismo. Ellos aprenderán a dar gracias a Dios por el regalo.
Yo pienso que todo lo que tengo es un regalo: la vida, el trabajo, la mujer que me acompaña en el camino, los hijos y los nietos, los amigos, el pan de cada día; la casa.
Todo esos dones los he recibido sin merecerlos, razón de más para agradecerlos más. Si pudiera pondría mi corazón al pie de la Señora en prenda de gratitud. Pero no tiene la pureza de estos frutos salidos de Dios y del trabajo de la gente. Quizá algún día merecerá estar entre ellos.
¡Hasta mañana!...
* El autor es licenciado en Derecho y en Lengua y Literatura Españolas, y cronista de Saltillo.