Desarrollo y Migración. El tiempo nos dirá
No alcanzo a distinguir los motivos para las manifestaciones de euforia y anuncios de triunfo de los representantes mexicanos en la reciente entrevista o la negociación con el equipo de negociadores por parte de nuestros vecinos norteamericanos. En resumen, fue un logro muy limitado que nos permite una tranquilidad momentánea ya que el plazo otorgado por el presidente Donald Trump de 45 días para la aplicación de aranceles a los mercancías mexicanas que ingresen a Estados Unidos está corriendo y como se dice coloquialmente, no hay fecha que no se llegue, ni plazo que no se cumpla. Y el vencimiento de ese plazo es el 25 de julio, por lo que solo nos quedan 35 días.
Obviamente, fue una negociación dada en los términos que el propio Presidente de los Estados Unidos quiso y nos orilló a que así fuera, porque de no haberse logrado dicho diferimiento de la medida de aplicación de los aranceles, el daño para la actividad económica de nuestro país sería mayúsculo.
Las condicionantes tienen que ver con el freno de los flujos migratorios de centroamericanos y de otras nacionalidades que viajan a través del territorio mexicano para cruzar la frontera en los Estados Unidos. Esto ha implicado un viraje fuerte en la política migratoria de nuestro país. Tema que deberá ser objeto de análisis en otro momento.
Las condiciones en que las autoridades mexicanas deberán seguir atendiendo el tema de los aranceles se da en un contexto sumamente delicado y complejo para nuestro país. Definitivamente el tema migratorio se ha convertido en un elemento de negociación con las autoridades norteamericanas y nos deja en condiciones de debilidad para darle solución y poder negociar los asuntos de comercio entre ambas naciones con mayor fortaleza.
Menciono que no veo los motivos de la euforia, dado que los datos que arroja la economía mexicana en cuanto a crecimiento y generación de empleo, es decir en desempeño y perspectivas no son del todo favorables. El día de hoy por ejemplo, el IMSS señala que durante mayo se crearon 3 mil 983 empleos formales, una caída de 88.2 por ciento, respecto al mismo mes de 2018 donde se crearon 33 mil 966 empleos. De acuerdo con los registros oficiales, en los primeros cuatro meses del presente año se generaron 303 mil 545 plazas, 38 por ciento menos que en igual periodo del año anterior, la cifra más baja desde 2013, resultado de un menor dinamismo en la actividad económica.
Ahora bien, si vemos que hay una disminución en la generación de empleos, hay una contracción en el consumo interno, las expectativas de crecimiento de nuestra economía no pueden ser muy buenas.
Se festina la estabilidad monetaria, como un indicador de confianza de los inversionistas en nuestro país, pero habría que ver la verdadera causa de esa estabilidad en los tipos de cambio. El sostenimiento de la paridad del peso respecto al dólar, obedece entre otros factores al sostenimiento de la política monetaria de la FED, que ha decidido mantener la tasa de referencia en los niveles del 2.5, lo que convierte al mercado mexicano más atractivo en cuanto a inversión bursátil, pero lo que México requiere es inversión en infraestructura, inversión que genere empleos y genere riqueza que venga acompañada de una adecuada política de distribución regional.
El blindaje militar de las fronteras, no frenará la migración. La migración obedece a dos condiciones fundamentales, los factores de expulsión, como son la ausencia de empleo, la pobreza y la inseguridad que se vive regiones expulsoras de migrantes y los factores de atracción, que son esas oportunidades que los migrantes identifican y los inducen a salir de su país.
De ahí la importancia de la inversión que detone el desarrollo económico de las regiones pobres como la mejor política para frenar el creciente flujo migratorio.