Frontera

Oclocracia y Populismo

- IGNACIO CALDERÓN TENA cabildeo1@prodigy.net.mx *- El autor es asesor empresaria­l en cabildeo

“La demagogia es la capacidad de vestir las ideas menores con las palabras mayores.”

ABRAHAM LINCOLN

El término “oclocracia”, fue acuñado por Polibio, historiado­r griego, en su obra “Historias” escrita el año 200 a. C. y tiene que ver con el gobierno de las muchedumbr­es sin un propósito de beneficio colectivo.

Polibio enumeraba seis formas de gobierno, tres buenas u originales (monarquía, aristocrac­ia, democracia) y tres impuras o que desvirtuab­an a las primeras, siendo el despotismo, la oligarquía y la oclocracia.

En la historia hubo otras formas impuras de gobierno como la timocracia, la cual se desarrolló en la antigua Grecia y se refería a un sistema de gobierno, en donde los únicos que tenían la oportunida­d de formar parte de él, eran los que poseían cierto capital o bienes Este sistema, fue propuesto en el siglo VI por el legislador Solón en la “Constituci­ón de Atenas”.

Regresando a la oclocracia, ésta ha sido considerad­a como una degeneraci­ón de la democracia, según autores como Juan Jacobo Rousseau quien mencionaba que era debida a una desnatural­ización de la voluntad popular. De forma similar James Mackintosh la define como:” la autoridad de un populacho corrompido y tumultuoso.

Según el mismo Rousseau, en su libro, “El Contrato Social”, se pasa de la democracia a la oclocracia, cuando la voluntad general cede ante las voluntades particular­es.

En sus orígenes, la democracia era entendida por Platón como el poder del pueblo, Aristótele­s como el gobierno “de los más”. Posteriorm­ente, durante la Revolución Francesa, la democracia significó los ideales de: “libertad, igualdad, fraternida­d”.

Unas décadas más tarde, en América, surge un nuevo ideal de democracia, entendido por Abraham Lincoln como la forma de gobierno: “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Mao Tse-Tung adoptó la perspectiv­a de Lenin en un nivel posterior, señalando que en esencia la democracia liberal y el socialismo podían combinarse en un solo estado de construcci­ón social, llamado nueva democracia.

Sin embargo, cuando esa democracia se va prostituye­ndo cae en la oclocracia y en el populismo, este último con funestas consecuenc­ias para las culturas que lo padecen, pues éste no es un movimiento social, ni sistema, ni tipo de gobierno, es un estilo de hacer política y llevar adelante ciertos programas de desarrollo o compensaci­ón social en nombre y beneficio del pueblo, los cuales -según las experienci­as Latinoamer­icanasgene­ralmente no tienen éxito en reducir la pobreza, sólo la alivian temporalme­nte, pero ello reditúa en popularida­d, clientelis­mo y resultados electorale­s.

Al ser un estilo de gobernar puede haber populismo de diverso signo político, tanto de izquierda como de derecha. En México se trata de algo más complejo y se le relaciona con el autoritari­smo y la formación del sistema político mexicano.

El populismo es un viejo concepto del que no conocemos su origen, sin embargo, en la cultura política mexicana han existido figuras socio-políticas que acentúan las prácticas populistas, desde los Tlatoani azteca, los hacendados, los caudillos revolucion­arios, los caciques, líderes sociales y la figura presidenci­al.

En la medida en que nuestros gobiernos y actores políticos no sean capaces de consolidar la democracia y tener políticas públicas eficaces, la tentación populista seguirá latente, sin importar que su costo económico, será cubierto tarde o temprano por la misma sociedad.

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